Narra René.Mi mano viaja rápido por todo mi glande apretando un poco esta tensión, porque me gusta sufrir, aunque no me gusta que el cuerpo que recién tembló en mis manos me haga sufrir.No podía tener sexo real con ella anoche porque no estaba listo ni la cuarta parte. Y eso no solo se debe a que Karen me haya intentado besar ayer, sino porque al llegar al apartamento de Marina, no esperaba ser recibido así.Mis sentimientos están al borde y aunque no miento cuando le digo a mi masajista que mi mejor amiga es solo eso, que hayamos pasado por un momento así después de tantos años conociéndonos, después de tanto que anhelé que tan solo lo intentara bromeando, me parece imposible de asimilar tan rápido.Mis movimientos son tan rápidos como puedo, mis manos pican por la circulación; el agua fría cae por toda mi espalda mientras mi mano izquierda hace todo lo posible por mantenerse firme en los azulejos porque arde por dentro el Marina haberme clavado las uñas allí anoche.El recuerdo de
Narra René.Barnsley me palmea una nalga y le saco el dedo medio cuidando que ninguna cámara nos vea.A veces es divertido hacerlo, porque es parte de nuestra motivación, pero ahora me siento tan al borde que no quiero si quiera escuchar los abucheos del publico, ya que no estamos en casa, viajamos hasta Cincinnati para jugar con los Reds.—Un cachorro anda perdido… —Gregory aparece de la nada tras bastidores.—¡Hey! —Le abrazo, sorprendido—. ¿Qué haces aquí?—¿No supiste?—¿Qué?Levanta la manga de su suéter señalándome un yeso en la mano. Mierda. —Vuelvo antes de que acabe la temporada para hacerte pedazos —Ambos tomamos asiento en las butacas, y él parece saber que algo me pasa porque espera a que todos estén lejos para hablar de nuevo—. Te vi agotado en el último juego.—Sí... algo.—¿Estás haciéndolo correcto? —se preocupa.—Sí, tomo todo, hago el entrenamiento y... no es eso, Gregory. No tiene nada que ver con mi verdadera condición física.—¿Problemas con tu familia o con la
Mierda. No. No. Ella no puede estar aquí.—¿Pasa algo? —me cuestiona Barnsley desde primera base—. Hey, René, ¿ocurre algo...? —No respondo, no quiero hablar con nadie, solo quiero concentrarme en el juego—. ¡Duque!El chico de los Reds hace un Home Run y los gritos de la fanaticada celebrando hace que me hierva la sangre.De camino a nuestro lugar Barnsley me sigue, tocando mi hombro, y eso me molesta.—¡¿Qué carajos quieres?!Mi grito está acompañado de un empujón que lo hace caer al suelo, sorprendido.Todos mis compañeros me ven intentando encontrar una explicación lógica y necesito salir de esto.Evado a todos mis compañeros sin querer lastimarlos y corro hacia el pequeño baño para quitarme la ropa y echar el agua con hielo en mi cuerpo.Ayuda. Respiro. De verdad me ayuda.Tocan la puerta y cuando veo mi reflejo en el espejo me asusta mi propia mirada; pue se ha puesto más oscura que antes y parece que las cuencas se me van a salir, al igual que las venas de mi cuello y brazos.C
Narrador.—Vale, vale, me parece suficiente esto... Hey, para... ¡Para!La morena detiene su caminar pensando en que tal vez ha alejado lo suficiente a Marina como para que deje de afectar a su amigo. Y cuando su vista se enfoca en la gran pantalla detrás de ellas, respira profundo.Chicago 7, Cincinnati 6.A Marina también le alegra saber eso.Karen parece pensar demasiado lo que tiene para decirle, y eso solo hace que la contraria se sienta estúpida.En primer lugar, Marina no debía estar allí. La razón por la cual sucedió fue porque Rafaela, la hermana de René, la localizó, así que terminó parando en su apartamento unas horas después de que el beisbolista se fuera.La gemela quería sus servicios de masajista pero no en la mansión Duque.—No quiero que anden de metiches —le explicó la gemela—. Ya sabes cómo son.Mantuvieron una charla muy larga durante toda la sesión acerca de la floristería que tenía varias sucursales, y lo mucho que eso la generaba paz, así como su vida en el mun
