Esa tarde, después de haber volado alrededor de 8 horas para estar de nuevo en Nueva York, y haber recorrido una hora mas para llegar a Queens, William estuvo en frente al edificio de Diana, el chico estaba usando unos simples jeans, una chaqueta de cuero negra y una camisa blanca, podría perfectamente haber sido el artista de una película de moda, sobre todo por cómo se veía allí recostado contra su deportivo negro.
Ese día, William no lo pensó demasiado como en aquellas otras ocasiones, él sabía lo que queria e iba a conseguirlo, porque sabia que era imposible que Diana lo hubiera olvidado a él.
Asi que, con toda la determinación del mundo, subió las escaleras del edificio con la adrenalina corriéndole por cada una de sus venas, y toco a la puerta del piso de la mujer de la que estaba enamorado, espero hasta que Diana abriera la puerta y cuando lo hizo, se quedo estupefa
William se quedó allí sosteniendo a su madre mientras esta sollozaba en su hombro, por completo derrotada, la persona con la que había compartido más de la mitad de su vida iba a morir, y lo peor de todo era, que nadie nunca lo había visto venir, por lo menos no en ese momento de la historia. Harold era un hombre joven, un hombre tan fuerte y serio, parecia casi un roble, a Harold nunca se le escapaba nada, con él nunca había nada a la suerte, excepto justamente eso que estaba sucediendo en ese momento.Ese irremediable punto de inflexión que les estaba desestabilizando la vida a aquellas dos personas en la sala de espera.William, por su parte, no derramo ninguna lagrima, se sentía como aturdido, no era capaz de decir o hacer nada, porque estaba paralizado por el miedo, porque sentía como si un gran tren a gran velocidad lo hubiera atropellado, no se suponía que eran asi como debían se
-¿Qué estas leyendo, Diana? – le pregunto Esther a su sobrina, mientras entraba en el departamento y la veía sumida en algo que parecia un periódico.-Nada, solo me he topado con este diario viejo – respondió la joven, sin demasiada importancia.-¿Es el mismo en el que se anuncia el matrimonio de William? – Inquirió Esther, poniendo sus brazos en jarras y mirando con desaprobación a Diana.-Podría mentirte, ¿Pero que más da? Si, es el diario en el que se anuncia su matrimonio.Diana evito los ojos acusadores de Esther, y se concentró en la fotografía en el papel frente a si, allí estaban ellos dos, un mes y medio antes, anunciando su matrimonio mientras posaban en un bonito salón adornado con flores y arte, ambos estaban de pie, ambos sonriendo, Rebeca estaba recostada al cuerpo de William y tenía su mano, en la que reluc&iacut
A la mañana siguiente de la cita de Diana, William se preparaba en la que había sido su habitación en su casa, para la que seria su boda, el matrimonio se llevaría a cabo en la gran mansión de los Fitz, después de todo, era el escenario perfecto para un evento de tal magnitud, que aunque no iba a ser demasiado grande, si iba a resultar lo suficientemente extravagante como para que las madres de los novios estuvieran felices, esa mañana, desde antes del alba, el personal que se había contratado para la boda había dispuesto el salón principal para la ceremonia, lo habían adornado absolutamente todo, y aunque a William le parecia algo ostentoso, no dejo de asentir y sonreír cuando le preguntaron si le gustaba.Sus amigos, Collin y Arthur, los padrinos de la boda, entraron estrepitosamente en la habitación del hombre, mientras este tomaba la camisa blanca perfectamente planchada para pon&ea
