Capítulo 36
Luna levantó la vista al escuchar sus palabras, quiso decir algo, pero finalmente se contuvo. Con esfuerzo por estabilizar su respiración, respondió suavemente.

—Lo sé.

Ella quería ver a Sía, y no importaba lo que él le pidiera hacer, ella solo tendría que soportarlo. Leandro sintió que esa mujer estaba excesivamente obediente ese día, y no estaba seguro si realmente había entendido las implicaciones de sus palabras. De repente, se agachó, agarró su barbilla y la miró directamente a los ojos. Con pausa en cada palabra, le recordó:

—No te acerques a Celia, ¿lo has entendido? No puedes soportar las consecuencias —Algunas personas eran peligrosas.

Luna se sentía dolorida en la barbilla por su agarre, y sus ojos casi derramaban lágrimas. Se envolvió a sí misma, mordiendo sus labios hasta que palidecieron. Por supuesto que conocía las consecuencias, él ya le había dado una lección, ¿verdad? ¿Por qué insistir una y otra vez? Sabía cuánto era implacable. No necesitaba repetírselo.

Él quería s
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