Capítulo 238 Una Parada en el Camino
Nina

Enzo y yo seguimos al viejo Frank hasta la cafetería.

Teníamos poco tiempo, pero Frank tenía razón; nos esperaba un viaje importante, y no podíamos cumplir nuestros objetivos a base de café y patatas fritas. Ninguno de los dos había comido en más de un día, y ambos estábamos hambrientos.

Frank abrió la puerta de la vieja cafetería retro, haciendo que la campanilla golpeara el cristal y tintineara con fuerza. La cafetería se parecía mucho a la cafetería en la que yo trabajaba; había algunas cabinas cubiertas de vinilo en las ventanas junto con un largo mostrador esmaltado con banquillos. Todo parecía ser de color azul cielo o blanco crema, incluso el uniforme de las camareras. Era, en esencia, lo típico de la cafetería norteamericana. Aparte del hecho de que la gente aquí eran todos hombres lobo o alguna otra forma de ocultismo, en realidad ni siquiera se sentía como si hubiera puesto un pie fuera de Montaña Vista.

Sin esperar a la camarera, Frank nos guio a un asiento de
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