Detuve a Caden porque sabía que no tendría sentido contarle a Drake mi condición o discutir con él, pues seguramente pensaría que estaba tramando algo otra vez, intentando recuperarlo.

Hace tres años, cuando un grupo de renegados atacó la Manada Luna Plateada de Drake, mi padre y yo lo encontramos por casualidad. Sin dudarlo, dirigimos a nuestros soldados para unirnos a la batalla. Sin embargo, durante la lucha, Drake salió malherido tratando de proteger a su Beta. No nos quedó otra que llevarlo inconsciente y todo magullado a nuestra manada.

Me encargué de cuidarlo y, durante casi un mes, poco a poco me fui enamorando de este hombre apuesto y valiente. Antes de su partida, mi padre organizó una fiesta en su honor. Esa noche, tal vez por la belleza de la luz lunar o la influencia del alcohol, Drake y yo terminamos acostándonos.

"Aeris, te amo..." Aunque estaba en la cama conmigo, él llamaba el nombre de otra mujer. Fue entonces cuando comprendí que su corazón ya tenía dueña.

Sin embargo, mi obsesión me llevó a tomar una decisión egoísta: no lo desperté ni lo aparté. Me conformé con tenerlo por una noche, pensando que de todos modos se marcharía al día siguiente. Aunque no pretendía destruir una relación, días después, la propia Aeris apareció en nuestra puerta.

"Hola, yo soy la compañera de Drake", le dijo a mi padre, "ya sé lo que pasó entre Lyra y Drake. Si me das diez millones, lo dejo con tu hija y nunca volveré".

Mis padres, conscientes de mis sentimientos por Drake, aceptaron su petición de inmediato. Después de que Aeris se fue, mis padres utilizaron el financiamiento para la reconstrucción de la manada Silver Moon como palanca para convencer a Drake de que se casara conmigo. Debido a mi profundo amor por él, acepté el arreglo de mis padres, convencida de que podría hacer que olvidara a Aeris y se enamorara de mí con el tiempo.

No obstante, mi pasión nunca alcanzó su corazón. Para Drake, yo era quien lo había emborrachado para seducirlo, quien había usado a mis padres para obligar a Aeris a dejarlo, y quien lo había chantajeado con la reconstrucción de su manada para forzar nuestro matrimonio.

"¿En serio hiciste todas esas cochinadas para tenerme? Bueno, vas a tener lo que tanto querías".

En nuestra noche de bodas, me arrancó la ropa y me tomó salvajemente, como una bestia fuera de control. No había ni un rastro de amor, solo una cruel venganza.

Durante los tres años siguientes, solo fui su esposa y compañera de nombre. No hubo amor, solo odio hacia mí. Intenté explicarle la verdad de vez en cuando, pero desestimaba todo como otra mentira. Así que, decidí redirigir mi energía hacia algo más significativo.

Me concentré en mis deberes como Luna y me dediqué al desarrollo de la Manada Luna Plateada: ayudando a niños sin hogar, apoyando a lobos mayores sin familia y asistiendo a soldados heridos.

Caden, el hermano menor de Drake, apoyaba mucho mi trabajo. Después de graduarse de la universidad, se convirtió en mi asistente de confianza. Él era consciente del maltrato de Drake hacia mí y a menudo se sentía culpable por ello.

"La verdad es que has hecho muchísimo por mi hermano. Estoy seguro de que algún día lo se dará cuenta", me animaba.

"Pero no creo que viva para ver ese día", le respondí con tristeza.

"No digas eso", intervino el doctor, entrando en la habitación, "ya me puse en contacto con todos los médicos que conozco en los hospitales de lobos. Están trabajando para identificar qué tipo de acónito es", dijo mientras dejaba unos calmantes en mi mesa, "por ahora, lo único que tienes que hacer es alimentarte bien".

"¿Qué quieres comer? Dime y te lo traigo ahorita", propuso Caden levantándose.

"Lo que sea está bien".

Al mediodía, Caden me trajo el almuerzo y justo cuando terminé de comer, recibí una llamada de Drake.

"Ponlo en altavoz", sugirió Caden, y asentí.

"Oye, ¿dónde estás? Saca todas tus cosas de la villa hoy mismo. Aeris se muda para acá", resonó la voz gélida de Drake a través del celular.