De repente se encontró imaginando a la chica del día anterior haciendo lo mismo y ella casi sentía que se desinflaba como un globo con aquel triste pensamiento. Cada que pensamientos así en los momentos menos indicados le llegaban, tenía muchísimas ganas de pegarse un cabezazo contra la pared. «Es solo sexo, es solo sexo. ¿Qué más da si tiene otras? No es como si con los del club que me he acostado yo hubiera sido la única... Es pura pasión, no haya nada serio sucediendo aquí... ¿cierto?», se repetía mentalmente una y otra vez, tratando de convencerse a sí misma. Elissa era abierta de mente, no creía mucho en eso de "amigos con derecho exclusivos". Algo contrario a lo que leía en aquellos libros románticos, contrario al tipo de relación que esperaba tener algún día; lo cierto es que ya tenía una mente totalmente abierta a cualquier posibilidad, poco a poco iba aprendiendo más y más lo que debía o no esperar. ¿Una relación de verdad con aquél sexy, poderoso y caliente griego? Eso tend
Elissa sintió que el corazón se le detenía, literalmente. Alzó las cejas, sorprendida, y abrió la boca para decir algo, aunque no sabía qué decir. Oliver acababa de decirle que se casaran y tuvieran un hijo, eso no podía ser cierto, ¿Verdad? Al menos no en el universo en que estaban en ese momento, trató de calmar a su atolondrado corazón que no entendía de lógica y seguía latiéndole como loco en el pecho. —Sé lo que parece, Elissa, pero tienes que escucharme. —Él la miró con cautela, temiendo su reacción. —Tiene que ser una broma, ¿Cierto? Digo, ja, ja, no fue divertido en mi absoluto, Spyrou —espetó y le dirigió una mirada iracunda, no quería bromas de ese tipo, y lo peor, que, aunque fueran una broma le causaran tremendo revoltijo de emociones. Oliver acarició su pierna con el dedo índice, Elissa sabía que no debería, pero sintió un exquisito placer recorrerle las venas. Tuvo que cerras los ojos y respirar profundo para no caer en sus encantos, y levantarse de la cama. Dejó que
Una semana después... ──✦── Hacía un día precioso, cuando por fin los declararon oficialmente marido y mujer. Oliver había sonreído a su mujer, y la había besado con intensidad a los ojos de todos los invitados. Ella se quedó completamente recta y con la mirada fija en él, pero luego se relajo y se dejó besar con un pequeño gemido de gozo, ambos no supieron si fue el calor del momento, o si fueron impulsados por una fuerza invisible que los llevó a besarse como si no hubiera un mañana. Con tremendo beso, la gente quedó muy convencida de que ese era un matrimonio por amor, que nació en un solo día. Oliver consiguió retrasar un par de días la lectura del testamento con su abogado, quien obviamente ya sabía para qué, todo estaba fríamente calculado. Al terminar la boda, bajaron corriendo como dos jóvenes locamente enamorados, con los invitados tirando arroz detrás de ellos, sonaban vítores a sus espaldas. La pequeña recepción albergó a la familia y amigos de ambos, quienes les desear
Aunque ahora era la señora Spyrou, Elissa no se la podía creer. Trataba de actuar con normalidad, de parecer que no le afectaba en lo absoluto… pero por dentro, chillaba de la emoción, su cuerpo entero vibraba de puro miedo. No estaba muy segura de muchas cosas, pero sí que podía estar segura de que parte de ella estaba así porque le gustaba Oliver, más allá de la cuestión de trabajo o del trato, le gustaba como hombre. Era atractivo, divertido... Y su esposo. «¿Pero por cuánto tiempo?», le preguntaba su voz interior. Ella prefería ni pensarlo. No quería que su burbuja de felicidad se rompiera tan rápidamente. Aún no, al menos; ya sabía que iba a pasar en algún momento. Él le había dado una noche de bodas para recordar por siempre, lo habían hecho sin protección, y cada que lo recordaba, se ponía roja como la nariz de «Rodolfo el reno». Oliver se estaba tomando en serio eso de ponerse a hacer la tarea, incluso le dijo que irían con un especialista, para ver que todo esté bien con el
