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Aunque ahora era la señora Spyrou, Elissa no se la podía creer. Trataba de actuar con normalidad, de parecer que no le afectaba en lo absoluto… pero por dentro, chillaba de la emoción, su cuerpo entero vibraba de puro miedo. No estaba muy segura de muchas cosas, pero sí que podía estar segura de que parte de ella estaba así porque le gustaba Oliver, más allá de la cuestión de trabajo o del trato, le gustaba como hombre. Era atractivo, divertido... Y su esposo. «¿Pero por cuánto tiempo?», le preguntaba su voz interior. Ella prefería ni pensarlo. No quería que su burbuja de felicidad se rompiera tan rápidamente. Aún no, al menos; ya sabía que iba a pasar en algún momento. Él le había dado una noche de bodas para recordar por siempre, lo habían hecho sin protección, y cada que lo recordaba, se ponía roja como la nariz de «Rodolfo el reno». Oliver se estaba tomando en serio eso de ponerse a hacer la tarea, incluso le dijo que irían con un especialista, para ver que todo esté bien con el
Elissa se veía tan bonita con las mejillas ruborizadas y su cabello rubio, que más temprano lucía cuidadosamente peinado, ahora estaba revuelto, aunque ella trataba de controlarlo con los dedos, no funcionaba. Intentaba poder calmar su respiración, respirando lento y con las manos en sus rodillas dando toques suaves con su dedo índice. Pero Oliver ya sabía que realmente no estaba tranquila, y que solamente estaba tratando de aparentarlo. Lo cierto era, que le profería una especie de orgullo masculino saber lo mucho que le afectaba a Elissa. Sonrió cuál gato y se acercó a su oído para susurrarle y así solamente ellos pudiesen oír lo que iba a decirle: —Descuida, dudo que puedan saber por tu expresión que acabas de tener sexo en la limosina. Muy buen sexo en la limosina —recalcó. Elissa hizo un gesto gracioso con los ojos y se mordió los labios, luego sintió un fuerte pellizco en el muslo que lo sobresaltó. —Silencio, estoy tratando de parecer calmada, no necesito que te pongas a hab
Viajar en el Jet privado de Oliver, definitivamente tenía que ser la cosa que más le estaba gustando de ser oficialmente la señora Spyrou. Claro que no pensaba decírselo a él, probablemente heriría su ego al ella pensar que eso era lo mejor y no el estar casada con Oliver. Aunque si establecían prioridades, en definitiva, ser su esposa se ganaba el premio a «Ventajas de ser la señora Spyrou». Como no tenía nada que hacer en ese largo viaje, además de escuchar música, leer libros y ver películas (pero ya hacía las dos primeras), lo más que podía ponerse a hacer, era pensar. Pensar en su esposo.Era la señora Elissa Spyrou.¡Ni ella misma se lo creía! Tenía ganas de hacerse un pellizco o algo, pero no planeaba herirse así misma para poder creérselo: con tan solo mirar unos asientos más allá de ella, veía a su exquisito marido ojear unos papeles de trabajo, con la camisa arremangada y la corbata aflojada, encima un mechón de su cabello le caía en la frente, ocultando sus bellísimos ojos
Una canción estaba reproduciéndose en los audífonos de Elissa, misma canción que le volvía loco el corazón por lo mucho que le llegaba al alma. Estaba medio dormida, pero aun así la escuchaba entre sueños con una calidez que al mismo tiempo dolía:«Juré que no volvería a sucederme de nuevoVolvió a pasarQue cupido no volvería enredarme en su juegoY aquí ahora estásHablando de amar…Tú tienes algo inusual que aún no lo descifro (Pero alteras mis sentidos)Le temo a que tú y cupido me vendan un sueño (Y fallar de nuevo)Me gustas, pero tengo miedo de fallar en el amor...»Unos besos suaves y relajantes la despertaron totalmente del sueño intermitente en el cual estaba. Con lentitud, fue abriendo los ojos que tenía un poco empañados. Adormilada, alzó una mano, acarició su mejilla y esbozó una sonrisa floja. No necesitaba estar del todo despierta para saber quién era.—Qué rica manera de despertar a una chica, agapi mú —murmuró en burla.Una risa masculina y sensual le erizó los vellos
