— “Sex on the beach”, “Mojito”, “Destornillador”, “Daikiri”, “Tequila” — enumeró los distintos tragos que recordaba haber tomado la noche anterior, lo que no recordaba eran las cantidades de cada uno.
Suspiró agobiada. Se sentía fatal y abrazó su almohada hasta que liberó el estrés y largó una risita divertida.
No recordaba nada, y la verdad era que tampoco le importaba.
Ya estaban pasando los últimos rayos de sol sobre su ventana cuando terminó de disfrutar esa escena con un café entre las manos. Ya estaba lista para salir a dar un trote por el parque para renovar un poco el aire. Había estado descansando todo el día con un humor bastante cambiante. Hacía mucho que no se tomaba un tiempo para ella. Para justamente no hacer nada que estuviera
Aquella acción tan repentina la tomó por sorpresa. Pero no era ajena a esas situaciones, sus ojos solían generar comportamientos bastantes exagerados en las personas. Solían asombrarse por su tan característica pigmentación. No los culpaba, pero sí los odiaba profundamente cuando hacían ademanes como los de recién para poder verlos a una distancia más corta de la deseada, y eso era debido a que la dejaban expuesta a una posición bastante incómoda para nuestra protagonista. Detestaba cuando invadían su espacio personal. Lo odiaba profundamente.Pero esta vez había sido diferente. No era odio lo que sentía sino una profunda timidez.El joven era unos años mayor a ella, tenía veintiocho años. Era delgado y extremadamente encantador a los ojos de Zahra. Se sentía atraída por su belleza, parec&i
Un silencio sepulcral azotó la sala y mientras el mal trago trataba de pasar por el estómago de Zahra, el embarazoso momento fue compartido por Jonathan quien no entendía absolutamente nada de lo que sucedía.—ja ja. Hm, bueno adiós. — se despidió nuestra protagonista sin dar señales de que quisiera seguir allí con ellos por más de un segundo extra.Cuando hubo cerrado la puerta de un azote, Jonathan se dirigió a Benjamín con cara fatídica y en un reclamo al aire le dijo:—… amigo, eso fue realmente incómodo. ¿Qué mierda te pasa? — reclamó y exigió la misma franqueza en su respuesta.—Eso no te importa. Y ya no molestes a mis vecinos. ¿Quién te crees que eres? Ridículo. — contestó con la misma crudeza solicita
A veces, nuestro lenguaje corporal no va acorde a nuestra línea de pensamientos. Hay personas que pueden perderse en pensamientos de unicornios voladores y en la paz mundial, mientras que su lenguaje corporal sólo muestra una forma fría y distante de ser que resulta superficial e incluso frívola para el resto de la comunidad… a veces, no saber expresarse, resulta bastante engorroso. Más cuando no se conoce a ciencia cierta a la persona que está transmitiendo el mensaje, porque lo más seguro es que se preste a confusión y se generen conflictos totalmente innecesarios.—Bueno, yo…— comenzó por contestar Zahra pero Lizy ya estaba tan compenetrada en la conversación que no le dio tiempo a responder que ya lo había hecho por su vecina.—Zary trabaja en la librería de la universidad. Así que si precisan un libro, ya saben a qui&
—¿Soltera? Jovencita, voy a reformular tus palabras: Ahora, eres libre. Ahora de verdad sí que lo eres. No te das ni una idea de la mochila que te sacaste de encima. — reafirmó Lizy con cierto énfasis.—… — Zahra respondió con un silencio afirmativo. Muy en el fondo sabía que ella tenía razón, pero cómo dolía. Todavía era muy reciente la ruptura. Y a pesar de que él había roto su corazón al tratarla como basura, su amor propio era lo que más le dolía, porque le reclamaba a sí misma las razones por las cuales se había descuidado.—Yo también estoy soltera— les informó a los dos muchachos sacando el peso de sus miradas sobre la jovencita—. ¡Ay chicos! ¡Siempre hay que escucharse! Nunca dejen callar a esa voz que les avisa que por ahí n
A Zahra la despertó un mensaje de su ex pareja a las nueve de la mañana.La peor alarma que una persona pudiera llegarse a imaginar.Leer las líneas de aquel mensaje berreta no hizo más que propinarle una bofeteada metafórica al estómago, arrebatándole el aliento y hasta las ganas de seguir respirando normalmente.Una sensación de malestar se asentó en su interior y la resaca de la noche anterior pareció combinar perfectamente con la ocasión.Se bañó, se peinó y se cambió. Y mirando un punto fijo en el horizonte de su ventana sentada sobre su cama, se quedó esperando el momento en que escuchara el sonido del timbre de su casa anunciándole las malas noticias. Sólo deseaba que al menos el tiempo curara y, en lo posible, de forma bastante apresurada aquella situación que le partía innecesariamente el alma.<
Sus amigos en común, que ahora eran casi todos, terminaron creyendo la historia triste de él donde la dejaba como una tirana. No quiso ni siquiera oír los detalles, cuando vio que sus amigos pasaron a ser extraños, se dio cuenta de una triste verdad: las personas en las que alguna vez confió, en realidad no la conocían. Ni tampoco se merecían su respeto y admiración.Si habían sido influenciados tan fácilmente por un mentiroso y manipulador, entonces, ¿realmente merecían su amistad?Aquella filosofía y pregunta ancestral no hizo más que retumbar en sus oídos. Nadie le había preguntado a ella cómo se sintió después de la ruptura, nadie preguntó por su corazón roto. Todavía seguía juntando los pedazos. Aún había lugares que sangraban y dolían tajantem
Por alguna razón, ahí estaba, sosteniendo una taza de café prácticamente vacía sobre sus manos. Cuando sorbió la última gota, volvió la vista hacia adelante para encontrarse con la mirada conciliadora de su único oyente aplicando la escucha activa en lo que iba de esa mañana.Zahra nunca se imaginó que podría al fin hablar con alguien respecto a esa parte de su historia. Por mucho tiempo se había guardado todo ese dolor y al fin tener a alguien más de su lado hizo que por alguna extraña razón se sintiera reconfortada.Había transitado por varios sentimientos encontrados. Había perdido muchas amistades, al punto de quedarse únicamente con Eva. A quien obviamente agradecía todos los días a los cielos por tenerla a su lado. Pese a que no podían reunirse frecuentemente como cuando eran más jóve
Algunos años antes...Era otro día aburrido en el salón de arte.Zahra había terminado su fantástica obra de arte desde hacía un buen rato. Estaba orgullosa de los trazos majestuosos que había dejado plasmados sobre la hoja que pronto tendrían que entregarle a su profesora para ser evaluados.Respiró hondo mientras acomodaba su cabeza para mirar por el vidrío de la ventana. Era un perfecto día de otoño. El sol brillaba entusiasmado, mientras los troncos lucían su vegetación totalmente desnuda. En secreto adoraba aquella época, no por el frío, sino porel instante mágicoque sólo ocurría muy de vez en cuando y que muy pocas personas eran capaces de percibir.Ella lo había visto un par de veces, y ocurría solo una vez al a&nt