No… Ella no puede estar hablando en serio, la veo a los ojos y no lo creo. La chica que tengo ante mí me está proponiendo casarme con su jefe. ¿Será que tengo un letrero en mi frente que dice lo necesitada que me encuentro?
—¿Me consideras tu amiga? —cuestiono con los ojos abiertos.
En el preciso instante que veo que ella asiente como una loca, agarro mi cartera, la abro y en par de segundos logro sacar el pequeño espejo que siempre llevo conmigo. Me veo a mí misma, y me suelto a reír al ver que no tengo ningún letrero que diga que me estoy muriendo por conseguir más dinero del que gano.
—¿Qué es lo que buscas? —pregunta en tono preocupado—, ¿te sientes mal?
Intento creer que ella me quiere ayudar, sin embargo, una parte de mí me dice que se está burlando o que solo me quiere como su plan "b", ya que ella no se puede casar con su jefe. No... Necesito saber por qué no me pidió otra cosa, bueno, ¡que no me pida que me case con su jefe y menos que deje su casa! Acepto si su propuesta es un trabajo, pero eso de casarse, no...
—Busco el letrero que encontraste en mi frente —encojo mis hombros, bajo el espejo para verla a ella—, no puedes darme ese tipo de bromas, te agradezco que me consideres tu amiga, pero no puedes pedirme que… Mi stai chiendendo di sposare uno sconosciuto, un unomo che non conosco (me estás pidiendo que me case con un desconocido, con un hombre que no conozco) Sei matto! (Estás demente)—trato de respirar profundo, pero esta chica no me lo pone nada fácil—... Non voglio sposarmi, non posso vendere la mia dignità, so che ho bisogno di soldi, ma non così, no… (No quiero casarme, no puedo vender mi dignidad, sé que necesito del dinero, pero no así, no…)
—Por favor, no entiendo nada de italiano, discúlpame si te he ofendido, pero necesito que lo pienses, que consideres que mi jefe te necesita y tú de él —sus palabras crecen en mi mente, ella se levanta de su silla, rodea la mesa y se posa a lado mío—, piénsalo, te daré toda la noche para que me contestes mañana, no queda mucho tiempo, prefiero mil veces que seas tú y no otra gata que quiera más de lo que puede obtener y no te hablo de sobras, te hablo de dinero de verdad, dinero del que puedes ayudarle a tu familia y que de una vez dejes de tener preocupación si ajustas el mes o no.
¿Será que soy evidente?
—Sei matto! (Estás demente)
—Me voy, no quiero presionarte, mi novio me está esperando… Tranquila, puedes quedarte aquí, ya está pagado todo lo que te traerán, no lo desprecies, no cuando es un regalo para mí, por favor, piénsalo —esas fueron las últimas palabras para ella alejarse, dejándome como una completa estúpida.
Me siento ofendida, ella sabe más de mi vida que yo, de la suya, me cuesta procesar todo lo que me ha dicho.
Ja… Su jefe necesita que una mujer lo saque de sus problemas, un pequeño problema que no puede solucionar. Pufff, debe ser un viejo al que ninguna mujer le puede prestar…
¿Qué? No me había puesto a pensar si el hombre que busca con desespero es un viejo o un chico egocéntrico. ¡Maravilloso! Alzo la mirada hacia el techo y sin querer empiezo hablar en italiano; agradeciéndole a Dios por la señal que le he pedido, ¡casarme con un viejo!
No recuerdo si ella me dijo que era viejo o no, ¡al diablo! No tengo por qué ponerme a pensar en eso, si lo hago es que estoy considerando su propuesta y eso no va conmigo, no cuando estoy cometiendo un delito grave. Estoy en este país para trabajar arduamente y no para cometer un fraude que pueda perjudicar mi visa en este lugar.
—Buenas tardes, señorita, aquí está su café, el variado y bocadillos que la señorita ha ordenado ya está pagado e incluso ella ya estaba aquí antes que usted entrara.
¡Por Dios! Ella ya lo tenía planeado.
