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Los siguientes días Elissa y Oliver estuvieron poniéndose de acuerdo para todo, él le contó sus funciones y de qué iba el negocio tan importante que tenía que cerrar, también le explicó cómo le gustaba que se hicieran las cosas: rápido, eficiente y productivo. También pasaron mucho tiempo juntos, cosa que era agradable para Elissa, no era difícil sentirse bien a su lado, él era divertido y amable. Pero, por otro lado... Le era difícil concentrarse a su lado. Era una perfecta distracción, en medio de un lugar hermoso, un hombre hermoso y poderosamente sensual, ella que no tenía a otro hombre cerca con el cual satisfacer sus deseos. También estaba esa noche que no podía olvidar. ¿Era difícil porque sabía el tremendo placer del que era capaz de darle, o porque simplemente lo deseaba y punto? Se hacía esa pregunta, pero ya estaba segura de la respuesta. Se le complicaba no sentir nada porque lo deseaba como el infierno, sabía de lo que era capaz y por eso lo deseaba, pero era mucho más. O
Al día siguiente, estaban almorzando en un silencio casi aterrador. Ella no había tenido ganas de hablar, y él parecía que tampoco, así que seguían comiendo la ensalada de pollo que la cocinera les había preparado. El desayuno había sido similar, solamente se habían concentrado en el trabajo. Elissa estaba tratando obsesivamente de no pensar ni por un segundo en el día anterior, pero ¿adivinen qué? Le resultaba una misión imposible. Cerraba los ojos, y veía la espalda de Oliver. Respiraba, y veía su cosa en esa mujer. Tomaba agua, y lo oía gruñir. Ya había contado hasta mil, pensaba en el final de un libro ir jamás pudo terminar de entender ni leyendo veinte reseñas distintas.Hiciese lo que hiciese, pensaba en ese momento justo.Estaba probando un gran bocado de pan dulce cuando Oliver por fin dijo algo.—Nos viste —anunció, como una afirmación.Elissa se atragantó con el pan en la garganta, tosió fuertemente y bebió agua rápidamente. Sus ojos escocieron por el pequeño dolor que le p
De repente se encontró imaginando a la chica del día anterior haciendo lo mismo y ella casi sentía que se desinflaba como un globo con aquel triste pensamiento. Cada que pensamientos así en los momentos menos indicados le llegaban, tenía muchísimas ganas de pegarse un cabezazo contra la pared. «Es solo sexo, es solo sexo. ¿Qué más da si tiene otras? No es como si con los del club que me he acostado yo hubiera sido la única... Es pura pasión, no haya nada serio sucediendo aquí... ¿cierto?», se repetía mentalmente una y otra vez, tratando de convencerse a sí misma. Elissa era abierta de mente, no creía mucho en eso de "amigos con derecho exclusivos". Algo contrario a lo que leía en aquellos libros románticos, contrario al tipo de relación que esperaba tener algún día; lo cierto es que ya tenía una mente totalmente abierta a cualquier posibilidad, poco a poco iba aprendiendo más y más lo que debía o no esperar. ¿Una relación de verdad con aquél sexy, poderoso y caliente griego? Eso tend
Elissa sintió que el corazón se le detenía, literalmente. Alzó las cejas, sorprendida, y abrió la boca para decir algo, aunque no sabía qué decir. Oliver acababa de decirle que se casaran y tuvieran un hijo, eso no podía ser cierto, ¿Verdad? Al menos no en el universo en que estaban en ese momento, trató de calmar a su atolondrado corazón que no entendía de lógica y seguía latiéndole como loco en el pecho. —Sé lo que parece, Elissa, pero tienes que escucharme. —Él la miró con cautela, temiendo su reacción. —Tiene que ser una broma, ¿Cierto? Digo, ja, ja, no fue divertido en mi absoluto, Spyrou —espetó y le dirigió una mirada iracunda, no quería bromas de ese tipo, y lo peor, que, aunque fueran una broma le causaran tremendo revoltijo de emociones. Oliver acarició su pierna con el dedo índice, Elissa sabía que no debería, pero sintió un exquisito placer recorrerle las venas. Tuvo que cerras los ojos y respirar profundo para no caer en sus encantos, y levantarse de la cama. Dejó que