SEIS MESES DESPUES. -¿Seguro que tu madre está bien? – le pregunto rebeca a William mientras se organizaban, en aquella habitación de la casa de William en Nueva York, para asistir al funeral de Harold.-Por supuesto que no esta bien ahora, pero espero que lo este muy pronto, de todas formas, esto no es algo espontáneo que paso porque si, esto era algo que todos sabíamos que iba a pasar.-Pero eso no hace que sea mas sencillo.-No, pero si es más fácil de asimilarlo, sabíamos que iba a pasar, y que seria pronto.-¿Y tú como te sientes?-Yo estoy bien, es mas sencillo para mí.-No tienes que mentirme, cariño – Rebeca se acercó a él, y lo abrazo por a la espalda – se que en el fondo también te duele.-Era mi padre – Will cubrió con sus manos, las manos de Rebeca que estaban unid
-¿Qué quieres cenar esta noche? – le pregunto Peyton a Diana que estaba desnuda sobre su cama.-No lo sé…las pastas son mis favoritas-¿Carbonara?-Por que no.-¿Y qué me vas a dar a cambio de la cena? – el hombre se acerco a ella, y la beso en los labios.-Tu dime que quieres y yo lo pondré a consideración.-Ya te lo diré después de la cena, cuando no puedas negarte – Peyton beso a Diana en el cuello, haciéndole cosquillas con su barba.-¡Peyton, detente! – le pidió en medio de la carcajada que le producían las cosquillas.-No voy a detenerme – él siguió besándola, hasta que a ella se le escurrieron las lagrimas de la risa que tenía.El hombre la dejo descansar, y entonces se tumbo al lado de ella en la cama.-Me gusta tenerte en mi departamento.
CINCO AÑOS DESPUES. Rebeca entro a hurtadillas en la habitación, con cuidado de no ser vista por la servidumbre, o por su hijo, que andaba por ahí y hacia preguntas que ella en realidad no queria responderle. La mujer camino en puntas, hasta que entro en la habitación y se encontró con Will, que estaba sentado en un sillón leyendo el que se había convertido en su nuevo libro favorito. -¿Dónde estabas? – le preguntó William en cuanto la vio entrar. El hombre se quitó las gafas que tenía puesta, y dejo el libro a un lado. -Con las chicas, se nos fue el tiempo, lamento haber llegado tan tarde a casa. -¿En realidad crees que no sé qué estabas con él? – el hombre se puso en pie, cansado de la situación. -Estas diciendo locuras William, no hay ningun él, nosotros estamos aquí en Londres, y por lo ultimo que supe de él, esta en Nueva York. -Tu y yo sabemos que no esta en Nueva York ¡Deja de ser una jodida mentirosa! – le grito – yo se
-Demonios, ¡Estas fiestas son tan aburridas! – Exclamo William tras tomar una de las copas de champan que uno de los meseros le había llevado a él y a sus amigos – Arthur, ¿Estás seguro de que tu madre sabe que cumples 23 y no 50? – Se burlo de él, mientras Arthur lo miraba de mala gana y Collin se reía a costa de los dos.-Es cierto amigo, si tengo que volver a ir a una fiesta de estas me colgare de uno de los candelabros – Aseguro Collin.-Yo estaré encantado con todas las fiestas que mi madre decida organizarme siempre y cuando deje de hacerme preguntas con respecto a donde voy cuando salgo de noche.Los tres hombres bufaron, y entonces alcanzaron a otro de los meseros que cruzaba el salón atiborrado de gente que ellos tres conocían, demasiado bien, incluso mucho mejor de lo que en realidad les habría gustado.Aquella noche, era la fiesta de cumplea&ntil
-Amigo, ¿Por qué has tardado tanto? – Le pregunto Collin a William que se acercaba en su dirección, y aprovechaba para pasarle el brazo por los hombros a una linda chica rubia a la que él en realidad no conocía.-La mesera me ha dado problemas – Bufo.-¿Problemas de qué tipo? – Pregunto Arthur de manera solemne burlándose de William.-No de los que yo quisiera, de eso pueden estar seguros – William rodo los ojos, recordando lo impertinente que le había parecido aquella chica.-¿Intentaste ligarte a la mesera? – Arthur soltó una carcajada monumental, y Collin lo miro como a un enfermo de psiquiátrico.-No sería el primero de nosotros que lo hace – Recordó.-El hombre tiene razón, y… ¿Conseguiste algo con ella? – Arthur se llevó la botella a la boca, le dio un largo trago y ento