Eva se sentía mejor y cuando se puso la ropa que la enfermera le había acercado supo una cosa. Zahra debía de estar muy preocupada. Se odiaba así misma cada vez que hacía sufrir a su amiga por culpa suya. Sentía que si no hubiera sido tan descuidada, aquellas malhechoras no la hubieran tomado desprevenida.
En consecuencia, sufrió una golpiza, algunos arañazos y un terrible dolor de cabeza que al cabo de una hora se le terminó pasando, consecuencia de las reiterados jalones que le habían propinado.
No sabía qué había hecho para merecer una cosa así, pero se había vuelto una especie de rutina que había llegado a un extremo bastante peligroso.
La verdad es que nunca habían llegado tan lejos porque siempre estaba Zahra cerca. Nadie se atrevía hacerle daño cuando ella la acompañaba. Como
—Ellas fueron expulsadas. — dijo mientras sostenía la hoja de presentación de las dos chicas que se habían encargado de hacerle la vida imposible desde que había comenzado el año escolar. — ¿Las conoces?—No sé sus nombres, pero ellas… siempre… Hoy me encerraron en el baño abandonado del primer piso y me… — a Eva comenzó a fallarle la voz. Tenía un nudo en la garganta que no le dejaba siquiera respirar.—Lo sé — continuó su supervisora para ahorrarle el mal trago de seguir explayándose para contar algo tan doloroso como el hecho de sufrir abuso escolar—. A tu amiga también la expulsaron. — agregó sin que le temblara la voz.—¿Qué? ¿Por qué? — Eva estaba alterada con la noticia.
La expulsión vino aparejada con varias actividades extracurriculares para que aquel incidente quedara excluido en el expediente de Zahra.Limpiar los pizarrones de todo un piso al final de las clases, acomodar algunos salones para que queden listos para que el personal de limpieza pudiera terminar de limpiar en vez de perder el tiempo ordenando. Finalmente, durante los recreos, debía ayudar en la biblioteca a reacondicionar algunos libros a medida que la bibliotecaria se lo fuera solicitando.Durante un mes cumplió el castigo sin siquiera decirle una palabra a Eva. No quería preocuparla, mucho menos hacerla sentir culpable. Ya demasiado tenía con lo de la expulsión.Después de todo, solo serían unos meses. O al menos eso pensó.Eva por su parte sintió las ausencias de Zahra y pensó que su amiga la estaba evadiendo.Durante las clas
Zahra estaba empezando a despertarse. Pero su cerebro no quería dejar pasar la ocasión para terminar aquel pasaje de su pasado sin que quedara expuesto uno de los más bellos recuerdos que mantenía guardado para ella. Entre un esfuerzo inútil de su cuerpo por abrir sus parpados, evitó su cometido tras liberar una pequeña fracción de melatonina para así regular el ciclo de aquel sueño en particular. Zahra estaba un poco triste con la noticia, pero si era para su futuro, decidió que lo mejor era apoyarlo de la misma forma en que él le había brindado su amistad cada vez que la necesitó. Benjamín se iría al extranjero para seguir con su carrera universitaria. El joven prodigio se iría a cumplir su sueño y bien sabido era que ése día llegaría tarde o temprano. Era el último día de escuela y ya estaban llegando al final del trayecto que compartían de regreso a sus casas. Hablaron un rato largo mientras avanzaban cada vez más a paso de tortu
—Vendré por ti algún día.El eco de esas palabras retumbó entre los pensamientos de Zahra hasta que finalmente logró despertarse.Con un hilo de baba recorriéndole el rostro, se levantó de su cama sintiendo el peso de su semana, la cual recién comenzaba.Sin embargo, el aire de nostalgia duró bastante, acompañándola el resto del día sin que pudiera hacer mucho por evitarlo.Su semana podía resumirse en una rutina que rozaba la sencillez. Pasaba sus mañanas pegada al teléfono laboral, sentada frente a la pantalla de su computadora haciendo trabajo de oficina sin cesar. Después de almorzar se trasladaba hasta la librería universitaria de su propio instituto donde recibía pedidos de libros y los acomodaba en cada sector que correspondía, así com
—¿Jonathan? — preguntó Zahra al aire al cruzar miradas con aquellos ojos.—¿Zahra? ¿Cómo estás? ¿Qué haces acá? — preguntó entusiasmado al verla.—Recién salgo del trabajo. — le contestó, y sin que tuviera que devolverle la pregunta él se adelantó a contarle que estaba allí por su hermano.—¡Qué maravillosa coincidencia! Yo vine a buscar a mi hermano, él es profesor adjunto en una de las cátedras de leyes.—No sabía que tuvieras un hermano. Aunque no te había visto antes por el campus es bueno verte. — Zahra le entregó una sonrisa amable.Ver a aquel muchacho que le había prestado su oído y comprensión el día anterior hizo que pudiera recuperar to
Jonathan largó una carcajada, fascinado con la simpleza que tenía Zahra para definir a las personas.—Puede serlo, pero es un idiota bastante convencido. ¿Cómo fue que…?—No tengo idea de dónde sacó eso. Yo ni siquiera lo…— pero Zahra quedó en silencio. Recordó la noche de borrachera. Recordó el efecto embriagador que desencadenó en el tan conocido efectoborro cassettey ya no estaba tan segura de nada.¿Habrían dicho alguna cosa en particular esa noche? ¿Habría sucedido algo demasiado comprometedor durante aquella velada? Estaba blanca como un papel debido al espanto. Nunca se sintió tan expuesta como en aquel instante.Al ver la reacción de Zahra, Jonathan prefirió no ahondar más en la cuestión, menos aún con su
Zahra se despidió de los hermanos y mientras su mente trazaba el camino de regreso a casa, sus piernas se dedicaban a la tarea de ejecutarla al pie de la letra.Ambos hermanos se dedicaron a verla partir por unos minutos hasta que finalmente la perdieron de vista al tomar el subte que la llevaría camino a su hogar.—Te debe gustar mucho. — expuso sin preámbulos.—¿Qué cosa? — quiso saber Jonathan al oír la resolución de su hermano menor.—Ella, claro está— reconfirmó—. Te encanta, se nota a kilómetros.—¿Tan obvio soy? — inquirió mostrándose sonrojado al quedar así de expuesto. Pensaba que había podido ocultar sus sentimientos durante toda la velada.—Sí, es evidente que sabías que la encontrar&
Afuera hacía un frío ingobernable. Era obvio que ni el conserje ni nadie con dos neuronas activadas saldrían afuera para resolver una cerradura rebelde.—Creo que tendremos que intentar abrirla nosotros. — repuso ella intentando encontrar una salida más práctica aunque sea momentánea.—De eso te quería hablar. — acotó Benjamín aprovechando la ocasión para aportar con su idea.—Creo que tengo aceite que podría servirnos para lubricar la cerradura e intentar abrirla con tu llave. — comentó Zahra mientras iba a buscar su pequeño y práctico cajón de herramientas.—Si, bueno, eso no creo que funcione. — expuso un tanto avergonzado mientras sacaba su llave para mostrar que le faltaba un pedazo.—¿Pero qué le hicis