No volví a ver a Richard ni Lilith después de la clase de Literatura, no compartíamos más clases, pero ni siquiera los vi en los pasillos, no se acercaron a sus casilleros que quedaban cerca del mío, algo era cierto, me estaban evitando, y a pesar de lo que Lucas había dicho presentía que algo no andaba bien.
A este otro tampoco me lo había vuelto a topar, parecía que se habían puesto de acuerdo para armarme un complot. Estaba en la clase de Álgebra, la señora Harris estaba explicando nuevos ejercicios, ya había llevado a revisar mi tarea que exitosamente salí bien, me sentía orgullosa, la había hecho sin ayuda, bueno tan vez con un poco de ayuda por parte de mi imaginario amigo.
Eso no contaba, ¿cierto? Si era producto de mi imaginación, era yo misma recordándome que debía hacer para resolver el ejercicio, además no le iba a creer que asistía a mi clase de Álgebra.
Solo por asegurarme me giré disimuladamente sobre mi asiento. Ahí estaba, en una esquina al final del salón, notó que lo estaba viendo, me sonrió e hizo un gesto aleteando su mano para saludarme, luego siguió poniendo atención a la clase, yo hice lo mismo. O lo intenté.
A veces mi mente podía ser un lío, más si él estaba cerca. Lucas podía sentarse, o tocar objetos, si se concentraba podía ser lo suficientemente físico para hacerlo, nunca lo suficiente como para que alguien lo mirase o tocase.
Al principio tuve que verlo traspasando paredes, muebles, con el tiempo logró controlarlo y sentirse más normal, había aprendido mucho durante esos ocho años, yo también, como para saber que debió haber desaparecido hacía mucho pero ahí seguía; queriendo ser un amigo imaginario culto y estudioso.
Su rostro concentrado era apreciable, sus ojos un poco entrecerrados, su cabello cayendo sobre su cara, con su flequillo cubriendo su frente, y la expresión fruncida de sus cejas, ya hubiera querido tener yo esa misma expresión en esa clase, parecía interesarle más que a mí.
La campana sonó, lo busqué para preguntarle que sabía sobre lo que les pasaba a mis dos discretos y para nada buenos amigos, pero cuando me giré para verlo, ya se había ido, tendría que esperar a saber hasta que llegara a casa, allí él no podría escapar.
Al llegar a casa tiré la mochila al piso, ni siquiera había visto a mis amigos a la salida, no entendía por qué tanto secreto, me quedé a ver el techo, agonizando por el ajetreado día que había pasado. Tal vez exagerando una parte. En el techo colgaban linternas al estilo chino, mi madre decía que era una buena forma de recordar que tenía raíces de allí.
Casi nunca las encendía, estaban de extras en la habitación, en las esquinas a los lados de mi cama, caían en cascada una más pequeña que la otra y se ajustaban a la pared a medida iban descendiendo del techo, ella las había ordenado de esa manera.
Me recosté sobre mi hombro izquierdo para tocar la alfombra con mis dedos. En ese momento mi vista se empañó, casi al punto de perder mi conciencia sentí un leve dolor cruzando el lado derecho de mi sien. Solía pasarme, no tan seguido, era una secuela del accidente de segundo grado, no recordaba mucho, pero los doctores le habían dicho a mamá que podía deberse al impacto que recibí al caer al piso del autobús, algo relacionado con una parte me mi cerebro, no le daba demasiada importancia, las secuelas podían desaparecer con el tiempo, solo eran algunos mareos por el golpe que recibí, ya estaba tomando medicinas para ello.
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Mamá estaba viendo la tv, en la que salía un programa que le gustaba, uno de los pocos programas estadunidenses que le atraían realmente, tal vez porque marco la etapa del noviazgo entre ella y papá, o quizá porque se tomaban las situaciones de la vida cotidiana de manera divertida, lo que hacía que también fuera de mis favoritos, me senté junto a ella para verlo.
