Se escuchó el sonido característico de la red en fricción con el balón solo por un segundo, luego, los lamentos y gritos de emoción de los miembros del equipo dependiendo al bando que pertenecían.
—¡Maldición, cúbranlo mejor! — gritó Erick molesto mientras iba a recuperar el balón para reiniciar el partido.
—¡Suficiente por hoy! — informó el entrenador a los agotados jugadores deteniendo a todos.
James dejó escapar el aliento cansado mientras apoyaba sus manos en las rodillas.
—Que gran enceste— felicitó Erick al acercarse y palmearle un hombro mientras sus compañeros se dispersaban de la duela.
—Esto no es ningún reto— dijo fastidiado el pelinegro.
Los tableros electrónicos estaban apagado
Estaba seguro que ella también debería sentir algo por su primo, ya que la relación de ambos había avanzado bastante, y ellos parecían guardar el secreto, ni siquiera Kristel, su novia y mejor amiga de Leia sabía hasta qué punto esos dos estaban involucrados.Negó mientras se metía bajo el chorro de agua fría y refunfuñó fastidiado… si James no se hubiese equivocado desde el inicio, Leia no lo habría hecho después y Caleb nunca se habría podido involucrar… en ese momento se dio cuenta que un error arrastraba a otro, lo único que pudo en ese instante hacer fue desearles suerte y esperar que ninguno de esos tres que tanto quería resultara tan dañado, aunque siendo ese triángulo, era algo inevitable… los dos varones reclamaban y celaban a la chica como parte de ellos, y Leia, Leia estaría sumamente confundi
—Bien— respondió con simpleza, evitó hablar de nada de su día pues estuvo muy lejos de ser el mejor —Kristel, hay algo que creo que debería decirte…— pero aun así se decidió por contar lo de ese ojiazul, independientemente si seguía con él o no, le había estado mintiendo a su amiga y quería que eso terminara… aunque para ser sincera con ella misma, admitía, muy en el fondo, que necesitaba su consejo.—Oh, ¿y es urgente? — cuestionó la chica al voltearla a ver mientras peinaba su cabello para recogerlo en una coleta… solo entonces Leia la observó y notó que se había duchado y lucía una coqueta falda roja de tablones tipo escolar con largas medias negras y una blusa del mismo color de cuello alto, pero sin mangas.—¿Urgente?... ah…, no.<
—Ahh— gimió ella cuando él deslizó sus labios por su cuello para besarlo y comenzó a bajar su pequeño short — e-espera…—Deja de pensar, Leia… sé mía— suplicó el chico al momento de levantarle la blusa junto con su sostén. Ella apretó sus ojos y mordió su labio… sus manos arrugaron la obscura camisa del joven cuando él comenzó a succionar sus senos.—Ced…Una vez que se deshizo de su short y sus bragas, él bajó el cierre de su pantalón para desabrochar el mismo y exponer su miembro al cual le coloco un condón con una velocidad francamente impresionante, Leia jadeó al sentirlo.—No…— jadeó mientras le separaba las piernas.Caleb la ignoró para volver a llevar su
Vio a su madre perderse al doblar la esquina de su piso para dirigirse a las escaleras y dejó escapar el aliento en lo que más parecía un sollozo, una pesada lágrima volvió a escurrir atrayendo las miradas de las chicas de ese piso, que pasaban por ahí … Leia giró su cuerpo para volver a su habitación.Cerró la puerta de la que todavía era su pequeña pieza y se recargó en ella, se abrazó a sí misma y no se pudo negar que deseaba que ese joven que hace poco se había marchado, no lo hubiese hecho…ignoró el hecho que estaba necesitándolo al forzarse a silenciar su angustioso llanto, y cumplir con la palabra que le había dado a su madre… debía afrontarlo y debía poder superarlo… acostumbrarse a la que era una nueva vida.Quiso deslizar su cuerpo por la puerta y llorar de tal modo
Beatrice suspiró al tiempo que se usó una mano a la frente —los Loughty cayeron en bancarrota— soltó de pronto descolocando a su único hijo después que Jacob partiese.– ¿Qué? – cuestiono James casi perdiendo el equilibrio.—Verás… - dijo y comenzó a explicar al mismo tiempo que tomaba asiento y era imitada por él… la mujer habló por un par de minutos y le dejó ver todo lo que ella sabía.—¿Qué hay de Leia? – cuestionó lo que más le interesaba— ¿también se va? – pregunto.La mujer negó —sobre eso quería hablar, cariño— su voz dejó la preocupación y se tornó seria para por un segundo desviar su vista por la espaciosa y moderna sala, al incomodarle el
—Se me hizo tarde… - se lamentó la cobriza al ver la hora en su móvil, eran las nueve más quince y en sus planes estaba estar en rectoría antes de las nueve —genial, Leia…Bajó corriendo las escaleras y el sonido de una llamada la hizo detenerse antes de atravesar la puerta de cristal que le daría salida del edificio.—Caleb… - mencionó al ver el nombre que el móvil le mostraba —hola— respondió y sintió un nerviosismo extraño ¿cuánto habría escuchado de lo que su madre le dijo?¿Dónde estás?—Me dirijo a rectoría— descrito y siguió avanzando —tengo varias cosas qué hacer – aseguro.—¿Necesitas ayuda? – cuestionó y e
Leia había atravesado las enormes puertas de madera del imponente y antiguo edificio, recientemente remodelado de rectoría, y había recorrido los largos pasillos de diferentes secciones donde transitaban tanto docentes, alumnos y padres de familia, el trayecto se le hizo más largo que aquella primera vez que estuvo ahí en su primer día de clases.Sus dedos golpeaban nerviosos la reluciente madera de ese mostrador, detrás del cual se encontró una de las secretarias confirmando la información que recientemente le había dado. +Leia recorrió su vista por el lugar, estaba en la sección que correspondía a su facultad, era un espacio enorme, puertas con los nombres grabados en delgadas placas metálicas de los distintos directivos, escritorios, computadoras, el sonido del teclado como de diversas impresoras y las charlas de los presentes llenaban el lu
Minutos más tarde y llegados al estacionamiento, Leia miro agradecida que su auto ya tenía sus cosas en el interior.—Ah, las chicas son geniales… hicieron entrar todo — dijo al abrir el auto, saber que no volvería le fue de gran ayuda.—No planearás que vayamos en esto, ¿cierto? – la fría voz del rubio a su espalda la hizo voltear.—¿Por qué no? – dijo y sonrió -… nos llevará a donde necesitemos— aseguró al dirigirse a su lado— sube— animó.—De ninguna manera, bajaremos tus cosas e iremos en mi auto— dijo el joven —entrégame las llaves.Leia resopló cansadamente — De cualquier forma, mi auto tiene que venir conmigo… así que subes, o nos sigues y corres el riesgo de perderme&hell