Era algo que no podía tolerarse más. Sin mirar atrás, Luna se levantó y salió de la sala de reuniones.—¡Señorito Muñoz! Hoy nos has abierto los ojos sobre cómo coquetear con una belleza. La hermosa se ha sonrojado, ¡jajaja! —Los demás se rieron y lo elogiaron.—¡Eso es lo más alto en el arte de conquistar chicas! —dijo otro, admirando a Leandro.Era increíble cómo, a pesar de su apariencia fría, podía decir las palabras más ambiguas. ¡Impresionante!Mientras tanto, Leandro se recostaba elegantemente en su silla, fusionando la nobleza con una actitud desenfadada.Cada persona en la sala probablemente pensaba lo mismo: ¡un verdadero caballero con un lado oscuro!—¿Quién dijo que yo la estaba coqueteando? ¿Nunca han visto a una pareja intercambiar palabras cariñosas? —Leandro se levantó de repente.Las palabras dejaron a todos aún más sorprendidos. ¿Se refería a que él y la hermosa presidenta que había participado en la licitación eran pareja? ¿Una pareja que venía a licitar juntos?Nico
El espacio del vestíbulo de la escalera de incendios no era grande y la luz era escasa.En ese momento, la luz parpadeante delineaba el perfil tridimensional de Luna, haciéndola aún más hermosa que en la sala de reuniones.Leandro no podía apartar la vista. Al verla mantenerse lo más alejada posible de él, le hizo un gesto con los dedos, su mirada llena de seducción.—¿Te acercas tú, o voy yo? —preguntó con un tono provocador.Luna frunció el ceño y se quedó quieta. Era evidente que estaba coqueteando. Justo en la sala de reuniones, se había atrevido a hacerlo en público, dejándola en una situación incómoda, más despreciable que cualquier otro hombre.Él dio un paso más cerca. Luna retrocedió un paso, hasta que su espalda se chocó contra la fría pared, sin más espacio para retroceder.—¿Qué es lo que realmente quieres? —dijo ella con frialdad.—Yo nunca dije que había perdido la memoria; eso es algo que tú asumiste. Piensa bien, ¿en qué momento dije algo así? —Leandro la miró intensame
Poco a poco, Leandro sintió que la mujer en sus brazos permanecía indiferente. Parecía que nada de lo que él hiciera podría provocar una reacción en ella.Antes, cuando él la besaba con locura, ella siempre respondía con torpeza. Incluso cuando se resistía, él la besaba con más fuerza, y ella se resistía aún más, pero eso también era una respuesta.Sin embargo, ahora no había respuesta. Ella permanecía inmutable. Esta realidad decepcionó a Leandro, quien se obligó a calmarse y detuvo su acción.La liberó, dejándola de pie, y la miró mientras jadeaba. Su expresión fría le heló el corazón aún más.Se arrepintió de su impulso. ¿Qué estaba haciendo? Había planeado tomarse su tiempo; no quería asustarla.Cuando Leandro finalmente se detuvo, Luna lo miró con ojos apagados, donde se veía un deseo reprimido.—¿Quieres abrir una habitación en el edificio de enfrente ahora? —preguntó con una sonrisa irónica.Leandro se quedó en silencio, comprendiendo su sarcasmo.—Jaja, solo quieres mi cuerpo,
El teléfono sonaba una y otra vez. Luna no tuvo más opción que contestar.Al otro lado de la línea, la voz de Catalina transmitía una gran inquietud.—Luna, lo de la licitación no importa ahora. Hay algo más urgente.—¿Qué pasa? —Luna trató de mantener la calma.—Te digo que creo que tu exmarido no ha perdido la memoria. No te dejes engañar por él —Catalina afirmaba con firmeza.—Sé que no ha perdido la memoria —Luna alzó la vista hacia Leandro y esbozó una sonrisa fría.—Tu exmarido ya ha investigado nuestra empresa y está comprando todas las acciones de los pequeños accionistas. En poco tiempo, sus acciones han ido en aumento, y no sé cómo lo hizo, pero logró comprar todas las acciones de uno de nuestros accionistas originales. Ahora aquí todavía es de madrugada; en tu lado la bolsa ya abrió y su compra sigue en marcha. ¡Luna, cuando nosotros abramos por la mañana, es probable que él se convierta en el segundo mayor accionista de nuestra empresa! —Catalina soltó todo de un tirón.Lun