Le agradezco a la chica, tuve la intención de decirle que no aceptaba nada de lo que aquella mujer haya pagado, sin embargo, luego de quedarme viendo por un par de segundos y de que mi estómago rugiera, le agradecí por lo amable y eficiente que es. Me ha quedado claro que el hambre es perra, como decía mi mami; “es prohibido hacerle un desprecio a la comida, agradece y buen provecho se ha dicho”.
Mi manchi mamma (te extraño mamá)
Ahora que mi mami se ha venido en mis pensamientos, me han dado ganas de llamarla. Tengo frente a mí un enorme banquete del que no me puedo perder, he estado ahorrando mucho para la mensualidad que mando que no me he dado la oportunidad de darme un pequeño gusto de comer lo que quiera.
Lucero es una diabla sin control, sabe cómo seducirme y hacer que me sienta en las nubes, sin embargo, no puedo tomar una decisión tan difícil.
Luego de un “buen provecho”, alzo la mirada y veo que la chica seguía esperando que le dijera algo más.
—Grazie (gracias)
—Ya decía que esos ojos azules y ese cabello rojo no podían ser de aquí…
—¿Hmmm?
—No es cierto, tu acento te delata, eres tan hermosa —dice entre risas, me quedo perpleja al ver como sus mejillas se van tornando rojas—, lo siento, espero que aproveche su café.
Eso se sintió raro, dejo el vaso de café sobre la mesa, y antes que la chica se desmaye por la pena que siente le digo que todo se ve delicioso, pero no creo comer todo lo que mis ojos ven, así que si no hay ninguna molestia que lo pueda empacar.
Ella se disculpa una y otra vez, pensando que me quiero ir por ella o que me siento acosada, y la verdad que es todo, al contrario, la noche se ha presentado y ahora que lo pienso mejor no puedo tomar un taxi y un tren, lo dudo, así que debo caminar.
—No tienes por qué disculparte, al contrario, quiero agradecerte por lo linda que eres, lo que sucede es que ya está oscuro y me toca caminar a casa, en la próxima podré venir temprano, nuevamente, gracias.
—Oh, si es así, entonces me llevo esto, en par de minutos le traeré todo empacado y no se preocupe, pero esto lo paga la casa —dice tras guiñarme el ojo.
¿Qué es lo que paga la casa?
M****a, el empaque lo debo pagar, como se me ocurre pedir empaque, le hubiese dicho que en mi bolso tengo una bolsa donde puedo meter los bocadillos y lo demás… Ah, ahora demuestro ser una tacaña extrema.
—Gracias, me tomaré el café —alzo el café para luego llevármelo a la boca—, hmmm, está rico.
—Me llamo Heidi y no tardaré mucho, espera y no te vayas —la chica muy entusiasmada me habla con mucha confianza, nuevamente, lleva todo en la bandeja para empacarlo.
Esto si me incomoda muchísimo, ¿será que ella me ayude a conseguir trabajo aquí como mesera? Lo malo que el trabajo solo sería el turno de noche o los fines de semana. ¡Ya! Demasiado atrevimiento para pedirle eso.
Luego de tomarme otro sorbo de café recuerdo que debo llamar a mi mami. Saco el móvil de mi bolso y mientras venga la chica voy a llamarla.
—Ciao (hola) —contesta al segundo repique.
—Mamma, come stai, ti ho pensato molto (mamá, cómo estás, he estado pensando mucho en ti)
—Piccola, hai chiamato in orario, non volevo preoccuparti, ma siamo soli e non so cosa fare, mi dispiace piccola, ma devi sapere che tuo padre ha avuto un pre-infarto e ora ha bisogno di un altro tipo di medicina (nena, has llamado a tiempo, no quería preocuparte, pero estamos solo y no sé que hacer, lo siento nena, pero tienes que saber que a tu padre le ha dado un pre-infarto y ahora necesita otro tipo de medicina)
—¿Qué?
Las lágrimas empiezan a salir, mi corazón late descontroladamente y las ganas de salir corriendo en este momento son enormes. Me levanto abruptamente de la silla y lo primero que se me viene a la mente es salir corriendo y buscar a Lucero con la intención de que me ayude a mandar el dinero que mi madre necesita para la medicina, no puedo desampararlos, ahora ellos me necesitan más que nunca.
