William llego al salón dispuesto para la cena con quince minutos de antelación, lo hizo porque sabía que en cuanto llegara ella ya iba a estar ahí, esperando por las supuestas cuatro personas que cenarían esa noche.
Cuando entro, se dio cuenta de lo maravilloso que era todo en la estancia, el ambiente era encantador, había luces tenues y cálidas alrededor de la mesa en donde había un florero discreto y simple, el salón era sobrio, nada escandaloso, pero no dejaba de ser exquisito, él sonrió ante lo que la planeadora había hecho y se prometió darle una propina extra al pagar el servicio.
Sin más que hacer, se sentó en la mesa para cuatro, y espero hasta que ella llegara con él, jugo con un pequeño tenedor de postres mientras esperaba, y entonces Diana salió de entre las sombras, parecía una especie de ser mitológico, se veía más preciosa de lo que él la había visto jamás, era simplemente divina, y en ese momento, podía decir que era suya.
Diana iba a vestida acorde a la temática de la cena, era elegante, y la planeadora le había insistido en que la presentación esa noche debía ser sinigual, Paris en los años 20, era la temática, y ella debía estar a la altura.
Pero Diana, ¡Vaya que había logrado deslumbrar a William! Ella estaba usando un vestido de lentejuelas negro que se movía de manera elegante cada vez que hacia cualquier movimiento, y su cabello, era la primera vez que Will veía sus rizos sueltos en su espalda, ella no necesitaba más que un simple vestido, el resto lo hacia ella, lo hacia su elegancia al caminar, y su sutileza, Diana era la mujer más bonita que William hubiera visto hasta entonces, y en realidad, hasta ese momento de su vida, él había conocido a muchas mujeres.
Él sonrió en cuanto ella puso la champaña en la mesa, y ella asintió a modo de saludo.
-¿A qué horas llegaran los demás? – le pregunto bajito.
-Ya han llegado – respondió él.
-¿Entonces dónde están? – ella miro con confusión alrededor del salón, y él me puse en pie, con el propósito de guiarla a su sitio.
-Tu eres la otra persona a la que estaba esperando – Will le quito la botella de champaña de las manos, la puso en la mesa, la tomo del brazo mientras ella lo miraba atónita, la guío hasta la silla más cercana a la suya y la abrió para que ella pudiera sentarse con comodidad.
-¿De que estas hablando? ¿De qué se trata esto? – le pregunto, como siempre, a la defensiva.
-Se trata de que esta noche, yo te serviré a ti – William esbozo una sonrisa entretanto tomaba su lugar, y volvía a coger la champaña, con el único propósito de servirles un poco a cada uno de ellos.
-No entiendo nada de esto, William, ¿Es acaso una broma? – inquirió ella mientras fruncia el ceño.
-No es una broma, esta cena es para ti y para mí – asevero, tras darle un sorbo a la champaña.
-¿Que acaso piensas asesinarme o hacer un sacrificio conmigo? – ella no bebió de la copa que él le había servido, por el contrario, la miro con desconfianza y frunció los labios.
Se sentía confundida, una parte de si no creía que eso que estaba sucediendo fuera real, y lo que más le costaba procesar era que estuviera pasándole justamente a ella, se sentía como la protagonista de una de esas tantas películas que a ella le gustaba, y la sensación era, por completo extraña y desconocida.
A William le divertía en sobre manera verla confundida, el hecho de que ella creyera que él podía hacerle daño le parecía inconcebible, pero debía aceptar que esa expresión en su rostro, y sus ojos asustados mirándolo como si la tuviera acorralada eran una imagen bastante inusual, sobre todo, en ella, que nunca se deshacía de su coraza de fuerza y autosuficiencia.
-Creo que si hubiera querido asesinarte habría tenido que deshacerme del chef y del otro mesero, ¿No lo crees? – se burló.
-No te hagas el listillo conmigo, William Fitz, no confió es ti o tus intenciones.
-Te aseguro que son las mejores – continúo jugando un rato con ella.
