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Capítulo 5: Condiciones y Cercanía

Cristóbal Manckenzie 

Hoy es miércoles y de nuevo voy de camino hacía la empresa de Bárbara a tratar de convencerla. Esa mujer me tiene loco además de tener un carácter fuerte he podido apreciar que cuando dice no, es un no rotundamente, pero eso va a cambiar cuando yo sea el socio mayoritario.

Soy un hombre muy insistente y con ella lo voy hacer más porque la palabra terca le queda muy pequeña.

--Señorita le podría avisar a Bárbara que estoy aquí-le comunicó a su secretaría.

--Enseguida señor-responde se levanta de la silla y va hacia la puerta de Bárbara.

Pasan varios minutos y ella sale.

--Puede entrar señor-anuncia.

Entró a su oficina y ella como siempre espléndida con un vestido ceñido a su cuerpo que resaltan sus perfectas curvas, le llega justo encima de las rodillas.

--Señor Manckenzie es de costumbre venir todos los días-responde-. Soy una mujer ocupada tengo un novio que atender, amigos que necesitan mi ayuda y por supuesto y es inevitable es el trabajo-estableció.

--No se preocupe señorita Medina, lo que vamos a tratar es absolutamente de trabajo-digo y me siento en la silla en frente de ella.

--Claro que sí señor Manckenzie se puede sentar-bromeó llegando a su silla y haciendo lo mismo se sienta.

--Bien. Necesito una respuesta para ya-anuncié -. Soy un hombre muy ocupado tengo chicas que atender, amigos que necesitan mi ayuda y... Usted dijo... Y por supuesto y es inevitable es el trabajo. Y yo tengo demasiado trabajo para ocuparme-respondo mirando esos ojos que son mi perdición.

Respira profundo y se acomoda en su asiento.

A este juego podemos jugar los dos.

--¿Entonces porque no se va? Y así de paso deja de fastidiarme porque no ha entendido que antes de venir a mi empresa y por supuesto, quiere tener una reunión conmigo debe pedirla con tiempo y no aparecer unos minutos antes y obligar a dársela-reveló.

--Soy Cristóbal Manckenzie. Y ya es hora, tiene que comportarse como una mujer adulta y no como una niña inmadura ¿No está viendo lo grave del caso?-le pregunto.

--Soy lo suficientemente adulta y por eso tengo está empresa-contesta-. Sé en qué situaciones está mi empresa ¡Pero por Dios! Déjame un momento en paz-exclamó.

--¿Sí o no?-pregunté.

Lleva su mirada a su escritorio y cruza sus brazos por debajo de sus pechos. Muerde su labio inferior y nuevamente posa su mirada en mí.

--Primero tengo algunas condiciones-reveló.

--Dígame-señalé.

--Le voy a pagar todo y cada centavo de su dinero, no va tomar decisiones sólo necesito su opinión, no tiene que venir todos los días e igual con las organizaciones-indicó.

--De todo lo que me ha dicho voy aceptar la primera-le respondo-. Mis condiciones son: Tener una oficina en la empresa preferiblemente cerca de usted y participar todo lo que conlleva ser su socio mayoritario-respondí.

--Yo quiero todo lo contrario-responde.

--¿Sí o no?-le vuelvo a preguntar-. No estoy pidiendo nada simplemente lo que corresponde-revele.

--Quiero un favor, de todo lo que estamos hablando no lo he consultado con nadie pero necesito hablar con mi novio ¿Puede darme un plazo hasta mañana?-me pregunta.

--¿Siempre tiene que consultarlo con su novio?-pregunto frunciendo el ceño-. ¿Trabaja aquí?-pregunté fastidiado.

--No, pero tenemos mucha confianza y necesito un consejo ¿Puede darme el plazo hasta mañana?-pregunta casi rogando.

--Si me promete que vamos a comer-digo.

--Señor Manckenzie tengo mucho trabajo créame hoy no puedo-anuncia.

--Está bien, mañana quiero una respuesta y espero que sea la correcta señorita Medina-contesté.

--Perfecto-murmuró con una sonrisa.

Ella se levanta y camina hacia mí, colocándose al lado mío. Mis ojos van a sus piernas y recorren toda su figura, por último nos quedamos mirándonos fijamente y observó sus mejillas sonrojadas.

--Señor ¿No se va?-pregunta confundida.

--Prefiero disfrutar de la hermosa vista-susurré.

--Si no lo sabe tengo un novio maravilloso y esos comentarios que hace usted no me provocan nada-dice y se inclina un poco hacia mí.

¡Oh! Ha comenzado el juego y yo seré el ganador.

Me levanto de la silla y me acercó a ella lentamente eso ocasiona que ella retroceda hasta que llegamos a las ventanas detrás de nosotros.

--Señor está invadiendo mi espacio personal-responde respirando varias veces.

Estamos frente a frente... Muy cerca.

Su respiración es agitada, su aliento cálido cae en mi rostro haciéndome desear cosas imposibles que crecen en mí poco a poco.

--Esta nerviosa, temblando ¿Y no le provoco nada? No le creo ni una sola palabra señorita Medina-susurré muy cerca de su rostro.

Se aparta, dejándome un poco vacío por su tacto. Se sienta en su silla y respira profundo.

--La despedida siempre será a mi manera-respondo-. Hasta mañana señorita Medina-expuse.

Respiro profundo y abandonó la oficina.

--Eres un maldito egocéntrico Cristóbal Manckenzie-chilló.

--¡La escuché!-grito fuera de su oficina.

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