Daphne La noche de mi cumpleaños terminó siendo una de las mejores de toda mi vida. Sé que soy una tonta sin remedio, perdonando las actitudes de James una y otra vez. Cada vez que él me hace algo que me hace sufrir, luego termina recompensándome con otras acciones mucho mayores. Mi memoria es corta (o selectiva), porque rápidamente vuelvo a ilusionarme cuando se comporta de tan buena manera conmigo. Esa noche terminé por reconocer que estoy muy, muy enamorada de él. Si olvido todas las cosas malas que hemos pasado, James es como un príncipe hecho realidad para mí. Han pasado dos días desde el domingo y él ha retornado a esa actitud dulce y hasta un poco obsesiva a mi lado. Se preocupa por mí, me lleva el desayuno a la cama, incluso ha estado volviendo más temprano del trabajo solo para pasar tiempo conmigo.Esta noche nos encontramos en la sala frente al gran televisor de ochenta pulgadas que está empotrado en la pared. James preparó pop corn dulce y salado para la ocasión.—¿Qué
JamesEstaba convencido de que ella no quería estar conmigo. ¿Cómo podría quererlo luego de todo lo malo que le he hecho? Por eso me fui a acostar molesto la noche anterior cuando se negó rotundamente a acompañarme a la fiesta.Sin embargo, eso no hizo retroceder mis ganas de tenerla a mi lado, todo lo contrario. A pesar de la nota que le dejé en la mañana, me decidí a ir por ella en el pent-house, y estaba dispuesto a convencerla como fuese posible.Así que por supuesto que no disimulé mi sorpresa cuando la vi tan bella, arreglada y lista para la gala. Sabía que el vestido que había escogido para ella le quedaría perfecto, ya me la imaginaba en ese traje, pero verla en persona, hizo estallar mi corazón de alegría.Corro a su encuentro y la tomo entre mis brazos, en este momento solo ella ocupa mis pensamientos, y quiero que se mantenga así.—Te ves hermosa, te lo juro, nunca te había visto más bella.—No exageres —dice con las mejillas rojas.—Es la verdad, pequeño cisne.Mi Daphne,
Daphne—¡Daphne, espera! —escucho que me grita, pero yo no quiero detenerme, no quiero que vea mi rostro cubierto de lágrimas.Corro empañando mis anteojos al punto de que no veo nada delante de mí. Pretendo irme por la entrada principal, pero cuando siento que avanzo y avanzo sin conseguir la salida, me doy cuenta de que me he confundido de pasillo, no sé dónde estoy.De pronto siento la mano de James tomando mi hombro.—Daphne, ¿por qué has huido de esa manera? —pregunta con la voz agitada. No me atrevo a mirarlo, tampoco puedo contestarle o terminaré por llorar más.Y es que él no tiene idea de todo lo que estoy sintiendo en este momento.»Por favor perdóname, te juro que ese no era el regalo que tenía para ti. Se trataba de un hermoso collar de diamantes, pero alguien lo ha saboteado todo, sospecho que tu excolega tuvo algo que ver.Rosalie, debe estarse refiriendo a ella. Esa mujer se dedicó a burlarse de mí desde que me vio en la gala, creo que le molestó el hecho de que yo pudi
JamesDaphne y yo vamos en silencio hasta la empresa. Le he dicho que he olvidado algo, pero la verdad es que quiero buscar el acuerdo de divorcio que hice con ella hace poco menos de dos meses. Me siento arrepentido por haberla hecho firmar eso.Mientras conduzco no puedo dejar de mirarla. Lo que hemos hecho en ese camerino se sintió increíblemente bien. No sé qué clase de loco impulso me llevó a hacer eso, simplemente sentí que la deseaba con todo mi corazón y mi cuerpo; no me arrepiento de lo que hicimos porque fue perfecto.Estaciono frente al edificio del grupo kingdom y subimos hasta el piso de presidencia, ella se mantiene callada todo el camino y yo también. De repente siento que hay una incomodidad que nos rodea. Finalmente, ella se decide a hablar y dice:—James, lo siento, pero no puedo dejar de preguntarme, ¿por qué lo has hecho?—¿Por qué he hecho qué? —pregunto haciéndome el desentendido.—Tú sabes a lo que me refiero —acusa con las mejillas rojas y mirando hacia abajo.
