Capítulo59
—¡Cállate, miserable!

Al ver la actitud desafiante de Mariana, Viviana no pudo contenerse más y soltó una grosería. Luego, con una amenaza feroz, le dijo:

—Mariana, si me echas de esta vil manera, ¿no tienes miedo de que Mateo te haga pagar por esto?

Mariana: ¿?

—Te alabé por tu capacidad y resulta que ahora estás fuera de tu mente. ¿Eres tonta o qué? ¡Estoy a punto de divorciarme de él, ¿qué me importa lo que haga? Señor Urialte, por favor, haga que estas personas se vayan ahora mismo de mi casa. No quiero perder más tiempo con ellos.

Mariana realmente estaba cansada de tratar con esta familia.

Con la ayuda de la policía, los más de diez guardaespaldas que habían venido ya habían empacado rápidamente sus cosas y las echaron a la calle frente a todos. Rafael y Viviana, avergonzados, tomaron un taxi y se escaparon apresurados del lugar.

Mariana miró el patio vacío; todo seguía igual, excepto que su madre ya no estaba. Pedro le dio una suave palmada en el hombro para consolarla. Él hab
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