-¿Vas a decirme que hago aquí o no? – ella se levantó furiosa del asiento, y entonces él entendió que debía dejar de hacer bromas si queria que de verdad cenasen juntos.
-Te he traído para que podamos hablar, y comer, queria tener una atención contigo – le explico.
-¿Por qué? – ella lo hacía todo demasiado difícil, y quizá ese era el quid de la cuestión, que Diana no era como el resto de las mujeres, ella no estaba tendida a los pies de William viendo en que podía servirle y en que no, él no le importaba, no la impresionaba, y entre menos lo hacía, él más queria su compañía, porque sabía que el día en que Diana lo considerara siquiera un amigo, iba a ser real, iba a ser sincero, y esa era una de las pocas cosas que él a pesar de todo, no podía comprar.
-¿De verdad tienes que hacerlo tan difícil? – susurro bajito – la última vez dijiste, que no podías hacer lo que el resto de los chicos de nuestra edad hacía, pues bien, por una noche yo quiero que puedas hacerlo, quiero que puedas cenar con alguien sin tener que preocuparte por servir la mesa – ella lo miro con una expresión que él no alcanzaba a descifrar, pero podía jurar que se trataba de ternura, a pesar de eso, después de meditarlo un par de segundos, negó con la cabeza, bastante abatida.
-Aprecio esto, pero no puedo quedarme, me están pagando por esta noche, y en el momento en que las otras dos personas lleguen – dijo dirigiéndose al par de asientos vacíos al lado de ella – debo estar trabajando…es de eso de lo que se trata trabajar – ella dio la vuelta dispuesta a marcharse, pero antes de que pudiera alejarse demasiado, Will la tomo de la muñeca, haciendo que su pecho chocara con el suyo.
Al darse cuenta de lo juntos que estaban, Diana se separó intempestivamente, y él trago en seco.
-No lo entiendes, Diana, nadie más va a venir esta noche, somos solo tu y yo – confeso – y no debes preocuparte por lo demás, ni por el trabajo, eso ya lo he arreglado yo.
William sabía, por la forma en la que Diana lo miraba, que queria quedarse, ella queria cenar con él esa noche, sin embargo tenía miedo, y no sabía de qué, Diana era por completo un enigma, y él queria poder saber que era lo que se le estaba pasando por la cabeza justo en ese momento, para de esa forma él poder disipar cada uno de sus temores.
-¿No quieres saber lo que se siente estar del otro lado de la historia? – insistió – ¿No quieres ver lo que es que alguien te lleve un plato delicioso a la mesa? Se que esto no es para siempre, y que tal y como tú lo dijiste, no va a marcar un antes y un después en tu vida, ¿Pero no quieres vivirlo solo por una noche? – la expresión en sus ojos era tan dulce, que incluso Will creyó que en algún momento una lagrima iba a resbalar de ellos, pero también conocía un poco del temperamento de Diana y sabía que ella no se iba a permitir a si misma mostrarse vulnerable frente a nadie, mucho menos frente a él.
-Me he comportado como una idiota contigo desde el día en el que te conocí, entonces, ¿Por qué te esfuerzas tanto en acercarte a mí? ¿Por qué es tan importante para ti? – murmuro cerca de él.
-Toda mi vida he estado rodeado de mujeres que han hecho hasta lo imposible por intentar llamar mi atención, mujeres que fingen ser algo que no son, que lo único que buscan es una cosa.
-Sexo – termino ella.
-No, ellas buscan dinero, que es mucho peor, porque la mayoría de ellas, ni siquiera necesitan más dinero, pero son ambiciosas – él hizo una pausa – ese es el tipo de mujer del que he estado rodeado toda la vida, pero entonces llegas tú, y me haces frente, y me dices que debo dejar de ser un idiota, e intentas huir de mí, y yo no sé qué pensar al respecto – soltó una risa seca – tu eres de esas personas que son difíciles de encontrar, yo tuve suerte, y te encontré.
-Me estas poniendo en un pedestal, soy alguien común y corriente.
Él queria decirle que no, que no era cualquier persona, queria decirle que era especial y que se merecía cosas igual de especiales, pero no tenía las bases suficientes en ese momento como para decirle aquello, ella iba a creer que él estaba loco, o que simplemente queria jugarle una broma, y eso distaba mucho de la realidad.