Daphne Ver a Gabriela de pie ahí en el pent-house de James fue como si un balde de agua helada me hubiera caído encima. El pánico y el miedo al rechazo me ganaron. Cuando vi la ropa del perro en el suelo, hice lo primero que se me ocurrió e improvisé decir que solo era la niñera de nieve.Ella le dijo que se quedaría por siempre, lo saludo con tanto amor, ni siquiera se dio cuenta de quién soy yo realmente. Debo atribuirle eso a mi vestuario, seguramente no me consideró ni siquiera lo suficientemente bonita como para creer que podría ser la amante de James.Porque sin querer, en eso me convertí.Tan solo hace poco habíamos hecho el amor, y fue maravilloso, pero luego él me respondió como yo temía que lo haría. ¿Cuántos golpes más tengo que recibir para darme cuenta de que soy una tonta y que él nunca me haría su mujer oficial?Al parecer, muchos.Salgo corriendo en cuanto llego al lobby, aunque dudo mucho que él me siga. Ya se encuentra allá arriba la persona que él realmente ha quer
JamesCuando vuelvo al pent-house, Gabriela está sentada de nuevo en el sillón de la sala mirando su celular. No sé cómo sentirme al respecto al verla ahí. Levanta su vista al darse cuenta de que volví.—Amor, al fin estás aquí, ven —dice acariciando el asiento vacío a su lado.Avanzo hasta ella, pero decido quedarme de pie, mi rostro no debe estarle dando la mirada más cálida del mundo porque su sonrisa se borra de inmediato.—¿Qué estás haciendo realmente aquí?—¿De qué hablas? —pregunta con una risa incómoda.—Gabriela, tienes tres meses ignorándome por completo. Te fuiste cuando pensaba proponerte matrimonio en el crucero. Lo acepté porque sé que es tu sueño ser la mejor bailarina, y era una gran oportunidad, pero ¿y lo demás? Dime, ¿me lo merezco?Mis reproches la hacen agachar la mirada. No quiero ser tan duro con ella, pero necesito desfogar todo lo que estoy sintiendo ahora mismo.—Lo siento James. Sabes que mi prioridad siempre ha sido el ballet. Te amo, y volví porque estoy
DaphneFrank me deja en la puerta del edificio. Volver a entrar allí después de lo que pasó la noche anterior me pone nerviosa. Él me aseguró que ya no estaban, pero mi mente no deja de crear escenarios en los que me los topo por accidente una y otra vez. No creo poder soportar verlos juntos de nuevo. De tan solo imaginar que tal vez anoche él le hizo el amor a ella, después de haber estado conmigo, me hace sentir que se me rompe el corazón en mil pedazos.Trato de no pensar en eso porque si lo hago, volveré a llorar, aunque el nudo en mi garganta presiona con insistencia para poder escapar.—Yo la esperaré aquí, señorita Daphne. La llevaré a donde usted me pida.—Gracias Frank, no es demasiado.A pesar de que quisiera sacar todo lo del bebé del apartamento, sé que no puedo hacerlo sola, así que lamentablemente, de eso se tendrá que encargar él. Si se fue con ella es porque asumo que siguió la mentira que fabriqué de improviso anoche. No fue capaz de decirle quién soy yo o de nuestro
JamesGabriela y yo estamos en su departamento, ya entrada la tarde. Pidió un par de cafés del Starbucks y ahora estamos tomándolos mientras me cuenta todas las cosas geniales que pasó en su gira por Europa.—Es fantástico todo lo que viviste. Me alegra que al menos lo hayas disfrutado.—Gracias amor, la verdad lo único que hacía falta ahí eras tú.—Lamento no haber podido asistir a tus presentaciones, ahora con tu tobillo malogrado, ¿cuánto tiempo debes esperar?—No lo sé, debo hacer terapia, pero buscaré un trabajo aquí mientras tanto, tal vez en otra compañía como bailarina de apoyo.—Estoy seguro de que lo conseguirás, mi amor —digo tomando su mano con ternura.—¿Y tú? ¿Qué has hecho en estos tres meses? No me digas que solo trabajar.—Ah… pues en realidad sí —miento descaradamente.—Ay, James, cuando nos casemos, no podrás esta todo el día metido en la oficina, tienes que darme las atenciones que me merezco como tu esposa.—Por supuesto que sí, mi amor —digo acariciando una de su