Ah, Dios, no permitas que a mi padre se vaya, no ahora.
—Tesoro, ti chiamo più tardi, il dottore vuole parlare con me (nena, te llamo luego, el médico quiere hablar conmigo)
—Mami, espera por favor… No cuelgues.
En un abrir y cerrar de ojos pierdo el equilibrio, tropiezo con mis propios pies y caigo de boca en la salida de la acera de la cafetería. ¡Frente a la cafetería! M****a, m****a, m****a… Ambas manos las tengo apoyada en el suelo, pero unas manos gentiles me rodean para ayudarme a levantarme. Estoy muerta de vergüenza. ¡Qué estúpida! Tengo que armarme de valor para alzar la vista.
¡Madre mía! ¿Quién es ese hombre?
—¿Se encuentra bien, señorita?
¿Qué? ¿Me lo dice a mí? Él me habla poniéndome una mano en cuanto me he incorporado.
—Muchas gracias —bajo la mirada, rápido, limpio, las lágrimas que recorrían en mi rostro.
Me controlo para no bajar la mirada de lo apenada que me encuentro, el hombre es muy joven y atractivo, alto, con un traje gris, camisa blanca y corbata negra, con un cabello liso color castaño y unos brillantes ojos verdes que me observan atentamente. Necesito un momento para permitir que mi respiración vuelva a la normalidad.
—Mucho gusto, soy Adal Müller —masculla con voz ronca.
Le doy la mano temblorosa, nos saludamos y cuando nuestros dedos se tocan, siento un extraño y excitante escalofrío que recorre por todo mi cuerpo. Retiro la mano a toda prisa, incómoda, debe ser la electricidad estática. Parpadeo rápidamente al ritmo de los latidos de mi corazón.
—Mucho gusto —me sonrojo y lo único que quiero es desaparecer, en algún momento de mi vida pedí un deseo, pero jamás pensé que se me haría realidad—, lo siento… Oh, yo estaba en una llamada—mis ojos se abren de par en par, busco mi móvil con desesperación, en el instante que lo encuentro lo agarro y lo primero hago es ver si mi mami sigue en la llamada.
Ah, ella ha colgado.
—Le puedo ayudar en algo señorita… —dice en tono preocupado.
—No, me tengo que ir, me acabo de acordar, que tengo que hacer algo importante, lo siento—volteo a verlo a los ojos y él sonríe mostrando sus dientes, blanco y perfectos, contengo la respiración, es tan guapo y seductor.
Sacudo mi cabeza, alejando esos pensamientos y concentrándome en lo que en verdad importa en este momento.
—¿Está segura?
¡Maldito! Acaba de notar mi nerviosismo y la alteración de mi corazón. Sus ojos verdes brillan de curiosidad. ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Qué pretende? Mis ojos se dirigen en esos labios carnosos, color carmesí, su boca me desconcierta. Trago saliva.
—Pase lindo día o no, pase buenas noches, adiós y gracias —esas fueron mis últimas palabras para luego salir corriendo, tengo que llamar a Lucero, solo espero que ella me conteste.
Mi madre no me contestará y me preocupa que esté ocurriendo algo más. ¿Qué es lo que debo hacer?
¡Dios, no necesito que me sigas poniendo hombres en mi camino, necesito mucho el trabajo y el dinero!
Puedo desear irme en este momento, pero la realidad hace que ponga los pies sobre la tierra y me ponga a pensar que tengo que seguir trabajando, mis viejos necesitan de mí, soy la única persona que tienen y ahora no puedo flaquear.
¿Qué hago? ¿Qué puedo empeñar? ¿Qué puedo vender?
