—No entiendo lo que dices, Patrick, o mejor dicho, no entiendo por qué me estás diciendo eso ahora —a su padre le gustaba entender perfectamente todo lo que se le hablaba.—Es que recordé que a Cynthia me la presentó Ivonne, papá. No es nada extraordinario si lo vemos desde el punto de vista aislado —dijo con rostro meditabundo— Pero resulta que ella misma fue la que me presentó a Martha Cotes.Su padre lo miraba, pero ya no con cara de confusión, sino por el contrario, con una cara de sabia comprensión.—Pues, no lo dudo. pero podría tratarse de que ella quería que te casaras con una mujer que ella considerara “apropiada” para tí.—No lo sé, pero algo me dice que no era solamente eso. —Por eso te dije que, quizás, no habías buscado en el lugar apropiado —le dijo su padre sonriendo.De nuevo la misma frase. ¿No era eso lo que le había dicho nana Emma? Una idea comenzó a rebullir en la mente de Patrick.—¿Crees que Ivonne me las presentó como parte de un plan? —le preguntó ante la mir
A Patrick hubieran podido darle con una mazo en la cara y no hubiera puesto una cara de asombro como la de ahora, sus ojos bien abiertos miraban a los de su padre como si no hubiera escuchado bien.Su mente parecía una especie de torbellino, porque decenas de imágenes de sus recuerdos pasaron por su mente a una velocidad increíble. ¿Cómo podría ser esto posible?—Entonces, ¿Ivonne no es mi madre? Aunque eso no me sorprendería mucho —dijo cuando al fin pudo recuperar el habla.—Pues sí, hasta dónde puedo saberlo, hijo.—¿Cómo es eso? —le dijo con una suspicaz mirada.—Bien, te lo explicaré —dijo lanzando un suspiro— Cuando los años pasaban y no teníamos muestra de que hubiera un embarazo por medios normales decidí que fuéramos al médico. Tu madre se molestó un poco por mi decisión porque no le consulté, al tiempo me di cuenta de que ella no quería tener un bebé. Y obviamente ella lo había estado evitando a propósito, le dije, aunque podría sonar como una amenaza, que tenía el derecho d
Randall Hamilton se movió de su asiento y acercó su mano hasta que la posó en el hombro de su hijo.—Puedo entender por lo que estabas pasando, pero si no hubiera sabido eso de boca del mismo doctor no hubiera podido entenderlo, hijo —apretó el hombro de su hijo con fuerza— Lo siento, en verdad lamento todo este tiempo que hemos perdido y ya ves, ahora tengo mis días contados.—Tienes razón, papá. Yo tampoco sabía que era algo más profundo en mi, creía que simplemente no me gustaban las personas, al fin y al cabo ignoraba que era una condición —lo dijo todo de un solo tirón— Y lamento profundamente que no haya podido estar más cerca de tí, también lamento que no haya podido controlar mi ira en esos momentos, solo pensaba que era tan injusto todo — se interrumpió de golpe al notar que la voz se le quebraba por la emoción intensa que sentía en esos momentos.—Ya está bien, hijo. Sé que saldrás adelante —al escuchar esas palabras, el nudo que Patrick Hamilton tenía en la garganta creció
Patrick se quedó mirando a la mujer que debería ser su amorosa madre, pero que no mostraba el menor afecto en su porte, ni en sus ojos grises y fríos, y mucho menos en sus palabras o gestos.Estaba parada mirándolos con desprecio en sus ojos y con los brazos en jarra, mientra al lado de ella se pavoneaba su flamante sobrino, que apenas superaba su cara de estupidez.Se deshizo a medias del abrazo de la nana y se volteó un poco hacia ellos antes de hablar.—Si no te dan ganas de vomitar la cara del sujeto que tienes al lado, Ivonne, dudo de que nada más lo haga —le dijo con voz dura y cortante— Además, puedes verte en el espejo para que sientas algo de asco.La cara de Ivonne Coleman se congestionó por la furia, y Dereck hizo como si fuera a acercarse hacia él como para golpearlo como acostumbraba a hacer cuando eran más jóvenes.—Déjalo, Dereck, no tiene importancia —lo dijo como con dejadez, pero sus ojos, llenos de odio, desmentían esa aparente calma e indiferencia que sentía.—Si q