Elissa se veía tan bonita con las mejillas ruborizadas y su cabello rubio, que más temprano lucía cuidadosamente peinado, ahora estaba revuelto, aunque ella trataba de controlarlo con los dedos, no funcionaba. Intentaba poder calmar su respiración, respirando lento y con las manos en sus rodillas dando toques suaves con su dedo índice. Pero Oliver ya sabía que realmente no estaba tranquila, y que solamente estaba tratando de aparentarlo. Lo cierto era, que le profería una especie de orgullo masculino saber lo mucho que le afectaba a Elissa. Sonrió cuál gato y se acercó a su oído para susurrarle y así solamente ellos pudiesen oír lo que iba a decirle: —Descuida, dudo que puedan saber por tu expresión que acabas de tener sexo en la limosina. Muy buen sexo en la limosina —recalcó. Elissa hizo un gesto gracioso con los ojos y se mordió los labios, luego sintió un fuerte pellizco en el muslo que lo sobresaltó. —Silencio, estoy tratando de parecer calmada, no necesito que te pongas a hab
Viajar en el Jet privado de Oliver, definitivamente tenía que ser la cosa que más le estaba gustando de ser oficialmente la señora Spyrou. Claro que no pensaba decírselo a él, probablemente heriría su ego al ella pensar que eso era lo mejor y no el estar casada con Oliver. Aunque si establecían prioridades, en definitiva, ser su esposa se ganaba el premio a «Ventajas de ser la señora Spyrou». Como no tenía nada que hacer en ese largo viaje, además de escuchar música, leer libros y ver películas (pero ya hacía las dos primeras), lo más que podía ponerse a hacer, era pensar. Pensar en su esposo.Era la señora Elissa Spyrou.¡Ni ella misma se lo creía! Tenía ganas de hacerse un pellizco o algo, pero no planeaba herirse así misma para poder creérselo: con tan solo mirar unos asientos más allá de ella, veía a su exquisito marido ojear unos papeles de trabajo, con la camisa arremangada y la corbata aflojada, encima un mechón de su cabello le caía en la frente, ocultando sus bellísimos ojos
Una canción estaba reproduciéndose en los audífonos de Elissa, misma canción que le volvía loco el corazón por lo mucho que le llegaba al alma. Estaba medio dormida, pero aun así la escuchaba entre sueños con una calidez que al mismo tiempo dolía:«Juré que no volvería a sucederme de nuevoVolvió a pasarQue cupido no volvería enredarme en su juegoY aquí ahora estásHablando de amar…Tú tienes algo inusual que aún no lo descifro (Pero alteras mis sentidos)Le temo a que tú y cupido me vendan un sueño (Y fallar de nuevo)Me gustas, pero tengo miedo de fallar en el amor...»Unos besos suaves y relajantes la despertaron totalmente del sueño intermitente en el cual estaba. Con lentitud, fue abriendo los ojos que tenía un poco empañados. Adormilada, alzó una mano, acarició su mejilla y esbozó una sonrisa floja. No necesitaba estar del todo despierta para saber quién era.—Qué rica manera de despertar a una chica, agapi mú —murmuró en burla.Una risa masculina y sensual le erizó los vellos
Cuando por fin se separaron para tomar aire a bocanadas, ambos seguían mirándose (¿o comiéndose?) con los ojos, nublados de deseo. Elissa trató de fingir que todo estaba bien, y para cambiar de tema rápidamente, señaló la mansión:—¿Me imagino que ahí viviremos estás dos semanas?Como si Oliver supiera lo que estaba haciendo, asintió lentamente, pero al mismo tiempo, metía una mano entre su falda de volantes, la cual de por sí ya estaba bien subida. Sintió sus firmes dedos apartar la tela de sus bragas y acariciarle su sensible clítoris. Respiró profundo, pero siguió mirando hacia la casa, decidida a mantenerse así. Pero se le haría imposible, porque aparentemente su cuerpo tenía vida propia y amaba cada caricia de Oliver Spyrou.«Traicionero cuerpo.»—Sí, probablemente allí mismo hagamos a Olivercito o Elissita —dijo burlonamente. Elissa trató de reprimir un gemido y una risa al mismo tiempo. Los diminutivos le resultaron de lo más chistosos, pero sus dedos le estaban volviendo loca