—Hola mami —la salude dándole un abrazo.
—Hola cielo, ¿vas a quedarte a ver televisión conmigo hoy? —me recosté sobre su hombro.
—Si. ¿Qué capitulo es?
—Cuando él le propone matrimonio.
—Genial. —me quedé viendo la pantalla.
Era la serie, Friends.
—Mónica, ¿quieres casarte conmigo?
—Sí.
—Oigan chicos, ¿Ya podemos pasar? Ya nos cansamos de estar esperando aquí.
Nos reímos, era divertido ver esa serie, siempre, aunque tuviéramos un día demasiado cansado, si nos íbamos a poner de acuerdo para ver la tv ese programa era la mejor opción. Ese día había maratón de una hora así que nos quedamos quietas en el sillón mirándolo.
—Esa serie es muy buena.
No supe a qué hora había llegado Lucas, estaba tranquilo como si nada en otro de los sofás, lo miré disimuladamente para que mamá no se diera cuenta, y le hice señal de que quería hablar con él en mi habitación acerca de lo que se suponía que sabía, pero ni siquiera me miró, solo se quedó concentrado en la tv.
—¿Que ves Xia? —Mamá me llamó la atención al darse cuenta de que no miraba nada seguramente. Xia era mi primer nombre, el que mi madre había elegido, era bonito, pero prefería mejor el de Emilia, me recordaba a mi papá quien lo había escogido.
Él me miró divertido, —Lo mismo me pregunto yo.
Le entrecerré mis ojos antes de mirar a mamá.
—Nada, solo me pareció ver una rata. —respondí con tono de venganza, el negó de manera incrédula ante mis palabras.
—Qué raro, aquí no hay ratas que yo sepa.
—Seguramente solo lo imaginé. —Resalté el imaginé mirándolo, este solo sonrió socarrón, mientras fingía ver la tv. La situación le era todo divertida. Le importaba un bledo estarme haciendo ver como tonta frente a mi madre.
—¿Quieres jugar Hale? —preguntó arqueando una ceja.
—Estás actuando raro hoy Emilia, (¿te sientes bien?)—preguntó ella con algo de preocupación.
No podía darme el lujo de estar teniendo mis pleitos con Lucas en plena sala y a la vista de mi madre, así que solo tuve que ver como se reía de la situación sin poder decirle nada, eso era él, no sabía de donde, o como, lograba ver siempre lo divertido de cada cosa y nunca se fijaba en los problemas que me metía.
—Es que últimamente he estado estresada es todo.
—Bueno si es así, creo que hay té de chií en la cocina, te preparare un poco—se levantó y se dirigió a la cocina.
Yo me tire al suelo para poder susurrarle a Lucas cuanto le odiaba—Eres un tonto, no puedo creer que te aparezcas cuando estoy con mamá. —Lo hacía casi todo el tiempo, no debía sorprenderme.
—Puedo hacer lo que se me dé la gana Emilia, acepta que no puedes estarme controlando todo el tiempo, donde debo y donde no puedo estar, solo ignórame, sabes cómo hacerlo. —se encogió de hombros.
Se levantó del sofá y se fue como cualquier persona, caminando hacia la habitación, no había utilizado su poder de desvanecerse, yo me quede impactada por cómo me habló, era la primera vez que lo hacía de esa manera, tan cortante.
—Espera—dije en voz alta mientras me levantaba.
—¿Qué dices? —respondió mamá desde la cocina.
—Ehnada, que me siento bien y que me iré a dormir temprano hoy—mentí.
—(¿Segura?).
— (Si, segura) buenas noches—corrí a darle un beso en la mejilla y luego me fui detrás de Lucas.
Me lo encontré en una esquina de la habitación jugando con lo que parecía ser una pluma de la almohada que seguramente se habría caído por la noche o qué se yo. Tenía su frente arrugada. Estaba molesto. Me acerqué con cuidado, no se movió, aun teniéndome en frente siguió en su ensimismamiento, solo soplaba la pluma, atrapándola con su mano cada vez que esta descendía; me senté a su lado sin decir nada, creí que se apartaría, pero no se movió, algo le estaba afectando.
