Indirectas

*Gisela*

Saliendo de mi rutina diaria, me voy encontrando con mi compañera de apartamento, ella sabe dónde trabajo, sin embargo, me sorprende que me esté esperando, no voy a negar que me he asustado porque es primera vez que la veo y más su insistencia a querer hablar conmigo en una cafetería y no en el apartamento.

¿Será que me pedirá que me largue de su apartamento? ¡Dios, no permitas que ella me saque de su apartamento, no ahora! Ella tiene muchas oportunidades de subsistir y más ahora que se casará con un empresario, bueno, eso es lo que he escuchado de su propia boca.

Ah, yo no tengo ni la oportunidad de ver de reojo, todo es trabajo y trabajo, hasta el agotamiento me ha llegado, no sé en qué momento me detendré, aunque puede que mi recompensa sea saber que mis padres no están sufriendo de alimentación y menos que los sacaran de su propia casa por no poder pagar el impuesto. Ash, me duele mucho pensar en lo mentirosa que me he vuelto, en que no tengo el valor de decirle a ellos que no tengo ningún puesto importante, menos que gano el triple de lo que gano de verdad. ¡Por Dios! No tengo ni para darme el lujo e ir a una cafetería, el almuerzo me lo ahorro llevándome algo preparado de casa.

Dios, tengo que ser sincera y no quejarme tanto, cuando vivía en Italia, mis padres y yo no tuvimos la oportunidad que tenemos ahora, y creo que jamás fue mala idea emigrar a otro país.

—¿Vamos? —dice, sacándome de mis pensamientos profundos.

Asiento, le digo que podemos ir a la cafetería que tenemos frente a nuestros ojos, mis intenciones es ahorrarme lo que un buen café debe costar. No puedo desajustar la mensualidad que le mando siempre a mis padres.

Ella sonríe y me dice que esta vez me invitará, que no me preocupe por lo que podría pedir, ya que lo que me tiene que decir es una propuesta de la que no me podré negar.

Eso me dejó pensando, sus palabras se metieron en mi cabeza, yendo hacia la cafetería, le pregunto si su propuesta es cancelar el contrato que tenemos, por el hecho de que me ha quedado claro que ella pronto se casara. Con una sonrisa me dice que no debo preocuparme, que jamás me pediría eso, no cuando su futuro esposo la llevará a vivir a su casa y su apartamento quedará siempre a mi disposición, que ella siempre será la dueña y yo su arrendadora, bueno, todo hasta que yo lo decida.

Eso me dejó respirar, hasta por primera vez en mi rostro se dibujó una enorme sonrisa, me he quedado sin palabras, quiero gritar y agradecerle por su enorme gesto, que a pesar de que llevo unos meses viviendo con ella no he tenido la oportunidad de abrirme y decirle que… ¡Ya, dije que ya no me quejaría de lo poco que tengo!

Entrando a la cafetería ambas nos ponemos cómodas y para iniciar ella pide uno de los mejores, café, también bocadillos.

Esto me incomoda mucho, no sé qué decirle.

—Bueno, eh, puedo preguntar qué es lo que me tienes que decir, disculpa la insistencia, pero es que tengo mucha curiosidad —la voz me sale temblorosa.

—Gisela, tenemos poco de conocernos y no es que no queramos, pero es que ambas trabajamos y no se diga de lo cansada que llegamos o de que mi novio me pide quedarme en su casa —dice tras dejar su bolso sobre la silla que está a su lado—. Por favor, espero que no te molestes por lo que diré, tampoco que lo malinterpretes y menos soy de ese tipo de persona, pero no es necesario que me cuentes de tu vida, ya que me he dado cuenta de que trabajas arduamente para mandarle dinero a tus padres y que…

—Al grano —no sé por qué, pero me siento incómoda con este tipo de conversación, me enfurece que toque este tema, no, cuando no le he dado la oportunidad de que sepa más allá de mi vida personal—, lo siento, pero es que me pones un poco nerviosa e incómoda, puede que dé a leguas se note mi situación.

—Calma, mi intención no es ofenderte, al contrario, lo que te tengo que decir es una oportunidad para ti, eso te ayudará un poco a respirar —posa su mano junto a la mía—, soy una persona con un buen corazón, por favor, confía en mí.

—Por Dios, no me asustes —alejo mi mano de la suya, mi corazón no deja de palpitar desenfrenadamente, siento que me dará algo.

—Tranquila, empezaré ahora —toma una bocanada de aire para luego continuar—, sabes que mi trabajo es ser secretaria del presidente de la empresa de tecnología y hoy… Lo siento, pero mi jefe es dueño de esa empresa y más, sin embargo, tiene un pequeño problema para seguir siendo el dueño de todo, debe casarse.

No puede ser, esto está de broma, no comprendo lo que quiere decir. Oh, bueno, ahora que lo pienso mejor, su jefe tiene muchos problemas que los puede solucionar con un chasquido de dedos, lo que no comprendo por qué lo hace tan importante.

—Lucero, no veo porque preocuparte por ello, tu jefe puede solucionar sus problemas, tiene dinero, poder e inteligencia, no veo por qué tiene que salir ese tema.

—El problema verdadero es que él me lo propuso, sí, me pregunto si aceptaba ser su esposa y…

—¡Por Dios, pero tú te casarás pronto!

—Exacto, eso mismo le dije y se disculpó, sin embargo, tuve el atrevimiento de decirle que tenía una amiga que estaría dispuesta a casarse por dinero.

—Afortunada tu amiga, y eso es buena idea, ya que el matrimonio podría ser por un determinado tiempo, bueno, según la exigencia de la persona que lo obliga a casarse, considero que ambos obtendrán mucho, aunque es fraude y no es recomendable que lo ande divulgando.

—Wao... Te asienta bien estar rodeada de abogados, oh, lo siento, continúo y lo de mi jefe es una herencia, lamentablemente hay una cláusula dónde le pide casarse y puede ser que él tenga la oportunidad de casarse con cualquiera, pero la verdad es que él no quiere un matrimonio real y por eso me lo ha pedido a mí, ya sé… Ya sé, eso quiere decir que soy afortunada, pero sabes que amo a mi novio y futuro esposo.

—Comprendo —me levanto de la silla y voy hacia ella, está demasiada nerviosa y no le vendría mal un abrazo—, hiciste bien, ahora tu amiga es afortunada, no te preocupes por eso, no obtendrás ese dinero, pero sí el amor de tu futuro esposo.

—El problema es que mi amiga no me ha contestado si acepta o no —al llegar a sus brazos me detengo, retrocedo y vuelvo a mi lugar.

—¿Quieres que le diga a tu amiga si acepta casarse?

—No es necesario, ya que yo estoy frente a esa persona esperando si acepta casarse con mi jefe por dinero, así ayudaría a sus padres y podría tener lo que quiera, todo lo que quiera —sisea una y otra vez, recalcando la última palabra.

—¿Dónde? Dime, dónde está tu amiga —desesperada empiezo a ver de un lugar a otro—, espera… ¿Por qué te diriges a mí? ¿Por qué mencionas a sus padres? Espera, no estás diciendo ningún nombre, pero ahora que mencionas ayudar a sus padres quieres decir qué. Nooo… No me digas que tu amiga soy…

—Sí.

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