Dios, me siento entre la espada y la pared, tampoco puedo ir a cometer un robo porque de eso soy pésima.—No, lo siento, pero creo que no es recomendable que te deje ir en el estado en el que te encuentras, no cuando soy el causante de que hayas caído contra el suelo —cuando pensaba que me había alejado del hombre, es cuando más cerca lo tengo—, dime, ¿tienes algún problema en el que te pueda ayudar? Me apena muchísimo lo que sucedió.¿Qué? Ni que fuera el fin del mundo, ¿de verdad está preocupado por mí?Me detengo en seco, antes de que se me haga tarde le dejaré en claro al hombre grande que por alguna razón me afecta su presencia.Nuevamente, cerca de él le digo que no tiene por qué preocuparse, que la culpa puede ser compartida, ya que no tuve la oportunidad de ver a la persona que estaba frente a mí y todo por ver el móvil.—No me mires así, te estoy diciendo la verdad.—¿Por qué tus manos tiemblan? En serio, debería verte un médico —dice en tono preocupado, retrocedo al sentir s
¿Qué…? Estás demente Gisela, cómo te atreves a preguntarle al desconocido si quiere acompañarte, es demasiado obvio que tiene problemas y yo también los tengo, sin embargo, estoy aquí como una estúpida esperando que el desconocido sea el príncipe del cuento.Sacudo mi cabeza y alejo los pensamientos de mi consciencia imprudente, por ahora no necesito que me reprenda, aunque me ha puesto en mi lugar, ya que ahora tengo presente lo que debo hacer.—¿Crees que puedas correr peligro? —dice en tono preocupado, alarmándome por sus buenas intenciones conmigo, siento que él no es un hombre que intente lastimarme.—No… —niego rápidamente con la cabeza—, lo que quiero decir es que no hay necesidad que se quede más tiempo aquí, también tengo algo urgente que hacer, así que adiós—tartamudeo, y cuando me doy cuenta ya ha sido demasiado tarde, sin poder evitarlo siento como mis mejillas empiezan arder y con un poco de disimulo doy media vuelta—. Nuevamente, gracias, aunque no fue necesario que se p
+Narrador omnisciente+Adal Müller por un segundo se sintió aliviado al escuchar a su secretaria que la chica que le había recomendado ha aceptado y que solo espera que él sea que él indique el momento y el lugar donde ambos tendrán que hablar y planear lo de la boda por contrato.Una cosa pasaba por su mente y es que podía lucir a la chica que sería su esposa en eventos especiales, todo por las apariencias, sin embargo, no podía considerarla como su esposa verdadera. Si tenía algo en claro con respecto al matrimonio arreglado era que las emociones acabarían por arruinarlo.Adal bebió un gran trago de su whisky mientras se quedaba pensativo por los pro y contras de ese matrimonio, hasta que de pronto se le vino un par de ideas para establecerlo en el contrato. Sin decirle ni una sola palabra a su secretaria, él fue directo a su escritorio, se puso cómodo y rápidamente tomó un bolígrafo y comenzó a escribir las reglas principales para mantener el control absoluto del contrato.Una chic
—Sí, quiero disculparme por la tardanza, no es excusa, pero tuve que pedir permiso a mi trabajo y… —ella guardó silencio al darse cuenta de que par paloteaba.—Por favor, siéntate. ¿Quieres un café? ¿Té? —dice él en tono nervioso.—Agua, por favor —ella pidió de forma de súplica, ya que había corrido demasiado—Puedes ponerte cómoda sobre el sillón, luego pasaremos a la mesa.Gisela asintió, caminó hacia la dirección, se sentó con elegancia en el sillón acolchado y cruzó las piernas. La sedosa tela roja subió un poco y le ofreció a Adal una buena vista de sus piernas, suaves y atléticas, o eso es lo que su cuerpo muestra a cualquier par de ojos que intentan deleitarse de ellas.—¿Bocadillos? —pregunta él con mucha amabilidad, tratando de ser cordial.—No, gracias —ella negó con la cabeza.—¿Estás segura? —Adal insiste, tratando de ser un caballero.—Sí.Totalmente desconcertado hacia la mujer con la que no quería tener contacto físico alguno, empezó a llevarle un vaso de agua.Se anal
