Patrick no pudo evitar reírse ante la salida del doctor, pero no le quitaba razón.—A mi también me gustaría saberlo, doc —dijo con una mueca que no llegó a sonrisa— Pero ahora que sé a lo que me enfrento el mundo me ha caído encima, doc.El doctor Morris se le quedó mirando por unos momentos, entendía perfectamente lo que Patrick le decía, había estado tratándolo el tiempo suficiente para saber sus carencias y sus luchas.—Bueno, mi querido amigo, solo te puedo decir que tendrás que enfrentarte a tus miedos, pelear contra ese dragón que tanto te atemoriza —hablaba con lentitud estudiada para que sus palabras fueran calando apropiadamente en su oyente— Pero no tienes porqué enfrentarlos solo, yo estoy aquí para ayudarte.Patrick se le quedó mirando unos segundos antes de hablar.—Entonces vas a tener que seguirme de padrino y pedir algunas manos por allí por mi —lo dijo bromeando, aunque su cara no expresaba nada parecido a la risa.—Bueno eso podría ayudar, pero hay métodos mejores.
Y tenía sus razones para estar contento, a pesar de toda la resistencia que el cerebro de Patrick había forjado contra las mujeres, parecía que al menos una, había logrado penetrar su coraza y su calma, aunque él no se hubiera dado cuenta.—Bien, ¿Cómo te sientes, Patrick? —preguntó el galeno.—Bastante mejor, doc. —luego de decir esto miró al doctor y una mirada de picardía brillo en sus ojos— Aunque me siento medio violado.Una franca carcajada se dejó escuchar en la oficina, el doctor reía de buena gana y Patrick no tardó en unirse a las risas del médico, su comentario había sido genial.—Excelente, amigo —dijo el médico recuperándose de las risas.—¿Y ahora qué sigue, doc? —le preguntó.—Tengo una idea que creo que puede ayudarte, Patrick. —dijo el médico misteriosamente.— Incluso creo que puede ayudarte incluso con el problema que tienes con tu herencia y ese loco testamento.Patrick lo miró intrigado—¿En qué estás pensando, doc?—Dame unos momentos. Necesitamos primero cubrir a
Patrick, en medio de sus propios sentimientos que aún no estaban claros ni en control total, tuvo un atisbo de lucidez sobre lo que el doctor estaba diciendo. ¿Rachel Anderson? ¿¡Pero en qué rayos estaba pensando el doctor!?—¿Rachel Anderson?, ¿la vicepresidente ejecutiva? —preguntó cuando pudo por fin articular las palabras.El doctor Morris se limitaba a mover la cabeza de arriba a abajo en señal de afirmación.—Pero, ¿Ella por qué?—A ver, necesito que respires, Patrick, tu cerebro no se está oxigenando apropiadamente. Respira profundo, vamos.Ante la imperativa sugerencia Patrick comenzó a respirar profundamente hasta que se sintió mejor, menos confuso.—Como puedes ver por ti mismo, el salir de una depresión como la que tú tenías es un asunto complejo, y aunque ya estás casi curado por completo aún hay algunas barreras que debes tirar.—Gracias, doc. Tiene usted razón, ya me siento mejor.—Ahora podemos hablar de la idea que te propuse. ¿Qué piensas de ello?—Estoy sorprendido,
Patrick se levantó esa mañana pensando, como si sus pensamientos estuvieran siguiendo el hilo, y lo que pensaba era lo mismo en que había estado pensando toda la tarde y noche del día anterior: ¿Cómo decirle a la joven y talentosa, Rachel Andreson que se casara con él por contrato?Esto no hubiera sido tan malo si el contrato no involucrara el hecho de tener un hijo, Patrick no estaba seguro, pero por lo que podía intuir, y estaba casi seguro de ello, Rachel era virgen, una joven de su casa criada a la antigua.Cuando estaba para salir hacia la oficina aún su mente trabajaba en buscar una manera de hacer las cosas.Tres semanas después…«Hoy sí se lo diré»Era la centésima vez que se lo repetía después de salir de su lujoso y exclusivo apartamento en Park Avenue, pero cuando llegaba al majestuoso edificio donde estaban las oficinas del consorcio parecía que la resolución de Patrick flaqueaba, así que cuando llegaba hasta su oficina en lugar de buscar un acercamiento con Rachel, lo evi