Luna se plantó frente a él, impidiendo que se acercara más.—¿Solo necesito estar a tu lado? ¿A tu disposición, para que te divierta? Leandro, por favor, ya no soy la misma Luna de antes; no soy una huérfana desamparada a tu merced —dijo, y al escuchar sus palabras, se rio de repente.—Te he dicho que, sin importar si eres una huérfana o la señorita de la familia López, para mí no hay diferencia —Leandro frunció el ceño.¿Por qué siempre tenía que malinterpretar sus intenciones? Solo quería protegerla, evitar que sufriera, que tuviera que depender de la opinión de otros hombres.—Oh, claro. No importa si soy una huérfana o la señorita de la familia López. Para ti no hay distinción. ¿Acaso soy solo una mascota que cuidas? La única diferencia radica en el valor —Luna soltó una risa burlona.Leandro se quedó sin palabras, aturdido por su respuesta. Su intención era que, sin importar su estatus, él la amaba, y estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.¿Una mascota? ¿Acaso todo lo
Fuera de la ventana, la oscuridad reinaba en el mundo. Las cortinas de la habitación estaban bien cerradas, y en el aire flotaba un ambiente de intimidad.Luna López había perdido su ritmo de respiración, con el rostro teñido de un suave rubor.En realidad, estaba distraída por lo que había descubierto: él llevaba un perfume que no le pertenecía…Él jamás usaba fragancias, seguramente era de otra mujer.De pronto, frunció el ceño bonito.El hombre pareció darse cuenta de su distracción y, como un castigo, la sometió a su severidad.Fue un largo proceso. Finalmente, el hombre se levantó y se dirigió al baño para bañarse.Luna ya estaba completamente agotada, esforzándose por levantarse de la cama, mientras el murmullo del agua resonaba en el baño.El hombre con quien acababa de tener una relación, era su esposo en nombre, Leandro Muñoz. Era un hombre que nunca había prestado atención a su bienestar en la cama, y que solo sabía satisfacer sus deseos a su modo violento.Llevaban casados t
—No necesitas saberlo.En los ojos de Leandro, además de la frialdad, ya se percibía una pizca de impaciencia.—Te pagaré suficiente dinero. Esta villa ya es tuya. Te daré cien millones de una vez como la manutención, y además cada mes…Antes de que pudiera terminar la frase, Luna lo interrumpió. Era la primera vez que lo hacía. En el pasado, nunca se atrevía a hacerlo.—No quiero nada, solo quiero a Sía.La atmósfera en la habitación se volvió tensa drásticamente. La sensación opresiva y sofocante se apoderó, mientras la luz amarilla y fría de la lámpara parpadeaba débilmente.Sía…Era su hija, que ahora tenía poco más de dos años.Cuando Luna dio a luz a Sía, sufrió una gran hemorragia que dañó su vientre. El médico le dijo que le costaría quedar embarazada de nuevo. Por lo tanto, ya no era necesario tomar anticonceptivos, pero aparentemente, él no quería darle ni la más mínima oportunidad de quedarse embarazada.Se rio con desdén:—¿Puedes mantenerla?Luna también se rio de repente:
Luna se levantó del suelo con un semblante apagado y planeó ir a recoger sus cosas.Sin embargo, al bajar por la escalera de caracol, escuchó los murmullos entre los sirvientes.—El señor se fue con un rostro sombrío.—Quiero regresar a trabajar en la mansión, no aquí, sirviendo a esa mujer.—Exacto, su hija es también un desperdicio. ¿La has visto?—No, dicen que desde que nació no ha salido del hospital. Es pura enferma. Tener a esta madre e hija en la casa es realmente un maldito infortunio. Si yo fuera el señor, ya las habría echado.—Es cierto que esa mujer es un poco desafortunada, pero si hubiera tenido un hijo, su situación sería mejor.—No vale la pena tener compasión en ella. ¿No lo sabes? Hace años, usó trucos sucios y quedó embarazada para casarse con el señor. De lo contrario, con su condición, ¿cómo podría haberlo logrado? Para castigarla, Dios la hizo dar a luz prematuramente y, además, tuvo solo una hija que no sabe hablar.—¿Qué? ¿Es muda? ¿O tiene alguna discapacidad