Capítulo 38
Luna, al ignorar y desafiar a Celia una y otra vez, hizo que esta pareciera una leona enfurecida, su rostro se tornó morado por ira.

De repente, Celia, olvidando su imagen de dama de sociedad, se lanzó hacia Luna como una mujer furiosa, agarrando su largo cabello y tirando de él con fuerza. En el momento en que tocó a Luna, sintió el calor de su piel y finalmente se dio cuenta de que Luna realmente estaba viva. ¡Maldita sea Juan por fallar en su tarea y aún así cobrarle el doble!

Solo una mujer de baja estofa se rebajaría a pelear de esa manera, tirando del cabello de su oponente. Luna no esperaba que Celia hiciera algo así, y menos en público, sin preocuparse por su imagen. Un dolor agudo recorrió su cuero cabelludo mientras trataba de contraatacar, pero le resultaba difícil moverse con el cabello tan apretado.

—¡Desgraciada sinvergüenza! ¡Zorra! ¿No sabes que Leandro y yo nos vamos a casar? —gritó Celia, con toda la rabia del mundo.

Cuando levantó la mano para abofetear a Luna, de re
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