Y yo quería saber que era.
Sentí como mi corazón se hinchaba en mi pecho al verlo, era ese hinchamiento de no querer estar peleado con alguien que quieres, tener inmensas ganas de arreglar las cosas, pero en el fondo miedo de que no salga bien, aunque él era quien se había enojado conmigo, no entendía por qué. Me quedé callada un largo rato, analizando la situación, era tan repentino aquel cambio de actitud que no lo vi venir. No sabía por dónde empezar, era él quien me hacía reír, todo el tiempo, es más ni siquiera recordaba una sola vez que él se hubiera molestado de esa manera.Suspiré para avisar que estaba allí ya que él parecía no darse cuenta. Ni siquiera me miro, me quedé de nuevo en silencio mirando la alfombra café que se extendía por delante de mi cama. Aclaré mi garganta dispuesta a hablar, pero me sorprendió el tono frio con
Hubiera querido escuchar una de sus frases divertidas, no, hubiera querido escuchar una de aquellas frases burlonas que le gustaba decir, tal vez ese gesto gracioso que hacía con su cabeza al mirarme comer sola en la escuela, cualquier cosa, que me molestara para hacerme enfadar o reír que era lo que más conseguía, pero no. Solo se limitó a terminar la frase que empecé, de la manera más fría que jamás había oído de él.—¿Ya debería haber desaparecido para siempre? ¿Es eso lo que quieres decir? Creí que querías arreglar las cosas, —apartó la mirada—que por eso estabas aquí.—Lucas, no quise—Herir mis sentimientos, ¿Pero en realidad tengo sentimientos Emilia? —Empezó a acercarse peligrosamente a mí, con un evidente sarcasmo en su voz que no dejaba salir la mía—&iq
— ¿Sabes algo? Aun no entiendo por qué dejaste de venir. —susurraba cerca mío.—Yo tampoco. Solo tenía miedo.— ¿De qué?—De la señorita Hale.— ¿De la señorita Hale?—¡Señorita Hale!—¡Emilia!El sonido de un cuaderno cayendo sobre mi mesa me despertó haciendo que me sobresaltase. La señorita Liss me miraba expectante, toda la clase de arte tenía sus ojos en mí, tragué antes de encontrar algo de mi voz adormilada.—Lo siento.—Dígame algo señorita Hale, ¿le parece que mi clase es aburrida? ¿Por qué estaba durmiendo?—Yoeste—Se objetiva Emilia, no balbucees. —me murmuró.—No señora Liss, es que anoche no dormí bien, pensando en el cuadro con el qu
—Chandler, cállate quieres.—Está bien. entiendo, es cosa de chicas.Estaba viendo Friends con mi madre cuando sonó mi celular, era inconfundible el sonido de I Found a Way de Drake Bell, el intro de la serie. Lucas estaba a un lado en el piso y al escuchar el intro lo cantó a todo pulmón, se puso en pie, empezó a bailar en medio de la sala con pasos ridículos. Yo me reí, nos encantaba la serie, él, era mi Josh, mamá se había ido a la cocina para preparar palomitas, tenía suerte de que no me escuchara reír, dejé que el intro llegara a la mitad, por suerte quien llamaba estaba dispuesto a esperar.—Emilia ¿no piensas contestar? —mi madre llamó mi atención.—Sí, —me puse en pie— ¿ya van a estar las palomitas?—Ya están, solo les pongo mantequilla, te esperaría, pero creo que vas a tardar en esta llamada—señaló con la cabeza la pantalla, donde se podía observar el nombre de Mike.Entonces me apresuré a contestar, era una video llamada, sonreí al verl
