Narra René.—¿Puedes dejar de reír...? ¡René! Me agarro el estómago cuando más de una persona se contagia de mi risa y pronto mi masajista se une, así como una mujer que se acerca y que sé es la jefa de las enfermeras.—Muy chistoso todo, ¿no? —Por la forma en que ve a Marina nuestra risa se detiene en seco, pero mi amigo no, así que pongo mis manos encima tras la mirada da la mujer—. Señor Duque, ¿cómo sigue su hermano?—Bien, mejorando…—Enfermera Grimaldi, ¿tiene un reloj consigo?—S-sí, Kim, es que yo... —Marina intenta hablar.—Se nos hizo tarde porque, eh, nosotros... ehm... nosotros estábamos... aquí, estamos ya aquí... y ¿eso es lo que importa no? —intento excusarla.—No cuando el señor Dexter solo deja que Marina sea la que lo lleve al baño. Y eso debía ser ¡hace una hora!Marina me ve con pánico y la mujer con bastante molestia. Bien, no basta solo con la caída, también se me dificulta el habla.Y eso también me da risa.Tengo que apretar los labios mientras Marina se lleva
Narra Marina.—¿Y qué harás? ¿Le pedirás que lo busque o se lo llevarás?Ante la pregunta de Hillary, cuando está a punto de entregar su guardia, suspiro.—Creo que iré a llevarlo —expreso—. Es raro que no haya venido durante todo el día.Segundos después de que comenzara con mi día laboral una de las enfermeras me entregó el teléfono de René; supuse que tras la loca caída el teléfono salió de su bolsillo y no se percató de ello.Hillary termina de firmar y me ve.—¿Y...?—¿Y qué? —cuestiono confundida, así que ella abre los ojos muy grande queriendo decirme algo. Creo que sé lo que piensa—. No, Hillary, es su privacidad.—Ohhh, ¡vamos! ¿Qué más da? No se va a enterar.—Tiene clave —mascullo derrotada.—¿Qué? —Ella me golpea el brazo con la carpeta mientras ríe cuando la acompaño al ascensor—. Eres una diabla.—Yo no soy así. No tengo toxicidad en mi cuerpo.—Oh, créeme amiga mía, toda mujer enamorada lo tiene...Me detengo en seco, meto mis manos dentro de mis bolsillos y puedo senti
Narra Marina.Maldigo cuando Roberto continúa su discurso en español y no entiendo.Hay un suspiro que puedo interpretar es de René, así que mi corazón se estruja pensando en lo estúpida que soy.—Amo a Marina... —Mi cliente favorito confiesa, y mi ser se desestabiliza—. Hace mucho que dejé de querer a Karen de la forma en que lo hacía. Y la razón por la cual no accedí a su desesperada propuesta es por eso, porque no quiero hacerlo y porque eres mi hermano y te respeto aunque tú no tengas ni una pizca de eso hacia mí.Hay un gran silencio que me hace sentir más que ansiosa, así que uno de mis ojos se asoma por el espacio y puedo verlos; amarrados a una silla, de espaldas al otro, con las manos unidas. Como un par de niños pequeños.—Voy a fingir que estamos bien pero sabes que no es así, y no diré más al respecto —es lo que su hermano le responde.Mi estómago se retuerce por todo lo que una mujer ha podido causar en ellos, así que cuando la tengo frente a mí, quizás asegurándose de qu
Narrador. —Shhh shhh shhh, solo hazme tuya de una vez por todas y ya. Marina cierra los ojos mientras su frente se mantiene unida a la del latino, ambos con las respiraciones pesadas y la piel erizada. El agua fría comienza a mojar la ropa de la pelinegra y ante esa vista René no puede contenerse, así que allí frente a ella, completamente desnudo toma el shampoo en sus manos, lo echa en el cabello de la mujer y con leves masajes le lava el cabello mientras la besa. Pronto sus manos llenas de espuma se deslizan por el cuello de su chica y con su boca deja una marca justo allí porque necesita asegurarse que cualquiera pueda ver que no está sola. Marina jadea mientras no tiene las fuerzas para siquiera tocarlo porque René se adueña por completo de su cuerpo, quitándole toda la ropa, pasando el jabón por encima de sus pezones duros, rozando su masculinidad erecta con la tela que le impide entrar a ella. Ella lo abraza besando lo que puede de su cuerpo, mientras él disfruta pasar las
