Ya era bastante tarde cuando nos reunieron para comunicarnos la decisión del jurado. Los Starway habían elegido, como sus participantes amenazados, a Pepe, el español, y a Daniela, la mexicana. Crucé los dedos para que Pepe fuera el elegido para salir, porque tenía unas ganas enormes de hacer equipo con Daniela, llegar a conocerla más y que me diera algún otro truco de pastelería y masas, que eran su especialidad y de ahí que tuviera el Cosme, un restaurante de talla internacional y en 2019 fuera nombrada la mejor chef del mundo, pero antes de conocer la decisión de los jueces, tuvimos que escuchar, casi por media hora, sus razones para la decisión que habían tomado y fue Ramsay, como no podía ser de otra forma, quien se apropió de la vocería de los jueces.—Esta ha sido una de esas decisiones en las que no se ha considerado, y no ha tenido nada que ver, el talento de los participantes —dijo Ramsay, de pie entre los otros dos jueces— porque se ha dado por descartado que es impresionan
El jet aterrizó en Nassau en la madrugada y ya en ese momento había un vehículo del hotel esperándome. Llegamos en menos de quince minutos, cuando la actividad del día apenas comenzaba y asumí que Esmeralda estaría todavía durmiendo.—La prueba de anoche se extendió casi hasta las dos de la mañana —dijo Gerardo, que salió al lobby a recibirme—. Hoy se les ha dado el día a los concursantes.—¿Y cómo le fue a, ya sabes, a ella? —pregunté mientras el botones se encargaba de mi equipaje.Gerardo sonrió, satisfecho.—Excelente, señor. Una vez más, ella demostró que no solo es una gran cocinera, sin
Pese a que trasnoché, me desperté temprano para alcanzar a alistar a Verónica y, al menos, compartir el desayuno con ella y que me contara todo lo que pudiera sobre su primer día en el centro educativo.—Casi no entendí a ningún niño, porque creo que todos hablan en inglés —dijo mi Vero mientras la peinaba—, pero eso no importó porque igual jugamos y ya empecé a aprender algunas palabras.Me repitió una serie de expresiones que, esperé, no fueran palabrotas porque no comprendí que significaban, pero según ella, eran para pedir que te pasaran la pelota, que te columpiaran, ir al baño, pedir permiso…—Juego con Michael, con Mary, con Richard y con Sharon —continuó V
Con la camisa goteando la bebida que hasta hacía dos segundos llevaba en la mano, Ramsay me miró creo que más sonrojado de lo que yo estaba, lo que era ya una exageración, porque en ese momento mi color de piel era semejante al de las cerezas que habían decorado su vaso y ahora estaban en el piso. —I´m sorry, I´m sorry. —comencé a decir mientras, de la manera más idiota, intentaba limpiar su camisa con mis manos, lo que pareció sonrojalro aún más y entonces llegué a creer que iba a hacerlo estallar como una olla exprés. —It´s fine, don't worry —contestó Ramsay mientras veía que tomaba aire y también sonreía, con el gesto más tímido que he llegado a ver en un hombre y que jamás hubiera creído posible ver en alguien como él, con su fama, prestigio y fortuna.—I… Yo… I can wash… I wash your… —No sabía cómo se decía camisa en inglés, así que solo la tomé e intenté quitársela, pero solo para darle a entender cuál era mi intención.—No, Esmeralda, what are you doing? It´s fine —insistió é
No me vi con mi equipo hasta la hora del almuerzo. Los envidié porque recién se habían despertado y recordé cómo era la vida sin hijos, cuando dormir hasta la hora que quisieras era una opción, y no un lujo. No pasó mucho antes de que les contara mi reciente preocupación.—¿Entonces no sabes qué historia inventó sobre ti? —preguntó Teressa cuando terminé de contarles.—Así es. Estoy a ciegas, porque no sé qué chisme fue el que regó, o está esparciendo, sobre mí —respondí mientras pasaba el tenedor por los espaguetis que había pedido, sin mucho apetito.—¿Pero sí estás segura de que Beto regresó? —preguntó Rubí, desviando un poco el tema.—Sí, en un noventa por ciento, porque aún no lo he visto, pero alcancé a ver su equipaje en la habitación y Maléfica dijo que le había dado unos somníferos, porque le había costado dormir en los últimos días —dije.—Yo puedo hablar con alguno de los de producción y averiguar algo —propuso Teressa—, o podrías hacerlo tú, amor —dijo, mirando a Filip.—¿
Pese a que estaban muy divertidos y eran una excelente oportunidad para conocer a Daniela, tuve que dejar los juegos en la playa para ir a recibir a Verónica, que estaba por salir del centro educativo y quería aprovechar el resto de la tarde para estar con ella, ir a uno de los restaurantes, comernos un helado y nadar en la piscina, además de que ese tiempo con ella me ayudaría a distraerme del tema que tanto me preocupaba ese día y del hecho de que no dejaba de pensar en Héctor y en la posibilidad de que sí estuviera en su habitación, a solo unos metros de donde yo estaba. Me despedí y caminé hacia el hotel. Cuando estaba llegando, sentí que alguien me tomaba de la mano y, asustada, me giré. Era Filip que, después de notar que ya lo había reconocido, me llevó a un costado del lobby, hacia un corredor que llevaba a las oficinas administrativas del hotel.—Ya pudí saber lo que pasa, Esmeralda —dijo, pero en un tono y una mirada poco alentadoras, más bien angustiadas. Me preocupé.—¿Qu
Cuando llegamos a la piscina, noté que el veneno de Maléfica se había esparcido con velocidad. Podía sentir el peso de las miradas que me dirigían y hasta casi escuchar los murmullos de los rostros que reconocía como parte del equipo de producción. Lo que fuera que hubiera dicho Regina, no se limitó a susurrarlo solo en los oídos de Efraín Conde, sino que debió también regar su ponzoña en otros oídos y quizá fuera algo mucho más grave que el supuesto beso que le había dado a Filip, porque no creía posible que chismear tanto solo por eso. —¿Qué es lo que has escuchado de mí? —pregunté a Nicole cuando ya Verónica estaba en la piscina, con su amiga. —¿Señora? —exclamó Nicole, haciéndose la que no había comprendido mi pregunta. —Sé que anda circulando un rumor sobre mí y también sé que tú sabes cuál es, así que quiero saber de qué se trata —dije, decidida a no dejarme engañar.Noté que Nicole dudaba, sostenía una lucha interna por revelarme lo que sabía o recurrir a hacerse la tonta. E
Esa gatita que se había metido en mi habitación, se deslizó bajo mi cama y ahora ronroneaba a mi alrededor, semidesnuda, buscando el calor de mi piel, como si le fuera insuficiente el que ya hacía en esa densa noche tropical, fue más que suficiente para que se me olvidaran todos mis problemas, se distesaran mis músculos y solo tuviera ojos para ella, piel para sus caricias, labios para sus besos, manos para tocarla y brazos para rodearla y nunca más dejarla ir de mi lado. —No tengo mucho tiempo —repitió, susurrando contra mi oído—, aunque quisiera quedarme aquí, contigo, hasta que el sol nos encuentre desnudos, todavía haciendo el amor. El adormecimiento causado por los somníferos se evaporó tan pronto sentí su firme y redondo trasero entre las palmas de mi manos, que lo aferraron con fuerza y luego se deshicieron del satín blanco que lo bordeaba. Como si fuese un trofeo, levanté su ropa interior y se la pasé por el cuello, mientras mi gatita sonreía, traviesa, sabiendo lo que eso s