Tres semanas pasaron desde que Alastahir tomó la decisión de enviar a la cárcel a Freya como castigo por la muerte de su hijo, tres semanas en las que no puede dormir, en las que trata de convencerse así mismo de que lo hizo por el amor de su vida, que fue lo correcto.Ginebra está feliz por ser victoriosa, su plan salió a la perfección, ahora no tiene que lidiar con esa mojigata ni criar a un bastardo que fue abandonado por su verdadero padre. Ya está a punto de salir del hospital, pero la actitud de Alastahir ha cambiado, se le ve triste y debatido.―Bichito. ―Ginebra tendió la mano para que se acercara a ella. ―Por favor, no estés triste, podremos intentar tener otro bebé después. ―Le sonrió con cariño.―Lo sé, pero no puedo evitarlo. ―Besó el dorso de su mano, no le ha dicho que Freya espera dos hijos y son de él, no le ha comentado que la envió a la cárcel embarazada porque piensa que lo puede ver como un monstruo. ―Todo está listo, en cuanto venga la doctora con la salida aproba
―Tienes que comer. ―La mujer la miró con fastidio. ―No puedes tirar la comida siempre que te la traemos, ¿Acaso no piensas en tus bebés? ―Freya la ignoró por completo, está furiosa, nunca en su vida lo había estado tanto como ahora.―¿Les preocupa que no coma, pero no que esté aislada y deba trabajar como una esclava aun con mi embarazo? ―Gruñó amargada. ―Largase de aquí, no me interesa lo que me diga. ―La oficial maldijo, no es la misma chica que encarceló por primera vez meses atrás.―Mala madre. ―Escupió furiosa por no lograr que comiera algo, esas palabras le dolieron a Freya, es cierto lo que dice, se deja llevar por la ira y no piensa en sus bebés, pero ¿Cómo soportar la idea que el hombre al que ama y el padre de sus hijos la metió a la cárcel por algo que ella no hizo? ¿Cómo relajarse cuando la tienen de esclava aislada del resto?―Te odi0 Alastahir Archibald, te detesto como jamás había detestado a alguien. ―Las lágrimas de furia brotaron de sus ojos y rápidamente se convirti
―No me gusta cuando tienes que irte al trabajo. ―Ginebra hizo pucheros. ―Te extraño mucho cuando es así. ―Alastahir sonrió para no serle indiferente.―Debo hacerme cargo de mi empresa, ya la he abandonado mucho y no soy el mejor por andar ausente. ―Se acercó a ella. ―Quiero que estés tranquila. ―La miró a los ojos. ―Si te sientes triste, me llamas, ¿De acuerdo? ―Ginebra se inclinó para besar sus labios.―Ve tranquilo, yo estaré bien. ―Dio un profundo suspiro. ―No pareciera que han pasado tres semanas desde que volví del hospital. ―Miró a su alrededor. ―Hoy nuestro bebé estuviera de treinta y una semanas… ―Desvió la mirada. ―Si tan solo hubiera tenido este tiempo, él hubiera sobrevivido. ―Alastahir se sintió realmente mal, ella siempre se pone triste de la nada y eso lo supera.―Lo sé, pero las cosas no pueden cambiarse. ―Empujó más la silla. ―No quiero que estés triste. ―La obligó a mirarlo, Ginebra con sus ojos llenos de lágrimas contrajo el gesto en un puchero. ―Él está en un lugar
Alastahir no podía creer lo que estaba escuchando, ¿Acaso ella pretendía que sus hijos murieran por su odio?―Ese miserable no se acercará a ti. ―Gruñó colérico. ―¿Cómo puedes estar dispuesta a que mis hijos mueran por tus deseos de ver a ese miserable? ―Freya lo miró y sonrió como una despiadada, su corazón se ha vuelto duro y por ese hombre a su lado no siente más que asco y odio.―Fuiste tú quien me metió aquí, es por ti que mis bebés morirán. ―Lo miró a los ojos. ―Así que no serás tú quien intente salvarlos para evitar la culpa. ―Giró la cabeza para no mirarlo.―Freya. ―La doctora se acercó. ―Piensa en tus bebés, si tardas demasiado podrías morir junto a ellos. ―Freya limpió sus lágrimas, lo único que quería era ser feliz.―No me importa, es mejor irme de este mundo con mis bebés a vivir en uno donde su propio padre los envió a morir. ―Alastahir se sentía enfurecido, triste y culpable.―No me importa lo que digas. ―Su voz gruesa, lo único que hizo fue alterar más a Freya. ―Te irás