Narra René.Nuestros cuerpos están envueltos en el otro en forma de cuchara y el sentimiento abrumador en mi pecho necesita salir de alguna forma.—Eres una mujer increíblemente hermosa.La siento suspirar en mi pecho, mi corazón se acelera.—Tú eres…—Guapo, lo sé.—René… —Ríe un poco y solo me enamoro más—. Eres un hombre increíblemente atractivo también.—¿Eso piensas?—Eso pienso.Hay un pequeño silencio de mi parte. Se trata de la culpa, de mi enamoramiento, de nuestro destino y sus sentimientos.Si me voy le rompo el corazón, y si me quedo echaré a perder más que eso.Una lágrima se me escapa y rápido intento sentirme mejor ante esos pensamientos.—Ayer eras incapaz de verme a los ojos por más de tres segundos y ahora me miras así, sin vergüenza alguna por tus gritos toda la noche —le digo.—Yo no estaba...—Marina, estabas gritando. Y no quiero que lo dejes de hacer si quiera porque la habitación de mis padres está al lado de esta.—¡René! —Ella se da vuelta de inmediato y le
—Buenos días —dice Mamá.—Buenos días muchachones —nos desea Papá.Sé que aún están molestos por lo que ocurrió ayer pero también saben que no fue mi culpa entera y eso me mantiene menos preocupado.—Siéntense —nos dice Rafaela.—Anoche no pude dormir tan bien como ustedes pero al menos puedo caminar bien —suelta Roxana sin pudor, y agradezco que lo haya dicho en español.Todos ríen ante eso y Marina me toma la mano, está fría.—La hacen sentir incomoda, sean respetuosos —les digo a todos, en nuestro idioma natal.—Perdón, pero fueron ustedes los que me dejaron sin estudiar —habla Raúl.Mi padre lo ve de mala forma.—¿Estudiar sobre qué? Si no sabes qué hacer con tu vida.—Lo siento. —Marina nos sorprende al hablar en español—. No quise causar molestia alguna.Se me retuerce el estomago porque veo en sus ojos lo mucho que esto la avergüenza y les tiro una mirada molesta a todos, quienes nos observan con picardía.—Es normal, cariño… —Mi madre camina hasta nosotros y la toma de los hom
Narra Marina.Camino en una cuerda floja con precipicio directo al amor. El cuerpo me duele como nunca antes me había dolido y es porque anoche tuve el mejor sexo de toda mi vida.Es el único dolor que quiero volver a sentir.Aunque apuesto que con bastante práctica algún día ya no sentiré malestares.Más prácticas fuera de la casa Duque, por supuesto. Qué vergüenza. Nunca pasé algo como lo que vivo teniendo a René al lado.Mi padres no se preocupaban por mí realmente; pero probablemente se hubiesen sentido humillados de haber salido embarazada a temprana edad. Porque la reputación siempre fue importante para ellos.Suspiro al apartar tristes recuerdos de mis padres y darle paso a la memoria de mis sentidos.Mierda. Mi cuerpo se eriza con el recuerdo de él llenándome toda. Y cada uno de mis espasmos llevándome a tocar el cielo.No hizo falta que hiciera ni el más mínimo esfuerzo en nada. Él sabe cómo hacérmelo bien. Joder.Es más de lo que algún día pude imaginar.—¿Amor?—Hola...
Narra Marina.—Solo… llama si algo sucede.Ante la mirada preocupada de Hillary justo cuando firma el libro para poder irse, mis nervios se disparan.Creí que ese hombre ya no podría causar nada en mí, pero me equivoqué. El odio y la frustración de no haberme defendido como debí comenzó a recorrer por mis venas desde esta mañana.—Está bien señor Jake, no es necesario que coma la gelatina pero es importante que tome su sopa.—Ha estas alturas de mi vida, ¿cómo puedo negarle algo a una mujer como usted señorita Grimaldi?Mi paciente me hace reír, así que me acercó a él para poner una mano en su antebrazo. Entonces él comienza a comer su sopa mientras yo verifico que todo esté bien, en vista de que presentó taquicardias esta mañana.—Ya sabes qué hacer si necesitas algo más, Jake.Salgo de la habitación en donde me encuentro. Y es loco pero en cada rincón que he ido desde esta mañana he sentido que alguien me observa, lo cual me genera bastante ansiedad.Piensa en algo bonito, Marina.M