Cuando por fin se separaron para tomar aire a bocanadas, ambos seguían mirándose (¿o comiéndose?) con los ojos, nublados de deseo. Elissa trató de fingir que todo estaba bien, y para cambiar de tema rápidamente, señaló la mansión:—¿Me imagino que ahí viviremos estás dos semanas?Como si Oliver supiera lo que estaba haciendo, asintió lentamente, pero al mismo tiempo, metía una mano entre su falda de volantes, la cual de por sí ya estaba bien subida. Sintió sus firmes dedos apartar la tela de sus bragas y acariciarle su sensible clítoris. Respiró profundo, pero siguió mirando hacia la casa, decidida a mantenerse así. Pero se le haría imposible, porque aparentemente su cuerpo tenía vida propia y amaba cada caricia de Oliver Spyrou.«Traicionero cuerpo.»—Sí, probablemente allí mismo hagamos a Olivercito o Elissita —dijo burlonamente. Elissa trató de reprimir un gemido y una risa al mismo tiempo. Los diminutivos le resultaron de lo más chistosos, pero sus dedos le estaban volviendo loca
—¿Y qué hacían que no se dieron cuenta de nada? —Oliver estaba dando vueltas alrededor de la sala, no podía mantenerse quieto ante lo que le decían.¿Quién carajos haría algo así, y no solo eso, por qué? No habían llevado nada de valor, pero todo lo que hicieron para lograrlo daría pie a creer que se trató de algo importante, o no tendría sentido haber creado un plan bien calculado. Pero algo que le daba mucha curiosidad, era el hecho de que fue justamente ahora que ellos ya no estaban ahí, en extrañas circunstancias y sin llevarse nada "importante", porque todavía tenían qué averiguar exactamente lo que tomaron.Él escuchó la respuesta del otro lado de la línea, en donde su jefe de seguridad intentaba explicarle sus motivos. Aunque quería volver rápidamente con Elissa, esa llamada no podía pasarla por algo por nada del mundo, debía escuchar atentamente y tomar medidas pronto. Además, estaba más preocupado porque nadie hubiera salido dañado que por las cosas que tomaron, apreciaba a s
Aquella mañana cuando despertó y no encontró a su esposo durmiendo al lado, se le hizo raro. No es raro que se levantara primero, pero ¿a las seis de la mañana? Se le hizo curioso, pero optó por no decir nada, tampoco quería ser una mujer castrosa.La cosa se volvió más difícil de ignorar cuando atendió una llamada y salió inmediatamente de la boutique en la que estaban, ni siquiera atendió la llamada ahí mismo, salió directamente del lugar. Ahí sí sospecho que algo estaba sucediendo, aunque tampoco dijo nada porque eso no decía nada todavía.Hasta que llegaron a la casa luego de un día en la plaza cercana de la isla, y él le dio un beso rápido para encerrarse en el despacho, cuando en el recorrido le había prometido ver una nueva serie juntos para reforzar su "amistad de amigos con derechos que estaban casados y tendrían un hijo". Extraño, ¿no?Así que se había paseado por la habitación, haciéndose mil y una preguntas sin respuestas. ¿Qué le estaba ocultando?Al final, sin poderse co
Oliver suspiró, pero asintió. —Quería esperarme a que las cosas estuvieran más tranquilas antes de decirte algo. Acabamos de llegar a nuestra Luna de Miel y quería hacerte feliz, ciertamente no planeaba arruinarte el momento. Aunque sé que no debería ocultarte algo tan importante —Tomó aire antes de decir lo siguiente—: Entraron a la casa. Amordazaron a la esposa de Akram, los amenazaron y esculcaron la casa. Se llevaron únicamente papeles sin identificar, pero nadie salió herido. Elissa se llevó una mano a la boca, abrió los ojos horrorizada. —¿Mientras estábamos aquí? ¿Tan pronto? Es muy raro, como si... —Estuvieran esperando que no estemos nosotros —finalizó él. Ella asintió lentamente. —No saben qué se llevaron, ¿cierto? —Oliver afirmó esto—. Pues debemos denunciar, si se llevaron algo... Negó con la cabeza, se veía que estaba visiblemente afectado por todo, aunque trataba de aparentar calma ante Elissa. —Si se llevaron lo que creo que era, será mejor andarnos con cuidado.