+Gisela+Costó mucho tiempo para poder decidirme, mi almohada no me ha dejado pensar mucho, ya que se me vino a la mente que mi nona necesitará más dinero para mi papá y sus necesidades.Las palabras de Lucero no dejaban de pasar por mi mente hasta llegar a tocar fondo y sentir que mi única salida era vender mi vida al diablo, a ese viejo que me sacaría de todos mis problemas, sin embargo, jamás imaginé que la persona que esperaba era la misma que choqué frente a la cafetería.Recuerdo perfectamente lo que hable antes de que ella saliera del apartamento; le dije que me casaría con su jefe, que no tenía de otra que vender mi dignidad porque no tengo nada. La desesperación me ha orillado a tomar esa decisión tan drástica. La respuesta de ella fue que todo lo que hago es por el amor que siento por mis padres, demostrando que soy capaz de todo con tal de no dejarlos en la calle.El día de hoy estando en el trabajo recibí una llamada repentina de Lucero, diciéndome que mi reunión sería el
Agarré el bolígrafo y de una vez firmé el dichoso contrato, en este momento no me sirve de nada hacerme la difícil.—Ya, está firmado, ahora me puede indicar que es lo que prosigue —deslicé el documento a su lado junto con el bolígrafo—. Espero una copia de ese documento, ya que no quiero que sea un estafador y menos que sea de esos que quieren matar al indefenso.—¿Qué? —abre sus ojos de golpe—, eso debe ser una broma, jamás te lastimaría y menos te estafaría, recuerda que esto es un negocio y que también no puedes contarle a nadie, excepto a mi secretaria, ya que ella es la que te ha recomendado.—Mis intenciones no son ofenderlo, solo quiero ser un poco directa.—Sí, eso es ser directo, no sé cuál es lo indirecto —balbucea.—Qué dijo…—Nada —niega con la cabeza—, el siguiente paso es que te entregaré esta tarjeta para que me mandes mensajes, ahí mismo le llegará información de todo lo que ambos haremos de hoy en adelante.—Perfecto, espero que si necesita otra reunión sea después d
—¡Ya sé! —exclama tras chasquear los dedos—, dejaré que vayas con mi secretaria.¿Por qué está intentando ser amable?Por esta vez no es malo aceptar, quiero hablar con Lucero, tengo miedo del siguiente paso y de las mentiras que tengo que hacer para lograr el bendito casamiento.Quiere que renuncie porque lo puedo avergonzar o puedo arruinar los planes. Ah, quiero gritar porque me he metido en esto por la desesperación de no tener dinero, de que lo envíe todo a mis padres y que los gastos aquí me consuman.La relación que estoy creando con este hombre es muy peculiar, aunque se le puede decir que es un negocio y que pronto todo acabará. Sí, esto es lo que quería, tener el dinero para ayudar a mis padres, obtener una estabilidad económica y así podré irme a mi lugar.Sí, no es mala idea regresar donde nací, con el dinero que me dé puede que viva bien un tiempo, todo mientras consigo trabajo o también está la posibilidad de que vaya de vacaciones.—Sí, es una buena idea, necesito habla
—Mi jefe es un hombre de principios y sin querer he escuchado que mi jefe tiene un enorme pene, hasta puedo asegurar que lo debe tener hasta la rodilla —cierra los ojos al mismo tiempo se muerde el labio inferior.Mis ojos salieron de órbita hasta el nivel que mi boca está abierta y con un poquito de baba, por el simple y sencillo hecho que mi otro lado de imaginación ya lo tiene captado. Hmm. No soy santa por lo que ese morbo de imaginarlo me excita.Desgraciada, me estás perturbando mi mente santa.—Eres una exagerada —le doy una palmada en el brazo, tomando el atrevimiento de tener más confianza con ella.—Si no estuviese comprometida, no dudaría ni dos veces por aceptar el trato, pero no sería con dinero, yo le propondría que me regalara una noche de pasión —ronronea cerca de mi oído, ¡es una pervertida! —. A veces siento que su cuerpo pide a gritos que una mujer arriesgada quiera que lo posea, que lo deje en las nubes—muerde su labio inferior.—¿Quieres estar con él?—No, no pued