-Solo cena conmigo, esta noche – soltó casi como una súplica.
-Una noche – repitió ella.
Ella se sentó nuevamente en la mesa, y él secundo a su acción, ambos tomaron un poco de sus copas, hasta que los aperitivos de la cena llegaron, que consistían en unas pequeñas canastas con queso, y vegetales.
-¡Esto está delicioso! – exclamo Diana mientras se llevaba una canasta a la boca.
-Este chef es magnífico – asintió Will – y espera a probar los mariscos, son deliciosos – ¿Por qué no me cuentas algo sobre ti, Diana? – le pidió.
-No hay mucho que contar – ella hizo un ademan con la mano – soy hija única, hace un par de semanas cumplí los 21, trabajo como mesera y estoy intentado hacer las pruebas para entrar a una universidad estatal.
-¿Qué quieres estudiar?
-Medicina – respondió emocionada.
-¿Hay alguna razón en particular?
-Mi madre, quiero tener la posibilidad de ayudarla con conocimiento, quiero saber si las intervenciones que le hacen en los hospitales son correctas o no, y no solo quiero ayudarla a ella, yo en realidad quiero ayudar a tantas personas como sea posible,
-Me dijiste que tu madre estaba enferma…– soltó esperando que aquella pregunta no fuera muy personal.
-Si, mi madre está enferma – ella dudo por un minuto, analizando si en realidad esa era una historia que debía o queria contarle – hace diez años que le diagnosticaron Parkinson, es muy difícil para ella porque no puede moverse sin ayuda, hay días en que ella no puede ni siquiera comer – el semblante en el rostro de Diana cambio de repente – es muy difícil para nosotras porque estamos solas – señalo.
-Has pasado la mitad de tu vida atendiéndola…
-Si – ella suspiro – aunque cunado era más pequeña no era tan difícil como ahora, es una enfermedad progresiva, y ella intento ocultármelo tanto como le fue posible, hasta que llegó un momento en el que fue evidente y en que no tuvo de otra más que pedir ayuda.
Will quiso preguntarle alguna otra cosa, pero no queria entristecerla, y no queria seguir ahondando en temas de los que ella probablemente no iba a querer seguir hablando. Diana tenía muchas heridas abiertas, eso era evidente, y él no pretendía meter el dedo en la llaga, si tenía suerte, el resto se lo contaría ella después.
-Tu turno – dijo ella mientras les servían el plato fuerte.
-Tengo 23 años, también soy hijo único, y estudio negocios.
-Asi que eres un hombre de negocios – ella elevo una ceja, mirándolo divertida.
-No, yo no me denominaría de esa forma – sonrió – Digamos que soy un hombre que tiene que ser de negocios, no es algo que yo en realidad haya decidido por mi voluntad.
-¿De qué hablas?
-Que nacer en la familia Fitz, venia con una serie de condiciones, entre esas, hacerse cargo de la empresa familiar. No es algo que yo pueda decidir, solo es algo que tiene que ser asi, y punto final.
-¿Y estás de acuerdo?
-¡Por supuesto que no! – exclamo – pero como te he dicho, no es algo que yo pueda decidir, es solo algo con lo que debo cumplir.
-Yo no creo que sea necesariamente una obligación – asevero ella - creo que puedes irte si quisieras, pero eso acarrearía otras consecuencias.
-Me desheredarían, y desconocerían, perdería todo lo que tengo.
-Es un quid pro quo, cambias todo el dinero y el poder que tienes, por una vida que en realidad quieras – dijo como si nada, pero él más que nadie sabía que no era tan fácil, no era en lo absoluto una tarea sencilla abandonar todo lo que tenía por el incierto de algo que en realidad no sabía si lo iba a hacer feliz – no tienes que decirlo.
-¿Decir qué?
