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Capítulo cinco

No volví a ver a Richard ni Lilith después de la clase de Literatura, no compartíamos más clases, pero ni siquiera los vi en los pasillos, no se acercaron a sus casilleros que quedaban cerca del mío, algo era cierto, me estaban evitando, y a pesar de lo que Lucas había dicho presentía que algo no andaba bien.

A este otro tampoco me lo había vuelto a topar, parecía que se habían puesto de acuerdo para armarme un complot. Estaba en la clase de Álgebra, la señora Harris estaba explicando nuevos ejercicios, ya había llevado a revisar mi tarea que exitosamente salí bien, me sentía orgullosa, la había hecho sin ayuda, bueno tan vez con un poco de ayuda por parte de mi imaginario amigo.

Eso no contaba, ¿cierto? Si era producto de mi imaginación, era yo misma recordándome que debía hacer para resolver el ejercicio, además no le iba a creer que asistía a mi clase de Álgebra.

Solo por asegurarme me giré disimuladamente sobre mi asiento. Ahí estaba, en una esquina al final del salón, notó que lo estaba viendo, me sonrió e hizo un gesto aleteando su mano para saludarme, luego siguió poniendo atención a la clase, yo hice lo mismo. O lo intenté.

A veces mi mente podía ser un lío, más si él estaba cerca. Lucas podía sentarse, o tocar objetos, si se concentraba podía ser lo suficientemente físico para hacerlo, nunca lo suficiente como para que alguien lo mirase o tocase.

Al principio tuve que verlo traspasando paredes, muebles, con el tiempo logró controlarlo y sentirse más normal, había aprendido mucho durante esos ocho años, yo también, como para saber que debió haber desaparecido hacía mucho pero ahí seguía; queriendo ser un amigo imaginario culto y estudioso. 

Su rostro concentrado era apreciable, sus ojos un poco entrecerrados, su cabello cayendo sobre su cara, con su flequillo cubriendo su frente, y la expresión fruncida de sus cejas, ya hubiera querido tener yo esa misma expresión en esa clase, parecía interesarle más que a mí.

La campana sonó, lo busqué para preguntarle que sabía sobre lo que les pasaba a mis dos discretos y para nada buenos amigos, pero cuando me giré para verlo, ya se había ido, tendría que esperar a saber hasta que llegara a casa, allí él no podría escapar. 

Al llegar a casa tiré la mochila al piso, ni siquiera había visto a mis amigos a la salida, no entendía por qué tanto secreto, me quedé a ver el techo, agonizando por el ajetreado día que había pasado. Tal vez exagerando una parte. En el techo colgaban linternas al estilo chino, mi madre decía que era una buena forma de recordar que tenía raíces de allí. 

Casi nunca las encendía, estaban de extras en la habitación, en las esquinas a los lados de mi cama, caían en cascada una más pequeña que la otra y se ajustaban a la pared a medida iban descendiendo del techo, ella las había ordenado de esa manera. 

Me recosté sobre mi hombro izquierdo para tocar la alfombra con mis dedos. En ese momento mi vista se empañó, casi al punto de perder mi conciencia sentí un leve dolor cruzando el lado derecho de mi sien. Solía pasarme, no tan seguido, era una secuela del accidente de segundo grado, no recordaba mucho, pero los doctores le habían dicho a mamá que podía deberse al impacto que recibí al caer al piso del autobús, algo relacionado con una parte me mi cerebro, no le daba demasiada importancia, las secuelas podían desaparecer con el tiempo, solo eran algunos mareos por el golpe que recibí, ya estaba tomando medicinas para ello.

()

Mamá estaba viendo la tv, en la que salía un programa que le gustaba, uno de los pocos programas estadunidenses que le atraían realmente, tal vez porque marco la etapa del noviazgo entre ella y papá, o quizá porque se tomaban las situaciones de la vida cotidiana de manera divertida, lo que hacía que también fuera de mis favoritos, me senté junto a ella para verlo.

—Hola mami —la salude dándole un abrazo.

—Hola cielo, ¿vas a quedarte a ver televisión conmigo hoy? —me recosté sobre su hombro.

