Leia suspiró tratando de darse ánimos… otro día comenzaba, eran cerca de las nueve y por fortuna, ese día sólo tenía un par de clases.
Su mirada cansada prestaba atención a guardar los pocos libros que ese día necesitaría, presentaba ya un par de ojeras de las constantes noches de desvelo; a pesar de tener algo de tiempo entre su trabajo para estudiar, y las horas que ganaba en la universidad para el mismo fin, parecía no concentrarse, por las noches, después de llegar de trabajar, intentaba seguir estudiando… la noche anterior se había levantado completamente agotada de ese escritorio y ni tiempo tuvo de guardar sus libros…y ni así había servido de algo.
Su cama se sentía inmensa y fría, el silencio de la casa y la soledad de la misma parecían perturbarla más que calmarla, como lo harían c
Leia suspiró cansadamente al apenas haber iniciado su primera hora y recargó su cabeza en la palma de su mano, para disponerse a copear algunas fórmulas y datos que el profesor, uno de los más reconocidos de su carrera en el país, había plasmado en el pizarrón.“Sólo esta clase” pensó, sólo debía terminar esa clase, luego tendría un pequeño descanso en el que aprovecharía para visitar a sus amigas en los dormitorios, luego dos clases más y podría irse, necesitaba dormir más, se sentía agotada.—En cinco minutos borro el pizarrón y pasamos al siguiente tema — avisó el profesor que se sentó frente a su escritorio, toda su atención recaía en su portátil encendida.Los ojos azulinos viajaron de la pizarra a su cuaderno varias veces, ign
—¡Ah, estoy muerta! — exageró Hillary al dejarse caer sobre una banca metálica en la cafetería y tirar de mala gana su mochila —¿Pueden creer que con el frío que hace los maestros tengan la maligna intención de llenarnos de tareas?... yo sólo quiero envolverme en mi cama— se quejó al apoyar cansadamente su rostro en la mesa.—Yo apoyo eso— respondió Kristel al tomar de su vaso de café caliente.—¿Y tú? ¿qué demonios tienes? — volvió a hablar Hillary al ver a Leia con la mirada perdida en su humeante café.—Nada— respondió de inmediato y sin mucho ánimo, lo que hizo fruncir el ceño a la pelicorta.—Será mejor darnos prisa, Leia ya terminó con sus clases, pero tú y yo todaví
Sus fríos y desinteresados ojos azules pasaron fugazmente, por el reloj de pared en su sala… pasaban apenas de las diez de la mañana y un vaso de whisky ya ocupaba su mano, atravesó la estancia y se dirigió a pasos lentos hasta el balcón, deslizó la puerta de cristal y una corriente de aire frío lo recibió haciéndole ondear suavemente su larga rubio.El día ya era un fastidio, una llamada de Stefano lo había levantado de la cama y no tenía ánimo de asistir a la empresa o continuar con su tesis…el ambiente frío y el viento helado le caló en la piel desnuda de sus brazos, al sólo portar una camiseta negra haciendo juego con su pantalón deportivo, pero un nuevo sorbo del embriagante líquido volvió a calentarlo.Dejó escapar el aliento y el mismo se hizo visible en el ambiente, luego de perder
—¿Y qué tal las clases? — preguntó el pelinegro al verla distante, mientras terminaba de comer.Leia se encogió de hombros —Supongo que bien— respondió desanimada.—¿Supones? — preguntó extrañado al notarla —¿Es el trabajo que te quita tiempo? –—¿Eh?, n-no, para nada, es cierto que no he descansado estas semanas; pero este fin no trabajaré y eso me dará tiempo a recuperarme— explicó la joven intentando involucrarse en el tema.—¿Entonces? — interrogó al verla beber de su soda y voltear al cristal, para ver a las personas que entraban o salían y suspirar.—No es nada… es sólo que…— mencionó sin saber qué decir— que algo no se siente bien— te
—¿A él no piensas decirle nada? — preguntó el más joven. —Esto podría ser serio, James — replicó el mayor y se levantó para seguir los pasos de su primogénito. —Mph, ¿sabes algo mamá? — preguntó ahora a la mujer a su lado, luego de ver a su padre desaparecer. Beatrice bebió de su té y suspiró luego de un segundo. —Connor ha tenido un par de inconvenientes— explicó la mujer y ante la mirada extrañada de su hijo, prosiguió— No ha logrado concretar una junta importante con los socios locales de los Prince, y al parecer los problemas en el exterior continúan – —¿Problemas en el exterior? – cuestiono. —Por supuesto, ¿por qué razón crees que partieron? – dijo la mujer angustiada. —Por evadir algún asunto legal— confesó el joven y su madre suspiró. —Por supuesto que no, los Prince son personas honestas— respo
—Entonces también deberías de tener más cuidado— aconsejó haciéndola respingar suavemente… Leia ladeó su rostro con brusquedad al darse cuenta que lo había estado observando más de la cuenta y continuó levantando el par de hojas que todavía yacían en el suelo. —¿A dónde ibas? ¿Quieres que te acompañe? — se ofreció el ojiazul que desde hace un par de días pretendía hablarle. —A la biblioteca, y no, puedo ir sola, Caleb — mencionó y Elric frunció el ceño ya estando ambos de pie, Leia negó en silencio al haberse percatado de su error — Lo siento, Elric, digo… quiero decir, decir que… que…— añadió y se puso más nerviosa de lo que debía estar — Me voy, gracias— terminó por decir y quiso salir corriendo. —¡Leia! — alzó la voz y la hizo detenerse al animarse a hablar. El corazón le latió fuerte a la joven y no se atrevió a voltear a verlo… creía saber lo que Elric pretendía decirle.
A media madrugada, dos distintos pares de ojos permanecían abiertos, perdidos en alguna parte del cielo de la habitación donde descansaban, sumidos en sus recuerdos, con un lazo común uniéndolos y a medio centenar de kilómetros de distancia el uno del otro. Los ojos azules del rubio, brillaron en esa oscuridad parcial de esa habitación, después de haber rechazado a Emireth por esa noche…comenzó a cerrar sus ojos atreviéndose a considerar lo dicho por su primo…Leia, lo había llamado a el por su nombre…y el…no sabia que sentir o pensar al respecto. Leia por su parte ladearía su cuerpo y acariciaría a Oreo, que recientemente había buscado el calor de sus mantas tras las noches frías. ¿Y si ya no valía la pena? Ambos estaban ya con alguien más. Leia suspiró y Caleb terminó por cerrar los ojos. Sábado. Había pasado todo el día encerrado
—Luce hermoso — mencionó la joven al verlo.—Menos que tú— aseguró el pelinegro al rodearla por la cintura y tras ladearle el largo cabello, le besó los hombros que esa delgada blusa negra le dejaba expuestos.—Step…— lo nombró en voz baja al acariciarle los brazos —¿qué haces?— preguntó nerviosa.—Ya hablamos de esto, ¿recuerdas? — mencionó roncamente el joven en el oído de la chica…Leia y él eran casi novios, eran cada vez más íntimos, Leia no le había permitido ver o tocar de más, pero ya habían hablado que debían avanzar.—T-te dije que no e-estaba tan segura — le recordó la joven al girarse y verlo a los ojos.—Vamos, Leia— su