-Decir que no es tan fácil, sé que lo estás pensando, y lo entiendo, si yo tuviera todo lo que tienes tu, también me lo pensaría dos veces, porque es probable que no te haga feliz, pero si te da opciones, y por como yo veo las cosas, eso es más que suficiente – él asintió y entonces se quedaron en silencio mientras comían – William… ¿Tu madre sabes que estás conmigo haciendo esto?
-¿Qué se supone que es lo que estamos haciendo? – la miro.
-Esto, tenido una cita.
-Pensé que dijiste que jamás en la vida tendrías una cita conmigo – se burló, y entonces ella le dio un golpe en el hombro.
-Esto ha sido en contra de mi voluntad – aseguro con una chispa de diversión en los ojos - entonces… ¿Ella sabe? - reitero.
-No, normalmente no le informo demasiado a mi madre a cerca de mi vida personal – él imagino todo lo que su madre podría haber dicho de enterarse de eso, ciertamente resultaría escandaloso que su único hijo saliera con una mesera, y él no queria encender el mechero antes de tiempo.
-¿Por qué no?
-Porque normalmente ella se inmiscuye más de lo que debería, y prefiero mantener la fiesta en paz – ella asintió – ¿Ya te dije que esta noche estas particularmente hermosa?
Diana sonrió, una sonrisa preciosa que ilumino todo el sitio.
-No, de hecho, no lo habías mencionado.
-Bien, pues estas preciosa – la alago, mientras observaba la manera en la que sus mejillas se enrojecían.
-¿Puedo hacerte otra pregunta un tanto indiscreta? – inquirió ella.
-Si, adelante.
-Si tus padres deciden todo a cerca de tu vida, como lo que debes estudiar, y demás, ¿No deciden también con que chicas debes salir y con cuales no?
-No, por lo que a ellos concierne, estaré soltero durante mucho tiempo – mintió, porque no queria herirla, aunque por el gesto en su rostro, supo que ella no le creía, después de todo, ella misma le había dicho que eran muchas las cosas de las que se había enterado gracias a su trabajo.
Pero ese era un tema que no valía la pena tocar justo allí, sobre todo, porque él no queria amargarse por cosas que no podía controlar.
-Claro – ella asintió – siempre podrías decirle que eres homosexual – soltó como si nada.
-Dudo mucho que mis padres crean eso – soltó una carcajada mientras alcanzaba su copa para darle otro sorbo – ¿Quieres más? – él extendió la botella de champaña, y ella acerco su copa, que él lleno un poco más de lo que debía.
-¿Pretendes sacarme ebria de este lugar?
-No, te aseguro que quiero muchas cosas contigo, pero quiero que estas sobria en ese momento – aseguro, y ella lo miró fijamente.
-Esta noche la he pasado genial – dijo solemne – enserio, creo que nunca había vivido nada como esto, desde la comida, hasta la compañía, ha sido magnifico.
-Eso era justamente lo que estaba buscando – susurro.
-Debo aceptar que tenía mis dudas a cerca de ti, bueno, en realidad aún tengo algunas.
-Yo no tengo ningun problema con eso, siempre y cuando me dejes despejarte cada una de esas dudas – él se acercó ligeramente a ella, y rozo su mano que estaba puesta sobre la mesa.
La forma en la que William la miraba le generaba a Diana una extraña sensación en el estómago, pero le gustaba, y queria besarlo justo en ese momento, queria que él la acariciara, y ella queria lo mismo, sin embargo, en cuanto sus bocas estuvieron a punto de tocarse, el camarero, compañero de Diana, los interrumpió entrando estrepitosamente en el salón.
-Diana, tienes una llamada urgente, en el teléfono de la cocina podrás atenderla – le dijo el hombre.
Ambos lo miraron extrañados, sin embargo, ella se puso en pie de inmediato.
-¿De qué se trata? – cuestiono.
-Es la jefe, no me ha dado mucha información, pero dijo que era urgente.
-Voy contigo – anuncio Will para Diana mientras se ponía en pie para ir tras ella.
-No, no es necesario, volveré aquí, no tardare, o eso creo…– ella le dedico una sonrisa sin gracia, y entonces él volvió a sentarse en la mesa mientras ella salía del salón escoltada por el camarero.