—Si. ¿Qué capitulo es?

—Cuando él le propone matrimonio.

—Genial. —me quedé viendo la pantalla.

Era la serie, Friends.

—Mónica, ¿quieres casarte conmigo?

—Sí.

—Oigan chicos, ¿Ya podemos pasar? Ya nos cansamos de estar esperando aquí.

Nos reímos, era divertido ver esa serie, siempre, aunque tuviéramos un día demasiado cansado, si nos íbamos a poner de acuerdo para ver la tv ese programa era la mejor opción. Ese día había maratón de una hora así que nos quedamos quietas en el sillón mirándolo.

—Esa serie es muy buena. 

No supe a qué hora había llegado Lucas, estaba tranquilo como si nada en otro de los sofás, lo miré disimuladamente para que mamá no se diera cuenta, y le hice señal de que quería hablar con él en mi habitación acerca de lo que se suponía que sabía, pero ni siquiera me miró, solo se quedó concentrado en la tv.

—¿Que ves Xia? —Mamá me llamó la atención al darse cuenta de que no miraba nada seguramente. Xia era mi primer nombre, el que mi madre había elegido, era bonito, pero prefería mejor el de Emilia, me recordaba a mi papá quien lo había escogido.

Él me miró divertido, —Lo mismo me pregunto yo.

Le entrecerré mis ojos antes de mirar a mamá.

—Nada, solo me pareció ver una rata. —respondí con tono de venganza, el negó de manera incrédula ante mis palabras.

—Qué raro, aquí no hay ratas que yo sepa.

—Seguramente solo lo imaginé. —Resalté el imaginé mirándolo, este solo sonrió socarrón, mientras fingía ver la tv. La situación le era todo divertida. Le importaba un bledo estarme haciendo ver como tonta frente a mi madre.

—¿Quieres jugar Hale? —preguntó arqueando una ceja.

—Estás actuando raro hoy Emilia, (¿te sientes bien?)—preguntó ella con algo de preocupación.

No podía darme el lujo de estar teniendo mis pleitos con Lucas en plena sala y a la vista de mi madre, así que solo tuve que ver como se reía de la situación sin poder decirle nada, eso era él, no sabía de donde, o como, lograba ver siempre lo divertido de cada cosa y nunca se fijaba en los problemas que me metía.

—Es que últimamente he estado estresada es todo.

—Bueno si es así, creo que hay té de chií en la cocina, te preparare un poco—se levantó y se dirigió a la cocina. 

Yo me tire al suelo para poder susurrarle a Lucas cuanto le odiaba—Eres un tonto, no puedo creer que te aparezcas cuando estoy con mamá. —Lo hacía casi todo el tiempo, no debía sorprenderme.

—Puedo hacer lo que se me dé la gana Emilia, acepta que no puedes estarme controlando todo el tiempo, donde debo y donde no puedo estar, solo ignórame, sabes cómo hacerlo. —se encogió de hombros.

Se levantó del sofá y se fue como cualquier persona, caminando hacia la habitación, no había utilizado su poder de desvanecerse, yo me quede impactada por cómo me habló, era la primera vez que lo hacía de esa manera, tan cortante.

—Espera—dije en voz alta mientras me levantaba.

—¿Qué dices? —respondió mamá desde la cocina.

—Ehnada, que me siento bien y que me iré a dormir temprano hoy—mentí.

—(¿Segura?).

— (Si, segura) buenas noches—corrí a darle un beso en la mejilla y luego me fui detrás de Lucas.

Me lo encontré en una esquina de la habitación jugando con lo que parecía ser una pluma de la almohada que seguramente se habría caído por la noche o qué se yo. Tenía su frente arrugada. Estaba molesto. Me acerqué con cuidado, no se movió, aun teniéndome en frente siguió en su ensimismamiento, solo soplaba la pluma, atrapándola con su mano cada vez que esta descendía; me senté a su lado sin decir nada, creí que se apartaría, pero no se movió, algo le estaba afectando. 

Y yo quería saber que era.


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