CINCO AÑOS DESPUES.
Rebeca entro a hurtadillas en la habitación, con cuidado de no ser vista por la servidumbre, o por su hijo, que andaba por ahí y hacia preguntas que ella en realidad no queria responderle. La mujer camino en puntas, hasta que entro en la habitación y se encontró con Will, que estaba sentado en un sillón leyendo el que se había convertido en su nuevo libro favorito.
-¿Dónde estabas? – le preguntó William en cuanto la vio entrar.
El hombre se quitó las gafas que tenía puesta, y dejo el libro a un lado.
-Con las chicas, se nos fue el tiempo, lamento haber llegado tan tarde a casa.
-¿En realidad crees que no sé qué estabas con él? – el hombre se puso en pie, cansado de la situación.
-Estas diciendo locuras William, no hay ningun él, nosotros estamos aquí en Londres, y por lo ultimo que supe de él, esta en Nueva York.
-Tu y yo sabemos que no esta en Nueva York ¡Deja de ser una jodida mentirosa! – le grito – yo se
¡Hola querido lector! Si has llegado hasta acá, te agradezco por darle una oportunidad a este libro. Si deseas saber mas a acerca de la vida de William, y lo que paso después de Diana, te invito a leer, POR UNA NOCHE, disponible completo en la aplicación buenovela.
-Demonios, ¡Estas fiestas son tan aburridas! – Exclamo William tras tomar una de las copas de champan que uno de los meseros le había llevado a él y a sus amigos – Arthur, ¿Estás seguro de que tu madre sabe que cumples 23 y no 50? – Se burlo de él, mientras Arthur lo miraba de mala gana y Collin se reía a costa de los dos.-Es cierto amigo, si tengo que volver a ir a una fiesta de estas me colgare de uno de los candelabros – Aseguro Collin.-Yo estaré encantado con todas las fiestas que mi madre decida organizarme siempre y cuando deje de hacerme preguntas con respecto a donde voy cuando salgo de noche.Los tres hombres bufaron, y entonces alcanzaron a otro de los meseros que cruzaba el salón atiborrado de gente que ellos tres conocían, demasiado bien, incluso mucho mejor de lo que en realidad les habría gustado.Aquella noche, era la fiesta de cumplea&ntil
-Amigo, ¿Por qué has tardado tanto? – Le pregunto Collin a William que se acercaba en su dirección, y aprovechaba para pasarle el brazo por los hombros a una linda chica rubia a la que él en realidad no conocía.-La mesera me ha dado problemas – Bufo.-¿Problemas de qué tipo? – Pregunto Arthur de manera solemne burlándose de William.-No de los que yo quisiera, de eso pueden estar seguros – William rodo los ojos, recordando lo impertinente que le había parecido aquella chica.-¿Intentaste ligarte a la mesera? – Arthur soltó una carcajada monumental, y Collin lo miro como a un enfermo de psiquiátrico.-No sería el primero de nosotros que lo hace – Recordó.-El hombre tiene razón, y… ¿Conseguiste algo con ella? – Arthur se llevó la botella a la boca, le dio un largo trago y ento
Esa noche había sido algo inquietante para ambos chicos, por un lado, Diana no había podido dejar de pensar en la arrogancia de William, y sobre todo en lo estúpido que era por haber hecho ese espectáculo frente a tanta gente que debían suponer personas importantes para él, y por el otro lado, William había soñado con ella, con su cuerpo envuelto en esa ropa que no era lo suficientemente exquisita como para acariciar su piel, soñó con sus ojos, con sus manos, con sus labios diciendo lo primero que le fuera a la mente, William debía aceptar, que el hecho de que ella no lo tratara diferente por quien él era lo dejo maravillado, porque ella era real, y no era una de esas aduladoras que trataban de acercarse a él a como diera lugar, a Diana no le importaba estar cerca, por el contrario, era William quien sentía que debía conocerla.Diana era perfecta, ella era fuerte, sin emba
