Zahra se despidió de los hermanos y mientras su mente trazaba el camino de regreso a casa, sus piernas se dedicaban a la tarea de ejecutarla al pie de la letra.
Ambos hermanos se dedicaron a verla partir por unos minutos hasta que finalmente la perdieron de vista al tomar el subte que la llevaría camino a su hogar.
— Te debe gustar mucho. — expuso sin preámbulos.
— ¿Qué cosa? — quiso saber Jonathan al oír la resolución de su hermano menor.
— Ella, claro está— reconfirmó—. Te encanta, se nota a kilómetros.
— ¿Tan obvio soy? — inquirió mostrándose sonrojado al quedar así de expuesto. Pensaba que había podido ocultar sus sentimientos durante toda la velada.
— Sí, es evidente que sabías que la encontrar&
Afuera hacía un frío ingobernable. Era obvio que ni el conserje ni nadie con dos neuronas activadas saldrían afuera para resolver una cerradura rebelde.—Creo que tendremos que intentar abrirla nosotros. — repuso ella intentando encontrar una salida más práctica aunque sea momentánea.—De eso te quería hablar. — acotó Benjamín aprovechando la ocasión para aportar con su idea.—Creo que tengo aceite que podría servirnos para lubricar la cerradura e intentar abrirla con tu llave. — comentó Zahra mientras iba a buscar su pequeño y práctico cajón de herramientas.—Si, bueno, eso no creo que funcione. — expuso un tanto avergonzado mientras sacaba su llave para mostrar que le faltaba un pedazo.—¿Pero qué le hicis
A la mañana siguiente Zahra salió a cumplir con su rutina laboral.Benjamín debió posponer sus reuniones y se dedicó a llamar a un profesional que acompañara al conserje a colocar la nueva cerradura de su departamento.—Bueno, ésta ya estaría. ¿Precisaban algún otro cambio? — consultó el profesional al finalizar con la tarea de colocar la nueva cerradura en la puerta de Benjamín.—De hecho… Mi vecina me dejó su llave para que también le hicieran un cambio a su cerradura— entregó la llave para que pudieran proceder con el cambio en aquella puerta y mientras el cerrajero hacía su deber, apartó al conserje para comentarle un poco mejor la situación—. Anoche apareció una persona ajena al edificio y logró entrar a su departamento. Quisiera
—No sé Evi, yo no tengo la figura de una modelo.—Ya hablamos de esto la vez pasada — Eva la interrumpió en el acto, recordándole que ya habían tenido esta misma conversación, no fue más que hace un par de meses atrás—. Y te lo repito por última vez, la figura la tienes, lo único que te falta es la delicadeza y la gracia felina hipnotizante con el cual las modelos se desplazan en la pasarela. Pero no hace falta nada de eso ahora, solo necesito hacer los ajustes necesarios a los vestidos que presentaremos mañana y para esa tarea eres más que perfecta.—Me alegro ser de ayuda entonces. — respiró más aliviada al saber que solo sería un trabajo interno entre ellas y el par de asistentes que estarían brindando soporte con la tarea.—No sabes lo mucho que te agradezco que estés a
Mientras que el cuerpo de Jonathan intentaba recuperar el control sobre sí mismo, la verdad era que su corazón estaba desbocado y su mente divagaba en alguna fantasía sin precedentes; Zahra se acercaba para encontrarse de frente con un rubio despampanante cuya melena de rulos dorados estaban tan perfectamente peinados que hacían lucir aún más la perfección de su bronceada piel de caramelo. —Te ves encantadora. — soltó un cumplido cuando al fin logró tomar el control de su propia voz. Tomó de la mano de Zahra y la besó con una honradez intachable haciendo sonrojar a quien recibía el gentil gesto. —También podría decir lo mismo… Te ves grandioso en ese traje. — admitió tímidamente, pero sin quitarle los ojos mientras su rostro seguía un tanto ruborizado. Ambos se contemplaron con un magnetismo místico y luego de algunos segundos Zahra rompió el silencio preguntándole por qué se encontraba allí. Resulta que
—¿Incómoda? — intuyó Jona tras evaluar la expresión de su acompañante.—Odio que me saquen fotos… — confesó ella mientras las mejillas comenzaban a arderle. Que le pidieran a Jonathan una fotografía era totalmente entendible, pero para ella era inconcebible la idea de que pudiera salir bien en alguna foto. Era terrible para fotografiarse y era plenamente consciente de ello.—No te preocupes, divirtámonos dos minutos fingiendo ser ese par de tórtolos que van a casarse. — propuso a modo de distraer la ansiedad de aquella novia que obviamente no quería saber nada con posar frente a una cámara.Zahra lo miró cautivada por su ingenio pero por sobre todo por aquella inmaculada belleza masculina que irradiaba un aura de encanto sin igual. Las feromonas hacían acto de presencia y
Zahra tuvo el momento suficiente para poner al corriente a su amiga de las novedades en su vida.Tuvo que iniciar contándole cómo conoció a Jonathan. Así como también, abarcaron lo sucedido con su vecino la misma noche que llegó de la salida que hicieron cuando había desaprobado su último final.Eva estaba atónita mientras fulminaba con la mirada a su amiga que mostraba sus mejillas al rojo vivo. Era obvio lo humillada que se sentía por el efecto del “Borra cassette”que le pasó factura después de aquella velada. Podía ver la laguna blanca en su memoria con tan solo mirarla a la cara, podía ver a través de su mirada cómo su mente divagaba en la neblina de un lago de recuerdos perdidos que obviamente jamás lograría recuperar, ya que los que había dejado huir al brazo verti
La quijada de Zahra estaba desencajada y no parecía poder recuperar la compostura, al menos no por el momento. Era obvio que las noticias la habían pillado desprevenida. Su orgullo estaba en jaque pero lo que más le preocupaba a Eva era la estabilidad emocional de su amiga. Eva hacía tiempo que había notado una tendencia en el comportamiento de su amiga que tendía a una baja emocional casi tan constante como imperceptible. Y aunque no fuera notorio, no significaba que fuera un detalle menor. Con el correr de los años Zahra había aprendido por las malas a confiar solo en un grupo reducido de personas, eso la fue llevando a ser cada vez más reacia respecto a socializar con otras personas al llegar al punto de solo llegar a hacerlo a menos de que fuera necesariamente indispensable. Eso no implicaba que fuera una especie de ermitaña citadina, de hecho se desenvolvía perfectamente en su trabajo e incluso podía llegar a liderar ci
Una llamada nocturna.Eran más de las diez.Se preguntó quién podría ser y para su sorpresa era el portero, avisándole que aún no había podido darle la llave a su inquilina y que él ya debía irse. Benjamín tomó la responsabilidad de entregarle la nueva llave a su vecina.Mientras permanecía atento a la puerta de su vecina solo podía pensar en la hora. Eran más de las once de la noche y aún no había señales de que estuviera por llegar. Comenzó a preguntarse si estaría bien, y si… ¿y si le había sucedido algo? ¿Quizás tenía miedo de regresar a su propio hogar por culpa de aquel cobarde? ¿O si…? El solo pensarlo le hizo estremecer. Se levantó de su sillón y comenzó a dar vueltas por todo el departamento con la puerta