Cuando llegó a la reunión en las oficinas de J.P. Morgan fue recibida con la deferencia acostumbrada en estos casos, la mayoría de los que estaban en la reunión eran altos ejecutivos que no la conocieron personalmente cuando trabajaba allí, y el señor Haynes, quien era el gerente general no estaba, él le había dado la carta de recomendación personalmente cuando se retiró de la empresa.Antes de que ellos comenzaran a requerir y solicitar las explicaciones ella pidió la palabra y cuando comenzó a hablar entró una secretaria con las que había trabajado en el adjunto a la gerencia general, ésta se le quedó mirando por unos momentos, se imaginó que le parecía conocida, de pronto abrió los ojos asombrada al reconocerla, pero se sentó al lado de uno de los ejecutivos y no dijo nada aunque hizo un breve gesto de saludo que ella contestó con un breve movimiento de cabeza y una pequeña sonrisa.Sus oyentes quedaron cautivados por el poder de su palabra, la fluidez con la que hablaba, sin equiv
A Rachel no le pareció tan extraña la solicitud porque eso era algo frecuente, a veces tenía que pedir autorización para algunas transacciones que sobrepasaban su nivel de autoridad y tenía que ir a ver al señor Hamilton para ello, generalmente él las firmaba sin decir ni preguntar nada.Pero aprovechó la coyuntura para interrogar a Roberts, algunas cosas estaban un tanto extrañas, con respecto a su jefe y ella quería saber.—Entiendo, se las llevaré en un rato —le dijo al señor Roberts— ¿Puedo preguntarle algo, señor Roberts?—Por supuesto, mi niña —le dijo mirándola a los ojos con franqueza.—¿Sabe usted si el señor Roberts está enfermo o ha recibido alguna noticia extraña de su familia?Roberts la miraba un poco divertido, por la solemnidad de ella al preguntar, y cuando ella terminó de formular la pregunta una suave risa le hizo vibrar sus carnes.—¿Lo dice por los cambios que se han implementado en la empresa? —preguntó sin dejar de sonreír.—Así es. ¿Eso le parece a usted normal
La pregunta había salido atropelladamente de la boca de Patrick Hamilton, se notaba que estaba un poco nervioso y tenso, como si lo hubiera estado pensando rápidamente mientras ella llegaba desde su oficina a la suya Aunque Rachel no tuvo mucho tiempo de valorar cómo se sentía su jefe porque ella misma fue objeto de una conmoción que la dejó sin habla por varios minutos. Rachel se había quedado congelada apenas entró a la oficina de Patrick y éste le hizo la propuesta. Por su lado Patrick había estado pensando como decirle las cosas a Rachel para que no fuera tan sorpresivo (aunque esto no se podía evitar) y de la mejor manera posible. Mientras pensaba a toda velocidad tratando de conseguir una idea que fuera plausible, se le ocurrió que lo mejor era hacerlo en un lugar que no fueran las oficinas de Hamilton 's. Así quizás podrían relajarse un poco, aunque por la forma en que lo hizo parecía que jamás había salido con una mujer, sin embargo, había que decir en defensa de él que era
Eso no era posible, De seguro estaba fantaseando, a veces cuando no era más que una niña y aun en la adolescencia, inventaba historias para distraerse mientras estaba aburrida en su cuarto. Eso era lo que le estaba pasando ahora, la admiración que sentía por Patrick Hamilton la estaba confundiendo.Respiró varias veces y luego se levantó de su escritorio para caminar un poco por la amplia oficina. Se alegró de no sentir ningún mareo ni nada parecido, lo más probable es que se le había bajado un poco el azúcar, pero ya se sentía mejor.En eso estaba cuando se abrió la puerta y entró Ada, cargada de una torta, jugo y varias golosinas dulces. A Rachwel le dieron ganas de reír.—Por favor, Ada —le dijo poniéndose la mano sobre la boca para contener la risa— Te dije algo dulce, no que me trajeras todos los dulces de la cafetería, ¡Me va a dar un coma diabético!Ada la miró con cara de confusión para luego verse a sí misma y sus brazos cargados de cosas, entonces rió y puso todo sobre el es