Una semana después... ──✦── Hacía un día precioso, cuando por fin los declararon oficialmente marido y mujer. Oliver había sonreído a su mujer, y la había besado con intensidad a los ojos de todos los invitados. Ella se quedó completamente recta y con la mirada fija en él, pero luego se relajo y se dejó besar con un pequeño gemido de gozo, ambos no supieron si fue el calor del momento, o si fueron impulsados por una fuerza invisible que los llevó a besarse como si no hubiera un mañana. Con tremendo beso, la gente quedó muy convencida de que ese era un matrimonio por amor, que nació en un solo día. Oliver consiguió retrasar un par de días la lectura del testamento con su abogado, quien obviamente ya sabía para qué, todo estaba fríamente calculado. Al terminar la boda, bajaron corriendo como dos jóvenes locamente enamorados, con los invitados tirando arroz detrás de ellos, sonaban vítores a sus espaldas. La pequeña recepción albergó a la familia y amigos de ambos, quienes les desear
Aunque ahora era la señora Spyrou, Elissa no se la podía creer. Trataba de actuar con normalidad, de parecer que no le afectaba en lo absoluto… pero por dentro, chillaba de la emoción, su cuerpo entero vibraba de puro miedo. No estaba muy segura de muchas cosas, pero sí que podía estar segura de que parte de ella estaba así porque le gustaba Oliver, más allá de la cuestión de trabajo o del trato, le gustaba como hombre. Era atractivo, divertido... Y su esposo. «¿Pero por cuánto tiempo?», le preguntaba su voz interior. Ella prefería ni pensarlo. No quería que su burbuja de felicidad se rompiera tan rápidamente. Aún no, al menos; ya sabía que iba a pasar en algún momento. Él le había dado una noche de bodas para recordar por siempre, lo habían hecho sin protección, y cada que lo recordaba, se ponía roja como la nariz de «Rodolfo el reno». Oliver se estaba tomando en serio eso de ponerse a hacer la tarea, incluso le dijo que irían con un especialista, para ver que todo esté bien con el
Elissa se veía tan bonita con las mejillas ruborizadas y su cabello rubio, que más temprano lucía cuidadosamente peinado, ahora estaba revuelto, aunque ella trataba de controlarlo con los dedos, no funcionaba. Intentaba poder calmar su respiración, respirando lento y con las manos en sus rodillas dando toques suaves con su dedo índice. Pero Oliver ya sabía que realmente no estaba tranquila, y que solamente estaba tratando de aparentarlo. Lo cierto era, que le profería una especie de orgullo masculino saber lo mucho que le afectaba a Elissa. Sonrió cuál gato y se acercó a su oído para susurrarle y así solamente ellos pudiesen oír lo que iba a decirle: —Descuida, dudo que puedan saber por tu expresión que acabas de tener sexo en la limosina. Muy buen sexo en la limosina —recalcó. Elissa hizo un gesto gracioso con los ojos y se mordió los labios, luego sintió un fuerte pellizco en el muslo que lo sobresaltó. —Silencio, estoy tratando de parecer calmada, no necesito que te pongas a hab
Viajar en el Jet privado de Oliver, definitivamente tenía que ser la cosa que más le estaba gustando de ser oficialmente la señora Spyrou. Claro que no pensaba decírselo a él, probablemente heriría su ego al ella pensar que eso era lo mejor y no el estar casada con Oliver. Aunque si establecían prioridades, en definitiva, ser su esposa se ganaba el premio a «Ventajas de ser la señora Spyrou». Como no tenía nada que hacer en ese largo viaje, además de escuchar música, leer libros y ver películas (pero ya hacía las dos primeras), lo más que podía ponerse a hacer, era pensar. Pensar en su esposo.Era la señora Elissa Spyrou.¡Ni ella misma se lo creía! Tenía ganas de hacerse un pellizco o algo, pero no planeaba herirse así misma para poder creérselo: con tan solo mirar unos asientos más allá de ella, veía a su exquisito marido ojear unos papeles de trabajo, con la camisa arremangada y la corbata aflojada, encima un mechón de su cabello le caía en la frente, ocultando sus bellísimos ojos