Quince minutos antes del mediodía Caleb se encontraba descendiendo de su vehículo estacionado frente a la enorme torre, donde el primogénito de los Miller tenía las oficinas de su despacho jurídico, alguna vez había estado ahí, pero con fines distintos al que ahora lo aquejaba.Saludó con un movimiento de cabeza al guardia que le abrió puerta de cristal, el mismo que estaba encargado de indicar a los visitantes los distintos pisos y oficinas ahí localizadas, el elegante ojiazul pasó directo a los elevadores al conocer exactamente a dónde debía dirigirse.Sonreiría de manera arrogante, ese edificio era uno de los más exclusivos de la ciudad, elegante incluso en los más recónditos rincones, no le sorprendía en lo absoluto que Connor lo eligiese como cede de la cadena de abogacía que ya estaba formando; tenía relativamente poco tiempo y, aun así, ya figuraba como uno de los abogados de más renombre, no quería pensar cómo estaría en unos años.Reconocer eso sólo lo hizo estar seguro de su
Leia suspiró agotada — No recuerdo que las escaleras fueran tantas — se quejó con cierta gracia y siguió subiendo.Apenas pasaba del mediodía cuando recibió un mensaje de Hillary, la pelicorta la invitaba a reunirse en su antigua habitación, esa que por varios meses compartió con Kristel, y aunque si bien tenía trabajos que realizar y temas que repasar, también era cierto que no tenía cabeza para mucho, así que tras encogerse de hombros y sonreír, iba justo en ese momento a reunirse con ellas.Antes de tocar la puerta escuchó risas y un insulto soltado por la castaña dirigido a la pelicorta que no tardó en reprochar, esto sólo le provocó que su sonrisa se enanchara, tocó la puerta y Kristel respondió con un ‘está abierto’ entonado en medio tono irónico, pues sabía bi
—¿Hola?—Leia…—Ah, papá— respondió la cobriza al reconocer el grueso tono de voz de su progenitor —¿Cómo han estado? Me da gusto escucharte— añadió y sonrió al recargarse sobre la grisácea pared tras ella.—Todo parece ir bien, o medianamente, aunque en realidad eso no es lo que me obliga a llamarte — respondió y Leia casi pudo imaginárselo caminando a pasos lentos, como solía hacerlo cuando hablaba con seriedad, así como en ese momento.Ella tragó discretamente.—¿Ah, no? — preguntó fingiendo naturalidad.—No, Leia, lo que en realidad necesito escuchar de ti, es por qué razón me has desobedecido— habló fuerte y claro haciéndola abrir los ojos
Minutos antes de las cinco de la tarde Caleb se levantó de la enorme silla tras el escritorio de su oficina, había estado esperando por Stefano mientras se ocupaba de otros asuntos relacionados con la empresa, en ese instante el intercomunicador sonó.—Si— habló al presionar el botón que lo enlazaba con su secretaria.—Acaba de llegar el señor Stefano — informó como anteriormente le había pedido.—Dile que venga, por favor – ordeno el rubio.La joven afirmó y el rubio dejó de presionar el botón para dirigirse al ventanal que le exhibía una ciudad fría y gris, pues en el transcurso del día el clima había empeorado considerablemente, suponía que durante la noche iba a nevar.—¿Querías verme? — cuestionó
Caleb se levantó y sonrió de medio lado para terminar rodeando la mesa y apoyar sus manos en el respaldo de la silla de la chica.—A una isla, fuera del país ¿qué dices? — le dijo al bajar a su oído y permanecer ahí unos segundos.Los ojos de ella temblaron de emoción considerándolo, sus padres seguro la matarían si saliese del país.—Piénsalo— le dijo y dejó un beso en su cabeza — Te veo arriba— dijo el cansado rubio.La cobriza apenas pudo asentir al verlo partir, entonces vio su comida y descubrió que el hambre se había esfumado, suspiró profundamente y tras levantar el par de platos y tazas subió siguiendo al rubio.—Me daré una ducha rápida y vuelvo — informó Leia que se moría por me
Los días luego de esa noche pasaron lentos con la misma rutina. Leia apenas estaba logrando salir avante de sus exámenes y rendir también en el trabajo, estudiar y trabajar no era nada fácil, había comentado sobre el próximo viaje que pensaba hacer con su compañero de turno y su supervisor y como era de esperarse, no podía tener vacaciones tan pronto, así que se vio en la disyuntiva sobre viajar o conservar su empleo; si la situación fuese otra, sabía que decidiría quedarse, pero como sus padres volverían en pocas semanas, fue que optó por estar con Caleb.Seguiría trabajando el tiempo que le restara antes de partir mientras se buscaba su reemplazo, eso pudo importarle más, pero con las cosas por cambiar tal vez hasta terminaría renunciando a su empleo de cualquier forma, su padre seguro se rehusaría a ello, aunque de ese tema no hablaron
La mirada oscura, casi negra y fría de cierta pálida joven se fijó en la gran ciudad en el horizonte, luego de haber caminado un par de elegantes pasos sobre esos tacones que completaban el exquisito vestido beige que portaba, bajo el abrigo de marca que tanto amaba.—El joven estará aquí en un momento, señorita — la suave voz de la secretaria de presidencia hizo voltear a la chica que sólo le asintió en respuesta.Señora, esa era la palabra que debería distinguirla, eso, todo lo que estaba bajo sus pies era lo que se merecía, ella había estado a nada de obtenerlo, tal vez había presionado demasiado a Caleb al grado de casi perderlo pero ese error no podía repetirlo, ella iba a estar con él hasta el final, ambos así lo deseaban aunque ahora él parecía haberlo olvidado.&m
Leia se estiró en las puntas de sus pies buscando bajar una pequeña maleta que siempre le había servido para transportar productos de aseo personal y maquillaje, Oreo, curioso como siempre saltó a unos de los compartimentos del closet y le molestó los ojos al rozar su larga cola en su cara.—Oreo — regañó la chica al tomarlo en brazos.El felino se restregó en su cuello y Leia sonrió.—Es extraño que esté aquí, ¿verdad? — le dijo al rascar tras su oreja.Aunque era viernes y debía estar trabajando, su supervisor siendo consciente de sus planes, le sugirió dejar de asistir y prepararse con calma; él estaba al tanto de todo y aunque no podía pagarle por no asistir, al menos podría ayudarla no marcando las faltas de los tres días que debía trabajar en su hoja de recomendación, si es que llegaba a necesitarla.—¿Estás aburrido? — le preguntó como si pudiese contestarle y se sentó en la cama con él en brazos. Leia frunció los labios desanimada — Seguro nos extrañas, lo peor es que estaremo