EnzoDebí saber que Lisa no era confiable. Creí que la tenía de mi lado gracias a mis propias habilidades, pero resultó que el entrenamiento que Edward le dio la hizo completamente invulnerable a mí... y, a su vez, sus propias palabras hipnóticas me adormecieron en una falsa sensación de seguridad.Me guió por el bosque que estaba detrás de las cabañas, llevándome por un camino sinuoso que finalmente me condujo a una pequeña compuerta en el suelo. Abrió la compuerta y bajó por una escalera, y yo la seguí estúpidamente."¿Qué es este lugar?", pregunté mientras entrábamos en un estrecho túnel al final de la escalera."Es el escondite secreto de Edward", me dijo. "¿Sabes que la escuela solía ser un sanatorio? Bueno, aquí era donde transportaban los cadáveres".Fue ahora cuando empecé a darme cuenta de que seguir a Lisa podía acabar en desastre, pero ¿qué otra cosa podía hacer? No tenía otra forma posible de encontrar a Nina, y mientras Lisa me guiaba por el laberinto de túneles, sabí
NinaEdward se fue y no regresó por mucho tiempo. Me acosté en la cama, atrapada en mis correas, mientras esperaba a que volviera.Al final, la medicina paró de hacerme perder el conocimiento. Sabía que eso significaba que Edward volvería pronto para darme más, y lo ansiaba; sabía que cuanto más tomara su medicina, más cerca estaría de mejorar.En cierto momento, me quedé dormida de puro cansancio y aburrimiento más que por la medicina. Volví a caer en el sueño con el lobo. Era casi como si me estuviera esperando."¿Estás lista para despertar?", me preguntó."Acabo de dormirme"."Así no", respondió, con sus ojos oscuros fijos en mí mientras su voz resonaba a mi alrededor. "Quiero decir, ¿estás lista para despertar a tu verdadera naturaleza? Puedo darte un poco de mi poder y podrás liberarte. Aunque solo puedo darte un poquito; aún soy débil".Fruncí el ceño y negué con la cabeza. "No", dije. "Sé que no eres real. Necesito recuperarme para poder volver a casa, y si sigo hablando
NinaPor horas después de vomitar mi medicina, todo lo que pude escuchar eran los sonidos de Edward golpeando a Enzo en la habitación de al lado. Deseaba poder entrar y detenerlo, pero sabía que sería un esfuerzo inútil; tenía que ser inteligente si realmente quería sacarnos a Enzo y a mí de este lugar.Mientras Edward estaba al lado, planeé mi huida. La primera vez que vine aquí, me di cuenta de que se metía un papel en el bolsillo después de usar el teclado de mi puerta. Lo olvidé a causa de la medicina, pero ahora que volvía a estar sobria lo recordaba con claridad. Edward debía de cambiar los códigos de las puertas cada vez que traía un nuevo "paciente", así que guardaba los códigos en el bolsillo por si se le olvidaban. Si conseguía sacarle los códigos del bolsillo, podría escaparme de nuevo cuando él no estuviera y entrar en la habitación de Enzo.Primero, limpié el vómito con una funda de almohada y lo metí debajo de la cama. Después, me acostaría en la cama cuando lo escucha
Nina"Me llamo Nina Harper. Soy estudiante de la Universidad de Montaña Vista. Edward es un mentiroso, y los hombres lobo son reales. Enzo es un buen hombre, y vino a salvarme...".Mientras susurraba este mantra para mí misma, finalmente, lenta pero segura, me dirigí a la puerta de Enzo. Saqué el papel de mi mano y lo desarrugué, forzando mis ojos borrosos para leer los números.En el papel había una lista de cuatro números diferentes."Siete... Tres... Nueve... Cero".Introduje el primer número en la puerta y me mordí el labio, observando con la respiración contenida y dejando escapar un suspiro de decepción cuando la luz parpadeó en rojo en el teclado. Volví a mirar a ambos lados por encima del hombro, gimiendo en voz baja mientras un dolor punzante se apoderaba de mi cuello herido, antes de probar con el siguiente número."Ocho... Uno... Dos... Cinco".Volví a esperar. El teclado volvió a parpadear en rojo.Tenía que ser uno de estos números, ¿verdad?"Cinco... Cuatro... Se