Narra Marina:La puerta de mi apartamento es tocada y con la expectativa presente, la abro rápidamente.Son la una de la madrugada del lunes y el caliente latino se recuesta del marco lateral de la puerta, luciendo cansado; en sus manos trae comida china, helado y rosas rojas y blancas que me extiende con una sonrisa que me expresa disculpas.Necesito que alguien me haga entender por qué cada que este hombre aparece en mi puerta, sin importar qué haya pasado, mi cabeza maquina cosas que no ha pensado con otros.Sí, como olvidar todo, desnudarlo aquí mismo y hacer de él lo que desee.Respiro profundo cuando tomo las rosas, tratando de mantener la calma en todos los sentidos.Así que pienso rápido en lo primero que debería decirle.—Hablé con Karen...Ya no pienso ocultarle nada.—Eso lo sé... —Suspira.—Y estuve en el...—Eso también lo sé, y es lo que me importa... El latino cierra la puerta tras él, deja las cosas en la mesa mientras yo busco un recipiente cúbico para prepararlo p
Narra René. Siento que el tiempo pasa en cámara lenta cuando bajamos del taxi y tomo la mano de una Marina sonriente que ve nuestro tacto mientras juntos nos adentramos a su lugar de trabajo. Se siente tan bien entre mi estado de ánimo tan ansioso. Luce su uniforme azul que la hace ver preciosa, delicada y sensual . Sus labios naturales con brillo y las ondas de su cabello suelto me generan una especie de cosquilleo en la punta de los dedos. La sonrisa nerviosa que tiene desde que le sugerí acompañarla me contagia. Hace demasiado tiempo que no me dejo ver de esta forma en publico con una mujer, menos siendo consciente de lo mucho que me mueve el piso, o peor aun, de lo mucho que me aterra perderla sin haberla tenido realmente. Ella saluda amablemente a todos con una sonrisa y las miradas se posan en nuestras manos unidas las cuales sudan, pero no nos soltamos. Después de ver y sentir por primera vez cómo puede arruinarse mi carrera no quiero que nos soltemos, nunca si es po
Narra René.—¿Puedes dejar de reír...? ¡René! Me agarro el estómago cuando más de una persona se contagia de mi risa y pronto mi masajista se une, así como una mujer que se acerca y que sé es la jefa de las enfermeras.—Muy chistoso todo, ¿no? —Por la forma en que ve a Marina nuestra risa se detiene en seco, pero mi amigo no, así que pongo mis manos encima tras la mirada da la mujer—. Señor Duque, ¿cómo sigue su hermano?—Bien, mejorando…—Enfermera Grimaldi, ¿tiene un reloj consigo?—S-sí, Kim, es que yo... —Marina intenta hablar.—Se nos hizo tarde porque, eh, nosotros... ehm... nosotros estábamos... aquí, estamos ya aquí... y ¿eso es lo que importa no? —intento excusarla.—No cuando el señor Dexter solo deja que Marina sea la que lo lleve al baño. Y eso debía ser ¡hace una hora!Marina me ve con pánico y la mujer con bastante molestia. Bien, no basta solo con la caída, también se me dificulta el habla.Y eso también me da risa.Tengo que apretar los labios mientras Marina se lleva
Narra Marina.—¿Y qué harás? ¿Le pedirás que lo busque o se lo llevarás?Ante la pregunta de Hillary, cuando está a punto de entregar su guardia, suspiro.—Creo que iré a llevarlo —expreso—. Es raro que no haya venido durante todo el día.Segundos después de que comenzara con mi día laboral una de las enfermeras me entregó el teléfono de René; supuse que tras la loca caída el teléfono salió de su bolsillo y no se percató de ello.Hillary termina de firmar y me ve.—¿Y...?—¿Y qué? —cuestiono confundida, así que ella abre los ojos muy grande queriendo decirme algo. Creo que sé lo que piensa—. No, Hillary, es su privacidad.—Ohhh, ¡vamos! ¿Qué más da? No se va a enterar.—Tiene clave —mascullo derrotada.—¿Qué? —Ella me golpea el brazo con la carpeta mientras ríe cuando la acompaño al ascensor—. Eres una diabla.—Yo no soy así. No tengo toxicidad en mi cuerpo.—Oh, créeme amiga mía, toda mujer enamorada lo tiene...Me detengo en seco, meto mis manos dentro de mis bolsillos y puedo senti