Afuera, en la sala, Leia había iniciado una conversación con Kristel, tuvo qué decirle la verdad, su casa era inhabitable por el momento y que viviría un par de días con Caleb… su charla se alargó al punto que el rubio que había salido a esperarla optó por tomar una ducha, Leia se forzó a continuar mintiendo y asegurándole que nada pasaba entre ella y su apuesto novio, ya que no deseaba decírselo por teléfono y menos por verse en esa situación… sabía que Kristel lo tomaría mal, pero prefería hacerlo de frente.
—Es por eso que tendrán que esperar para visitar mi nueva casa — mencionó, por último.
La castaña resopló desanimada —siento mucho que pases por esto…
—Descuida, espero que solo sea una etapa— dijo e intentó creer
El característico sonido de un chat activo atrajo la atención del rubio, se acercó a su computador y se sentó a esperar a la cobriza… prestó atención al mensaje que Stefano le había mandado y dio un par de instrucciones más del encargo que había ordenado esa mañana; también le ordenó mandar a alguien a recoger su auto que se había quedado en la universidad y que se le llevara hasta ese edificio.El rubio resopló cansadamente al apretar el puente de su nariz.—¿Agotado? — preguntó Leia divertida al verlo deslizar su cuerpo por esa silla de piel y tomar una postura más relajada.—Algo— aceptó el joven al cerrar su portátil y llevar su mirada a la joven salía envuelta en su tonta toalla verde y de ranas, ahora veía que era enorme —¿qu&e
Él alzó sus ojos a ella y la vio con un sonrojo sostenerle la mirada, volvió a bajar su azulina mirada a sus senos y Leia atravesó sus brazos para deslizar los tirantes de sus hombros, dejó los mismos colgando suavemente y volvió a acariciar el perfecto rostro del rubio.Él apenas sonrió y ella se aceró a besar sus labios, Caleb correspondió hambriento mientras Leia comenzaba a subir y bajar despacio, martirizando su caliente miembro al frotarse contra él Leia ardió en deseo cuando Caleb terminó de bajar los tirantes de su ropaje y exhibió sus senos, ella gimió y él apretó los mismos entre sus manos.—Eres perfecta— mencionó apenas con aliento al dejar sus labios. Besó su cuello y Leia cerró los ojos al ladear su cabeza y enredar sus dedos en los negros cabellos del rubio.<
—¿Te gustó? — preguntó al ladear su rostro y verla, el rostro de la pelinegra era oscurecido por su sombra, pero pudo notar su sonrojo. Él sonrió por ello.Leia se quedó sin habla ¿por qué preguntaba tal cosa?—¿Debo entender eso como un sí? — le preguntó sobre sus labios.—Eres…— mencionó indignada —eres un cretino, Caleb –Él sonrió y volvió a besarla mientras despacio salía de ella, un delgado hilo del blanquecino semen del rubio salió con él y ninguno se percató.—Tal vez, pero vas a amarme— mencionó seguro.En ese momento recordó las palabras soltadas por Erick aquella vez que reconoció por primera vez que la quería… &ldquo
Leia sonrió y mordió su labio mientras ocultaba su rostro con la cálida manta que los había cubierto toda la noche, sintió su rostro arder y cerró los ojos… una emoción que surgió en su estómago, subió a su pecho y erizó su piel.—Soy tan tonta— se dijo resignada. Estaba feliz.Durante la madrugada Caleb la había desnudado, se había subido a su cuerpo y le había vuelto a hacer el amor; casi podía sentir su boca besando y mordiendo su cuello, mientras despacio la penetraba… y ahora estaba ahí, completamente desnuda bajo esa manta, suspiró y trató de controlar esa tonta emoción que le provocaba estar intentando que eso de verdad funcionara, se sintió tan bien entregarse a Caleb, y ser ella quien reconociera el deseo que él había logrado transmitirle… sinti&oac
Leia jugó inquieta con el cinturón de seguridad que cruzaba su pecho mientras su vista se perdía en ocasiones entre los grandes edificios de esa ciudad capital, el lento tráfico vehicular y los peatones que esa mañana transitaban las calles.—¿Qué tienes? — la voz ronca del rubio ojiazul la hizo voltear a verlo.—¿Ah?... nada— respondió y le sonrió.El rubio que apoyaba un brazo en la ventanilla del auto mientras la otra dirigía el vehículo, la vio de medio lado.—No tienes por qué estar nerviosa – le dijo intentando calmarla.Leia abrió grandemente los ojos —no estoy nerviosa— le dijo y desvió la mirada para en un segundo volverlo a ver.Los ojos azules del joven se fijaron en el movimiento ascendente y desc
—¿Te gustaría un ultrasonido o una prueba sanguínea?—Ah, pues…— dijo y Caleb le prestó atención —lo que sea más efectivo – menciono Leia sintiendo que le faltaba el aire.El médico asintió y luego de mencionarle los porcentajes de efectividad, mandó llamar a la enfermera que se encargaría de la extracción y el análisis posterior.Leia talló sus manos sobre la delgada tela de sus jeans de mezclilla y asintió, una vez que la enfermera tuvo todo preparado, llevó a Leia con ella, dejando a los dos varones solos en el consultorio.Caleb tomó asiento por primera vez frente al escritorio, lucía tranquilo aparentemente, pero el joven médico notó su ansiedad al verlo observar sin interés las paredes de ese lugar.
—Cielos— mencionó la joven al exhalar hondamente… Caleb era capaz de rendirla con solo verla fijamente a los ojos, un profundo cosquilleo se apoderó de su estómago… ¿cómo era posible que ese joven en un par de meses hubiese desbancado a James del lugar que tuvo por años en su corazón?—Pasaremos a surtir la despensa y comprar un par de cosas, no quiero que estés sin alimentos ni enceres necesarios, y antes de que comiences de necia, yo seré quien pague por todo y no está sujeto a discusión ¿Entendido? — mencionó el joven mientras volteaba su rostro para salir de reversa de ese cajón del estacionamiento.Leia sonrió y asintió para luego agradecer…era por eso, porque a pesar de la pasión que le provocaba, Caleb siempre la cuidó, a su extraña forma, pero siempre la cuid
Un sin número de emociones se juntaron en su estómago, y negó de prisa y en silencio, sus mejillas ardían al mirar aquel lugar, quizás, en un momento dado estarían ella y Caleb viviendo juntos allí…siendo marido y mujer…avergonzada, negó nuevamente.—A ordenar todo esto, Leia… hay mucho trabajo que hacer— se dijo y comenzó a caminar hacia el comedor.No podía permitirse pensar de más las cosas, decidió que estaba en el camino correcto, y sobre él seguiría; estaba más que cómoda con Caleb, con ese lugar en el que viviría y con ella misma, solo era cuestión de acostumbrarse a todo ello, y todo estaría bien.—No toques eso— regañó con notorio fastidio el joven pelinegro al ir conduciendo su coche por la ciudad.&nb