Leia suspiró sintiendo una incomodidad desplegarse por su cuerpo, movió su cabeza lado a lado intentando liberar tensión.
—¿Te sientes bien? — preguntó Caleb que iba recargado completamente a su asiento, viendo con poco interés la película que ese vuelo mostraba.
La mano de Leia que exhibía el par de anillos fue directo al pecho femenino — Me siento ansiosa — reconoció intentando acomodarse en el asiento a su lado.
Él frunció el ceño mínimamente —¿Por qué razón? –
—No lo sé… desde hace días me he sentido extraña… ganas de llorar o algo así— dijo lo último con un rastro de vergüenza. Sonrió ante la extrañez de su ahora esposo y ladeó su cuerpo para abrazarse a uno de los
Leia gimió con un rastro de sufrimiento debido al juego ruin de Caleb al no pretender tocarla, lo escuchó sonreír y ella llevó sus ojos cristalinos de pasión, al espejo frente a ellos; se percató apenas de cómo su sonrisa desaparecía para ahora morderle el hombro, era un maldito.Ella quiso moverse cuando él comenzó a penetrarla con sus dedos, satisfaciéndose más él por lo que generaba en ella.—Quédate quieta, Leia — ordenó con voz muy gruesa y la penetró con más fuerza, haciéndola tanto humedecerse como crecer un poco más esa clase de excitante molestia que sentía — Pórtate bien, princesa — indicó y su miembro duro latió ansioso de encajarse en ella.—¿Princesa? — ella apenas logró preguntarse entre espasmos inv
Leia sonrió y se llevó su mano izquierda a rascar su mejilla, avergonzada quizás, luego de que ellos sabían que había estado con Caleb en ese viaje, quedando más que descubierta la vida sexual que mantenía con el rubio.—¿Les ofrezco algo de tomar? — quiso cambiar el tema —Por ahora sólo tengo jugo de naranja – dijo la alegre chica.Kristel negó y los ojos azules de Elric se achicaron al fruncirse su ceño, luego que no había dejado de verla.—Leia— interrumpió el chico — ¿qué es eso? — preguntó ahora viendo el par de anillos que la chica portaba en uno de sus dedos.Kristel bajó su mirada extrañada —… Leia…— soltó sin darse cuenta, totalmente desconcertada.Leia tapó su
—Ponte de pie, Leia — suplicó Caleb mientras intentaba cargarla.Ella negó al soltarlo y seguir tumbada en el suelo, sus manos se apoyarían en el frío vitropiso mientras que seguía llorando y tratando de asimilar las cosas… ¿y cómo iba acostumbrarse a estar sin su mamá?, era, aunque no siempre estuviera presente, como su mejor amiga, su mayor aliada de vida, Leia no entendía como se podía sentir ese dolor tan punzante en el pecho y garganta y seguir respirando.Caleb logró levantarla y apretarla en un abrazo —Necesitas recostarte y calmarte— aconsejó el de larga rubio, intentando con su segura voz tranquilizarla.Leia negó —Debo ir— afirmó — Papá debe de estar fatal— reconoció y eso la hizo sentir peor.Ella había estado feliz vi
Los ojos azules y fríos rodaron al hombre entrado en años y de maltratado aspecto.—Permítame unos minutos con usted — su tono sereno no hizo mella en su semblante casi imperturbable, el mismo que contrastaba con la también pena que sentía, y que ofendió al doliente, creyendo que se burlaba.—¡Hágame el favor de largarse de mi casa! — ahora sí alzó la voz al indicarle con su brazo la puerta.Caleb resopló cansadamente —Señor Prince— habló al apretarse el puente de su nariz.—Caleb— Elric lo llamó en voz baja al percatarse que eso ya era un escándalo cuando más personas salieron y se asomaron a ver, esa discusión que estaba totalmente fuera de la seriedad y dolor que se vivía en el hogar.—¡Ni siqui
Cuando Leia salió ignorando las miradas curiosas que se posaron sobre ella, el despacho volvió a hundirse en un pequeño silencio.—Debes considerar que todo esto es demasiado despiadado para ser cierto— Jacob fue el primero en hablar.Enzo volteó a verlo con el ceño fruncido en indignación —¿Qué estás diciendo? –—Que tal vez si es una casualidad— soltó seguro sosteniéndole la mirada.El pelinegro sonrió con ironía —No sabía que te habías vuelto tan ingenuo –—Entonces dime tú qué ganaría— volvió a hablar el de sobria mirada ambarina — ¿Por qué ensañarse tanto con una familia que nada le ha hecho? Tu eres el ingenuo Enzo, insultaste a tu única hija sin pied
Caleb resopló frustrado otra vez en ese día, su semblante se había endurecido notoriamente mientras avanzaba a pasos lentos y pesados a un costado de su sala.—¡Joder! — soltó molesto al arrojar con poco cuidado su móvil a uno de los blancos sofás de su sala.Los ojos azules de Elric cayeron al suelo, al mismo sitio donde el móvil del rubio cayó de rebote.“Sigue sin contestarle.”—¿Qué piensas hacer? – cuestiono el joven realmente angustiado por su primo.—¿Por qué demonios no te largas y me dejas solo? — soltó el casi furioso rubio al ver de manera fría y hastiada a su estúpido primo, que se encontraba recargado en una de las paredes de la sala.—Porque somos familia — soltó con sim
El click que hizo la puerta de la habitación de Leia, fue el único sonido que le advirtió que alguien entraría. Los ojos negros y sin emoción del padre de la joven recorrieron la casi oscura habitación. —Nicoleta me ha informado que no has querido comer nada— dijo viendo como una bandeja con lo que debería ser la cena, descansaba en el buró cercano a la cama. Ella guardó silencio al estar abrazada a sus rodillas, al permanecer sentada en una pequeña y cómoda sala acondicionada en su habitación. —Si comes o no, es tu problema— prosiguió el mayor al avanzar un par de pasos en su dirección, la luz del exterior se colaba por la ventana iluminando parcialmente su cuerpo y la pequeña sala donde Leia permanecía en silencio — sólo deja de hacerte la víctima— añadió haciendo a la joven tragarse un nudo en su garganta. La luz del pasillo iluminó el interior cuando Nicoleta abrió la puerta, Enzo volteó a verla de medio lado y con un movimiento de cabeza le indicó que se marchara, volvieron
Un par de golpes inseguros golpearon la puerta de madera de la habitación de Leia. —¿Leia? — la voz de Kristel se hizo escuchar una vez que abrió. —Aquí — Leia que estaba acostada en su cama descubrió su rostro. —Leia, ¿qué haces acostada todavía? — preguntó Kristel al acercarse, y verla notoriamente desconcertada — En un momento sale el cortejo – La cobriza que vestía una tibia pijama de dos piezas color pastel, se sentó, Leia sólo pudo bajar la mirada mientras sus manos se apretaban en las cobijas. —¿Has visto el cuerpo de mamá? — preguntó y sus ojos se aguaron. Kristel perdió el aliento —No… lo, lo siento— se disculpó apenada al no ser tan madura como para hacer tal cosa —¿Tú no has bajado? — preguntó luego de unos segundos al caer en cuenta. Leia negó y se tragó el nudo en su garganta. —Leia, ¿qué está pasando? — preguntó preocupada y en voz baja al apoyar su mano en el hombro de la que era su casi hermana —¿Por qué Nicoleta me pidió dejarle mi móvil? – La pálida cobriza