Capítulo 324 Dolores Crecientes
Nina

"¿Me pasas la sal?".

La voz de Enzo me devolvió a la realidad, sacándome de la profunda espiral de pensamientos en la que me encontraba; constantes preguntas de qué pasaría si, ansiedad, quizás incluso un poco de miedo.

"Claro", dije, tendiéndole el salero desde el otro lado del mostrador.

Nuestras manos se rozaron brevemente, y fue suficiente para agitar mi lobo interior, haciéndola consciente, alerta. Ella había percibido que algo no iba bien, aunque ninguno de los dos pudimos averiguar qué era. Pero ahora mismo, no quería pensar en eso.

No ahora, con Enzo a punto de irse a un fin de semana crítico que podría marcar el rumbo futuro de su carrera. Decidí deshacerme de la sensación de ansiedad, atribuyéndola al persistente malestar estomacal que aún no había desaparecido del todo.

Por fin nos sentamos a comer, con el comedor iluminado por el cálido resplandor de las velas. La comida se veía deliciosa, una mezcla de verduras, pollo a la parrilla y una guarnición de pan de ajo
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