Después de salir de la mansión paterna, Patrick se puso a pensar, tenía que encontrar una solución. ¿Quién demonios querría casarse con él?Las chicas de su estatus social lo conocían y lo evitaban, algo que a él en ese momento no le importaba, pero que ahora era trascendental e importante, de vida o muerte, casi literalmente.Pensó en su padre, enfermo y cansado, y un ramalazo de ternura y cariño le inundó el pecho. Tendría que sacrificar mucho, mañana hablaría con el doctor Morris, necesitaba de toda la ayuda que fuera posible.Esa noche Patrick se fue a dormir sabiendo que un gran cambio estaba gestándose en su interior, lo que no sabía era si iba a ser capaz de hacerlo a tiempo para poder cumplir con las cosas que le había prometido a su padre.Pero, a pesar de la gran tensión y el estrés que esto podía causar, esa noche se durmió más tranquilo que muchas de las noches anteriores de su vida adulta. Sí, Patrick Hamilton estaba cambiando.……….Ese día, Rachel Anderson se levantó con
Rachel pensó lo mismo que Ada, pero luego decidió no hacerle mucho cerebro. Salió de la oficina y se dirigió a las oficinas de recursos humanos, allí fue bien recibida, en especial por Laura, una de las secretarias con quien parecía congeniar mucho aunque esta era un poco mayor que ella porque ya rondaba los veintiocho o veintinueve años.—Señorita Andreson, ¡qué gusto! —le dijo saliendo a recibirla— ¿Va a hablar con el señor Robertson?—Así es Laura —le dijo y luego pensó en algo más— Laura, tú sabes bastante de teléfonos móviles?—En realidad sí, señorita. Soy fanática de la tecnología —le dijo con cara de sorpresa.—¡Excelente! Déjame hablar con el señor Roberts y luego conversamos, ¿Sí?—Está bien, señorita êdijo sin quitar la cara de asombro.Rachel se dirigió a la oficina particular del señor Roberts y tocó brevemente.—Adelante —se escuchó la voz de Roberts.Cuando Rachel entró las facciones del hombre se iluminaron con una sonrisa.—¡Mi querida señorita Andreson! —dijo con en
Al salir de la oficina de Roberts iba llena de entusiasmo de nuevo.—Laura —le dijo a la secretaria— El señor Roberts me permite que salgas conmigo, voy a necesitar tu ayuda, ¿Te parece bien?—¿Salir con usted, señorita? —le dijo con sorpresa.—Así es, voy a necesitar algo de ayuda —le dijo Rachel— Recoge tu cartera y ven conmigo.—Por mi, encantada, señorita Anderson —Dijo ella buscando su bolso para salir.De pronto el señor Robertson se asomó a la puerta de su oficina para llamar a Rachel.—¡Señorita Anderson! Espere un momento —El señor Robertson movió su voluminosa humanidad hasta llegar a donde Rachel esperaba.—¿Se me olvidó algo? —dijo Rachel.—No, señorita Anderson —dijo Robertson— Sólo que llegó el motorizado del banco, le traen sus tarjetas y la chequera de su cuenta corporativa. Quiere recibirlas aquí o lo envío a su oficina.—¡Ah! Ok señor Robertson, por favor envíelo a mi oficina, se lo agradeceré mucho —le sonrió— Y gracias por todo.—Para servirle, jefecita —rió de su
Cuando Rachel terminó las compras invitó a Laura a comer en un restaurante por donde pasaron, luego de allí se dirigieron a las oficinas para continuar con la jornada de trabajo, antes de entrar Laura detuvo un momento a Rachel.—Quería agradecerle por su amabilidad, señorita Anderson —le dijo— Es un privilegio que me haya invitado.—No te preocupes, Laura —le respondió— Necesitaba ayuda y me ha encantado salir contigo, quizás podamos repetirlo en otra ocasión.—¡Caray! Gracias, señorita —dijo con entusiasmo— Eso sería super cool.Rachel se echó a reír por la expresión de Laura y luego entraron en el amplio lobby, allí se separaron y Rachel se dirigió a los ascensores ejecutivos.Cuando entró en la oficina se puso a revisar lo que había comprado, su propio teléfono móvil de última generación y con un plan de telefonía que pensó que jamás podría gastar semejante cantidad de minutos de llamadas ni los Gigabytes de datos que venían incluídos en el plan, y si eso fuera poco, tenía un plan