Me gustan las mujeres

¡Qué nervios!

Entré al restaurante Focaccino, Berlín, “restaurante italiano”, del brazo de Adal, mientras que Lucero entró en compañía del amigo de Adal. No comprendo si la cena es una clase de citas dobles, por el hecho que si el caso es de celebrar el viaje tenían que invitar a Rolo y a las empleadas.

¡Dios, qué cosas estoy diciendo!

Estoy nerviosa, Lucero y Adal tuvieron buenas intenciones conmigo de traerme a un restaurante al que pueda sentir que estoy en mi casa, sin embargo, jamás visité un restaurante, por el hecho de que cuestan un ojo de la cara. Hay que ser sinceros, el que tiene dinero es capaz de hacer y deshacer con ello, pero un pobre, solo suspira.

Sobre la mesa tenemos marisco, espagueti, copa de agua y de vino. Gracias a Dios ellos escogieron una mesa lejos de la vista de todos, es como un lugar privado, me gusta.

Adal ha sido educado, caballeroso y atento conmigo, eso me gusta. ¿A quién engaño? El hombre me saca de mi mundo de fantasías, ya que las hace realidad.

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