Mi herencia

—Mi jefe es un hombre de principios y sin querer he escuchado que mi jefe tiene un enorme pene, hasta puedo asegurar que lo debe tener hasta la rodilla —cierra los ojos al mismo tiempo se muerde el labio inferior.

Mis ojos salieron de órbita hasta el nivel que mi boca está abierta y con un poquito de baba, por el simple y sencillo hecho que mi otro lado de imaginación ya lo tiene captado. Hmm. No soy santa por lo que ese morbo de imaginarlo me excita.

Desgraciada, me estás perturbando mi mente santa.

—Eres una exagerada —le doy una palmada en el brazo, tomando el atrevimiento de tener más confianza con ella.

—Si no estuviese comprometida, no dudaría ni dos veces por aceptar el trato, pero no sería con dinero, yo le propondría que me regalara una noche de pasión —ronronea cerca de mi oído, ¡es una pervertida! —. A veces siento que su cuerpo pide a gritos que una mujer arriesgada quiera que lo posea, que lo deje en las nubes—muerde su labio inferior.

—¿Quieres estar con él?

—No, no pued
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