Ginebra no podía estar más feliz por su victoria, Alastahir volvió a pisar la clínica, pero Freya lo trató tan mal que hasta ella se resintió por lo grosera e hiriente que fue. Desde entonces Alastahir no ha vuelto a visitarla y eso la ha puesto como la ganadora del juego.Si bien él está algo distante y extraño con ella, lo importante es que lo tiene a su lado y su cómoda vida apenas inicia.―Es maravillosa la vida. ―Suspiró triunfadora. ―Todo mi plan salió perfecto y ahora soy la ama y señora. ―Blake sonrió.―Siempre supe que te saldrías con la tuya. ―Le dio un trago a su copa. ―No hay bebé, no hay mojigatas… solo hay amantes y buena vida. ―Alzó la copa para celebrar. ―¿Qué harás ahora? ―Ginebra se encogió de hombros, es claro lo que debe hacer.―Tengo que convencer a Alastahir de divorciarse, solamente me falta eso para que mi plan esté totalmente completo. ―Blake le abrió los ojos grandes.―¿Y él está en casa? ―Ginebra se extrañó por esa pregunta, pero el gesto de su amiga, quien
La desesperación por no encontrarla, el terror por perderla y la agonía por el arrepentimiento al que sucumbe, lo mantiene en un estado de shock. ¿Cómo pudo ser tan estúpid0 como para dañar a la mujer que lo amó sin importar su condición? ¿Cómo fue capaz de creer ciegamente en la mujer que lo abandonó sin miramientos? ¿Por qué se negó a él mismo que amaba a Freya? ¿Por qué se convenció de que amaba a Ginebra como antes? Se atormentó él mismo.―¡Han pasado cinco maldit4s horas y todavía no la encuentran! ―Gritó fastidiado. ―¿Por qué se les hace tan difícil encontrar a un inútil como Munro? Está visto que él tiene que ver con todo esto. ―El jefe Duff lo miró, es una pesadilla andante.―Señor, no podemos dar por hecho eso, tampoco podemos invadir propiedad privada sin una orden. ―Lo miró a los ojos. ―El abogado de Munro consiguió que nadie se acercara a Dianela o cualquier persona relacionada con Freya. ―Alastahir se echó a andar, no será él quien se quede como un inútil.―Archie, nos va
―¿Crees que caerá nuevamente? ―Miró a su yaya. ―Deberíamos ser buenos niños. ―Le recordó su hermano mirándolo con gesto serio. ―Mamá dice que los niños deberíamos portarnos bien. ―Aquellas correctas palabras no le gustaron en lo absoluto. ―¿No quieres conocer a los vecinos? ―Lo miró con curiosidad. ―Nos quitarán la casa que teníamos para jugar, ¿No te molesta? ―Entiéndelo Connor, a mami no le gusta que vayamos ahí. ―Miró el movimiento en la casa de al lado. ―Además, no nos pertenece, ya se están mudando. ―Khalil se asomó por el agujero en el que siempre escapan. ―Sería invadir propiedad privada. ―Connor suspiró, su hermano siempre es bueno. ―Mira, ese hombre es enorme. ―Khalil se asombró al verlo tan alto. ―Ni siquiera papi es tan alto. ―Lo miró con una sonrisa. ―¿Lo has visto? ―Los ojos de ambos críos brillaron. ―Vamos, ve con la yaya para que nos deje a solas. ―Khalil sin pensarlo fue con la mujer. ―Yaya, que preciosa estás hoy. ―Dianela sonrió mirando a su niño, son una chulad
―Antes de que te enojes, mami. ―Khalil la miró con sus ojitos de colores diferentes. ―Ambos te dimos la oportunidad para que nos presentaras a nuestro padre y no quisiste. ―Freya apretó los labios, ¿Por qué tienen que ser tan inteligentes y parecerse tanto al odioso y cruel de su padre?―Así es, mamá. ―Connor la miró con sus enormes ojos azules. ―Diosito nos escuchó, pedimos que papá viniera con nosotros y lo hizo. ―Agrandó la sonrisa. ―Le diré a papi que ya no debe hacernos una fiesta con temática alíen, ahora será nuestro padre quien lo haga. ―Freya sintió ganas de llorar, ocho meses con ellos en su vientre, pasó por una depresión que le duró más de dos años, sus bebés se le enfermaban siempre y ella se llevaba unos sustos de muerte y ahora ellos son la viva imagen de ese hombre que la torturó y despreció cuanto quiso. ¿Por qué la vida era tan injusta? ¿Por qué Dios permitió que solo Khalil tuviese un ojo verde como el de ella? ¿No podían parecerse en todo a ella?―Iré a mi habitaci