Nina“Ni-Nina...”. El sonido de la voz de Enzo, en ese momento, fue lo más hermoso que había escuchado jamás. “Estoy aquí, Enzo”, susurré, manteniendo las manos sobre su espalda desgarrada mientras seguía concentrando toda mi energía en curarle. “Estoy aquí”. “Nina... Detente...”. Abrí los ojos y miré a Enzo con el ceño fruncido. ¿Por qué querría que dejara de curarle? “Sé que duele”, le dije con tono tranquilizador, “pero te prometo que casi he terminado”. De repente, me di cuenta de por qué Enzo quería que parara cuando oí que la puerta se abría. Jadeé, levantando la vista y vi a Edward de pie en la puerta. “¿Qué demonios está pasando aquí?”, exclamó, cogiendo un gran instrumento metálico en forma de vara de la mesa que había junto a la puerta. “¿Intentamos escapar?”. Me quedé paralizada, con las manos aún apretadas contra la espalda de Enzo, mientras intentaba concentrarme en seguir curándole todo lo que pudiera. Sin embargo, al cabo de un momento, Edward cruzó la hab
EnzoAl principio pensé que por fin éramos libres cuando vi a Edward huir con el rabo entre las piernas, pero cuando miré a Nina y vi el charco de sangre que crecía a su alrededor, supe que la verdadera lucha no había hecho más que empezar. Parecía estar en estado de conmoción. Cuando la levanté, maldiciendo en voz baja lo que Edward le había hecho, parecía momentáneamente confusa antes de perder el conocimiento por la pérdida de sangre. “Mierda”, susurré mientras la abrazaba. Cerré los ojos e intenté teletransportarme, pero no pude. El veneno que Edward me había dado debía de haber neutralizado todas mis habilidades, tal y como dijo que haría. Si no fuera porque Nina me había curado antes, ya habría muerto por la pérdida de sangre. Tenía que sacar a Nina a pie. Lisa había mencionado antes que estos túneles estaban debajo de la escuela, donde solían transportar los cuerpos cuando la escuela era supuestamente un sanatorio. Tenía que haber una entrada en la escuela, entonces. Esta
NinaDespués de que Enzo me levantara del suelo, sentí que mi visión empezaba a parpadear antes de que todo se volviera negro. Abrí los ojos unos instantes después y me encontré de nuevo en el claro del bosque. Cora ya no estaba sentada frente a mí, pero al hundir los dedos en la manta de suave pelaje rojo que me rodeaba, me di cuenta de que estaba tumbada debajo de mí. Me incorporé y miré a mí alrededor. Sentía el cuerpo ligero y ágil, y ahora podía ver por los dos ojos. Todo el dolor que me había invadido antes por los golpes de Edward había desaparecido. Mi estómago, que acababa de sentir un dolor punzante por las garras de Edward clavadas en mí momentos antes, estaba ahora completamente curado, sin ni siquiera una cicatriz. “¿Estoy muerta?”, pregunté mientras miraba a mi alrededor. Cora levantó la cabeza y la movió de un lado a otro. “No. Te pondrás bien. Solo estás aquí por ahora hasta que ellos te curen”. “¿Quiénes son 'ellos'?”. “Enzo, y esa otra mujer”, respondió Cor
NinaCuando me desperté, la enfermería estaba poco iluminada y en silencio. Mis ojos tardaron unos largos instantes en adaptarse antes de que por fin me diera cuenta de dónde estaba y de lo que había pasado. Me sentía confusa, aunque no tanto como cuando Edward me dio la medicina. “Nina”, dijo Enzo suavemente, apretándome la mano. Levanté la vista hacia él y se me dibujó una sonrisa en los labios, pero cuando abrí la boca para hablar me di cuenta enseguida de que tenía la voz demasiado ronca para articular palabra. “No pasa nada”, me dijo. “No hace falta que hables. Tiffany está aquí y cuidará de ti”. Asentí débilmente con la cabeza antes de levantar la vista y ver a Tiffany acercándose por detrás de Enzo. Tenía las cejas fruncidas por la preocupación. “Hola”, dijo en voz baja. “Siento lo que te ha pasado. Te prometo que encontraremos a Edward y lo llevaremos ante la justicia... Enzo me estaba poniendo al corriente de todo”. Miré a Enzo una vez más, con las cejas fruncidas m