Leia lo vio con desconfianza y se obligó a pensar en otra cosa que no fue el cosquilleó en su estómago, por encontrarse otra vez en una situación bastante peculiar con Caleb.
Habían recorrido durante diez minutos la terracería por una angosta vereda, llegaban a una planicie. Observó con las luces del auto un gran y viejo árbol que era rodeado por arbustos y pastos altos.
—¿Hay un nuevo mirador? – preguntó y se sintió tonta ante su absurda y desubicada pregunta al recordar las palabras dichas por él.
Ahora que se veía ahí, el nerviosismo y expectación por el qué ocurriría y cómo ocurriría, la invadieron.
—Sí, uno kilómetros más adelante, con vista al mar y la ciudad — le dijo mientras volteaba atrás para estacionar el a
La levantó al sujetarla con ambas manos por la cadera y buscó hundirse en su cuerpo.—¿Has tomado las píldoras? – le preguntó jadeante e impaciente por ella.Leia sintió un estremecimiento recorrerla al sentir la punta del hinchado y casi palpitante miembro del rubio en su entrada — S-si – respondió.—Entonces— mencionó y la traspasó con su endurecido miembro al dejarla caer sobre él.Leia gimió a pesar de morder su labio y él no contuvo un ronco gemido placentero al volver a sentir su miembro ser acogido por la apretada carne de Leia, se tensó por unos segundos cuando ella se abrazó a él al soportar el placer mezclado con un ligero dolor al recibirlo – Entonces— repitió—, puedo disfrutarte a placer — finalizó para apretar s
Había terminado de peinar su cabello hacía un par de minutos, y, aun así, seguía pasando el redondo cepillo entre su sedosa cabellera, suspiró resignada.—Esto está muy mal, Leia, estás muy mal —Se decía a sí misma al verse a los ojos en el espejo de cuerpo entero colocado en un pequeño armario en su pieza, bajó su mano con el cepillo en ella y mordió su labio preocupada, jugó con un mechón de su cabello con la mano libre, y se miró de pies a cabeza; una falda de holanes blanca y una blusa lila de manga tres cuartos y hombros descubiertos, eran las piezas de ropa que usaría para el día.—Casi no me reconozco— volvió a mencionar en un susurro, pero no por su forma de vestir, sino por la extraña forma de comportarse con la que venía estado actuando.&nbs
Apenas había salido de su dormitorio dejando una adormilada Kristel, cuando su celular vibró, lo sacó del pequeño bolsillo de su falda y al ver el identificador supo que no sería nada bueno.Casi cae al trastabillar a causa de las zapatillas altas y su presuroso paso combinados, maldijo internamente y se apresuró a dirigirse al estacionamiento, llegaría tarde a su primera clase por culpa de Caleb y sus absurdas órdenes, ¿quién se estaba creyendo?El sol del mediodía bañaba su cuerpo y el mismo era cubierto, en ocasiones, por la sombra de los otoñales árboles de ébano y de roble que regaban al aire sus verdes hojas todavía en esplendor, Intentaba no ver al par de estudiantes que llegaban a cruzarse en su camino, pues en su interior temía que alguna pudiera ver en ella, a dónde y con quién iba, y el nerviosismo q
—¿Qué demonios hacemos aquí? – Le dijo casi en un susurro, pero molesta.Le desagradó el cómo la enfermera la veía y le sonreía mientras Caleb le explicaba quién sabe qué.—Verás a un médico— dijo en tono frío, aún seguía pensando en lo dicho por Erick.—Eso ya me lo dijiste, además resulta obvio, pero, ¿para qué? – le cuestionó y le jaló de la camisa, ya que él había volteado el rostro en otra dirección.—Lo sabrás en su momento— aseguró, todavía no entendía cómo Leia no había visto el gran letrero de Ginecología, tras ellos.Ella frunció el ceño —¡Jódete, Caleb! … yo me largo de aquí&m
—¿Me quieres decir por qué hicimos eso? – Preguntó indignada.—¿El qué? – Respondió con cierta calma, controlando el mal humor que ella misma le había provocado.Leia tiró su mano y se soltó de su agarre.— ¡Esto! Nunca me había sentido tan avergonzada, y nunca se había exhibido mi vida sexual de esta manera— respondió indignada y viéndolo a los ojos.—Solo es un ginecólogo, ese es su trabajo — le restó importancia.Siguieron descendiendo, una planta luego otra.—Y visitar uno es decisión personal, no tenías derecho—. Le recriminó con su vista en el display del ascensor de la puerta.—Estamos teniendo sexo, no quieres un hijo ¿o sí
—Mírame a mí — le ordenó celoso y probó superficialmente sus labios mientras salía y entraba con fuerza en ella.Leia apenas podía mantener sus ojos abiertos, sus gemidos eran más largos y más audibles, Caleb estaba usando más fuerza de la que había empleado las veces anteriores y ella… ella estaba disfrutando y reaccionando a él… ¿por qué? ¿Por qué le gustaba hacerlo con él si no lo amaba? ¿Por qué disfrutaba de sus caricias y de esas sensaciones de dominio, que él parecía tener sobre ella? … Se estaba volviendo loca, se aseguró, o una pervertida, también fue una opción.—¡Agh! – el jadeó roncamente una y otra vez sobre los ya rojos y labios abiertos de Leia, su miembro era apretado en su interior cada que ingresaba y liberad
—¿Dónde demonios se habrá metido Leia? – se preguntó el pelinegro al marcarle por quinta vez en esas tres horas que la había estado buscando y el aparato le negara el tono.—¡Ey, James! – Saludó un alegre ojiazul —¿Qué haces? – llegó hasta él en el estacionamiento del campus de la universidad.Erick recién llegaba, y James estaba por marcharse.—Intento comunicarme con Leia, pero no responde el móvil— respondió James con fastidio.—¿Y se puede saber para qué la buscas? – Cuestionó curioso su joven e inseparable amigo.James rodó los ojos— Leia le dijo a mi madre lo de Emireth— respondió agriamente.Erick abrió los ojos con sorpresa— ¡Wow! &
—No lo sé… Leia ha cambiado — mencionó dudoso el pelinegro, suspiró frustrado a su animoso amigo quedarse serio —y ahora, ¿qué ocurre contigo? – cuestiono James al ver el rostro pálido de Erick.La sangre de Erick de heló ante la sorpresa… ¿Qué hacía Leia bajándose del auto de Caleb y por qué se dejaba besar por él? Sus ojos temblaron incrédulos ¿qué estaba pasando? Leia y su primo habían terminado su inesperada relación, entonces ¿por qué?James frunció el ceño al no obtener respuesta y volteó a ver en la dirección hacia donde él lo hacía…—¿Eh? ¡Oh, cierto! ¡Leia! – Respingó el joven de coleta y lo abrazó por la espalda para obligarlo a caminar –