-Sabía que iba a encontrarte aquí – Le dijo Will a Diana, mientras ella lo miraba con detenimiento.-¿Asi que viniste a buscarme? – Inquirió con desconfianza entretanto arrugaba el ceño en su frente.-¿Por qué lo dices de esa forma?-¿De cuál? Solo no creo que nada de esto tenga sentido, William, es una locura que estés aquí tratando de convencer a Martha – La recepcionista – De que tengo una supuesta tía enferma que tu conoces, lo cual es lo más absurdo del mundo – Agrego – Y que por eso debes ponerte en contacto conmigo – Ella cruzó sus brazos sobre el pecho, y entonces él se acercó un poco.-¿Qué te parece si vamos afuera? – Él la tomo del antebrazo desnudo, y se acercó todo lo que era debidamente posible. -Yo no quiero ir afuera contigo, es más,
William llego al salón dispuesto para la cena con quince minutos de antelación, lo hizo porque sabía que en cuanto llegara ella ya iba a estar ahí, esperando por las supuestas cuatro personas que cenarían esa noche.Cuando entro, se dio cuenta de lo maravilloso que era todo en la estancia, el ambiente era encantador, había luces tenues y cálidas alrededor de la mesa en donde había un florero discreto y simple, el salón era sobrio, nada escandaloso, pero no dejaba de ser exquisito, él sonrió ante lo que la planeadora había hecho y se prometió darle una propina extra al pagar el servicio.Sin más que hacer, se sentó en la mesa para cuatro, y espero hasta que ella llegara con él, jugo con un pequeño tenedor de postres mientras esperaba, y entonces Diana salió de entre las sombras, parecía una especie de ser mitológico, se veía
-¿Vas a ir asi a tu cita con Rebeca? – preguntó la madre de William mientras lo veía caminando a través del salón principal. debió haber sido más astuto, rodear el campo de guerra y no transitar alrededor de enemigo – pensó en cuanto ella lo intercepto.-Si, asi planeo asistir, ¿Por qué? – inquirió con total tranquilidad.-Pareces un macarra, William, por lo menos ponte una corbata – ella hizo un gesto de desagrado y lo miro de arriba abajo.Él no entendía cuál era todo el dilema, iba para una cita, no para un coctel de la alta elite, y tampoco era como si estuviera vestido con jeans, y una camiseta, él estaba usando unos pantalones de vestir color negro, y una camisa de botones color azul cielo, eso era todo el esfuerzo que pensaba poner en esa cita.-No me voy a poner una corbata, suficiente hago cona asist
-Hola – saludo William a Diana, que ordenaba unas cajas en el patio trasero de una de esas muchas personas con dinero a las que él conocía.-¿Qué haces aquí? – inquirió ella con un gesto de desagrado.-La última vez quedamos en que vendría a recogerte después del trabajo, ¿No es asi? – él se recostó en el capo del auto y cruzo sus brazos sobre su pecho.-Lo había olvidado, lo siento – ella musito, aun sin cambiar su actitud, entretanto hacia el intento de rodar unas cajas que se veían demasiado pesadas para que ella pudiera moverlas apiladas.-¿Te sucede algo? – le pregunto el hombre.-No, solo no puedo estar contigo esta noche – respondió pasándose una mano exasperada por la frente.-¿Me estás diciendo que conduje desde New Haven hasta acá solo para verte, y que aun a
Estar con Diana significaba todo un reto, uno de esos que a William lo emocionaban pero que al mismo tiempo lo hartaban, debía admitir que aquella no era la forma en la que él esperaba estar con ella, realmente, y en un mundo idealista en donde él no fuera más que un joven cualquiera, le habría gustado poder andar con ella por allí tomados de la mano, le habría fascinado poder llevarla a casa para sentarse a ver sus películas favoritas y escuchar de la música que a ambos les gustaba, eso habría sido lo ideal, lo que cualquier pareja podría haber tenido, menos ellos.El último mes en que habían estado saliendo, todo había sido a hurtadillas, y de alguna forma el hombre había comenzado a entender de lo que Rebeca le había hablado en el restaurante, en algún punto, el tener que huir hacia que todo fuera más difícil, la emoción se desvanec&ia