—Qué opinas de este—preguntaba por enésima vez. Siempre era algo diferente, pero, me estaba empezando a hartar de todo.Austin y yo nos encontrábamos en medio del partido de futbol americano del equipo de la escuela en donde se encontraba Richard, competían contra las Águilas un equipo de afuera, el equipo local se llamaba las Ardillas, estaban perdiendo, era evidente que, hacia falta de mi amigo para lograr ganar, pero por alguna razón que desconocía, luego de haber insistido hasta el cansancio a que fuera, no apareció, ni el, ni Lilith.Lo que fuera, algo no andaba bien, el caso fue que al aceptar había olvidado por completo que tenía que reunirme con Austin para empezar los preparativos para la fiesta de la maestra de arte, y ahí me encontraba con ropa para nada adecuada en un estadio. La chica que decía ser mi amiga desde la infancia me obligó a ponerme un p
No estaba de más mencionar mi terrible aspecto, ni actitud tirada al suelo, ya sabía que los partidos de futbol eran así, por eso no iba a ninguno. Estuve allí porque ellos dijeron que era importante, me vistieron para la ocasión, ¿solo para qué? ¿Verme llegando a casa empapada de refresco de alguien más, con mi vestido arruinado y una autoestima lleno de refresco? Si era alguna broma esperaba que al menos a ellos les estuviera haciendo gracia.—Lo siento Ansel, estoy ocupado ahora, quizá lo dejemos para después—escuche decir a Austin por el celular, camine hasta él.—Austin, estoy bien, ve con tu amigo, voy a irme sola a casa—avise.Tapó la salida de voz del celular—Vamos, no te dejare ir en ese estado, déjame acompañarte a casa—insistió.—No, ya estoy grande ¿no crees?No estaba de acuerdo, pero al ver mi cara decidida asintió—Esta bien.—Nos vemos después, —hice ademán de querer acercarme—Mejor nos ahorramos las formalidades por hoy.<
—Emilia ya llegué, cielo santo, que clase de zoológico es este–escuchamos la voz de mi madre al entrar por la puerta. Todos teníamos puestos pijamas jumper de animales, los gemelos eran Leones, la morena un unicornio y yo un koala.Richard y yo que seguíamos en la cocina teniendo la conversación más sincera que jamás habíamos tenido, nos abrazamos rápidamente para finalizarla. Mike y Lily fueron los primeros que fueron a recibir a mi madre. Al igual que yo mamá no podía creerse estar viendo al rubio en persona.—Mírate que alto estas—le decía mi madre quien se quedaba hasta el mentón del gemelo—has crecido tanto como tu hermano, e igual de guapo.Codeé a Richy, para hacerle saber que tenía mismas cualidades y tan buenas como las de su hermano, él me sonrió.—Gracias señora Wang—respondió Mike amablemente.—Es tan lindo volver a verlos a todos juntos, en serio, que si todos sus padres pudieran verlos se enternecerían. —Mi madre tocaba los hombros de ambo
—Y esta es Emilia y sus amigos en su pijamada.Mi madre le mostraba las fotos que había tomado mientras dormíamos en la pijamada a mis abuelos que estaban de visita por mi cumpleaños, mis abuelos solo se reían mientras yo me estaba cuestionando sobre si debía taparme la cara o simplemente dejarlo pasar. Había entrado a la habitación desde antes que despertáramos para verificar que todo estuviera en orden, tomó fotos en el momento justo, cuando los pies de Mike estaban sobre mi estómago, cuando su cabeza estaba en mi estómago, cuando me abrazó como si fuera su almohada, cuando Richard abrazaba a su hermano como si fuera una almohada, cuando le mordía la mano, cuando Lilith puso su mano en mi cara, cuando el gemelo enamorado se fue a dormir del lado de ella, y muchas, muchas más. Suerte que solo eran mis abuelos, hubiera sido peor que alguien más las hubiera visto. Noté algo sobre el hombro de la abuela Lía, el escudo del capitán américa en una camiseta que yo conocía bien, él e