La llamada le causaba inquietud, pero esperaba que no fuera una mala noticia que pudiera arruinar todo lo que en ese momento estaban viviendo, el mismo que tanto le había costado conseguir, lo cierto era que acercarse a Diana había sido la tarea más difícil que él había hecho nunca.
Pasaron alrededor de cinco minutos en que él no hizo más que observar el postre de chocolate y nueces que les habían llevado justo antes de que Diana se fuera, hasta que ella volvió, sollozando, y echa un manojo de nervios.
-¿Diana, que sucede? – William se acercó hasta ella que estaba pálida.
-Lo siento, pero tengo que irme – soltó sin dar más explicaciones, entretanto buscaba su bolso y el abrigo que había llevado puesto.
-¿Por qué? – Inquirió, pero ella parecía no escucharlo, y por el contrario siguió moviéndose frenéticamente por el sitio.
-Lo siento William, es mi madre – balbució.
-Diana – él la detuvo, y la obligo a que se detuviera un segundo, y respirara para que le pudiera explicar la situación – deja de buscar cosas, sea lo que sea que olvides yo lo llevare después a tu casa, pero ahora dime, ¿Qué le ha pasado a tu madre?
-Se cayo en el departamento, y sufrió un golpe fuerte en la cabeza, es lo único que sé, y por eso necesito irme de inmediato, tengo que encontrar un taxi que me lleve hasta allá – soltó con desesperación,
-Vamos, yo te llevare – él tomo su chaqueta que estaba al respaldo de su asiento, y le ayudo a ponerse el abrigo a ella, y no sabía si era porque se trataba de su madre, y estaba muy preocupada, pero Diana no puso ninguna resistencia a la sugerencia de ir juntos.
Ella simplemente camino a su lado y se subió al auto sin soltar palabra alguna.
A Will le pareció lo suficientemente inapropiado poner música justo en ese instante, asi que lo único que hicieron fue recorrer el trayecto en completo silencio, no se escuchaba nada, a excepción de los disimulados sollozos de Diana.
-Ella son como niños – ella sorbio por la nariz y entonces hablo, pero él no le respondió, ella necesitaba desahogarse, y nada más – tienes que cuidarlos todo el tiempo, tienes que estar para ellos, darles de comer, llevarlos al baño, y recordarles las cosas que olvidan, no puedes dejarlos solos… Y esta noche yo lo hice.
-Esto no fue tu culpa – susurro despacio.
-Si lo era, yo estaba en una bonita cena mientras ella me necesitaba, eso no habla muy bien de mí.
-Fuiste a trabajar – le recordó él.
-Si, pero no era eso lo que estaba haciendo, y tú lo sabes – Ella se limpió las lágrimas en su rostro – la abandone.
Él queria decirle algo más, que no era su culpa, por ejemplo, que no podía sentirse culpable simplemente por vivir, pero algo le decía que justo en ese momento a ella no le iban a importar sus palabras, no lo iba a escuchar realmente, asi que se quedó nuevamente en silencio hasta que llegaron a donde tenían a la madre de Diana.
Una vez estuvieron ahí, ella se bajó corriendo del auto y entro al sitio, sin embargo, él se quedó afuera, viendo desde su auto, el maltrecho lugar, ni siquiera parecía un hospital, ¡Dios! El sitio era desastroso, y no solo por su naturalidad de hospital, se veía pobre, y Will dudaba mucho que fuera el lugar más idóneo para tratar la enfermedad de la madre de Diana, de hecho, se veía lo suficientemente antiséptico para tratar cualquier tipo de enfermedad.
Después de sopesarlo muy bien, salió del auto, pero se quedé recostado contra él, no sabía que tan prudente era entrar en el hospital, realmente estaba caminando sobre terreno desconocido, él nunca había acompañado a nadie al hospital, nunca había estado en una situación parecida a esa, y ciertamente no sabía cuál era el protocolo a continuación, ¿Debía ir a dentro y esperarla en la sala de espera? ¿Debía quedarse allí fuera? ¿Debía irse? La situación era algo muy parecido a un acertijo para el hombre.
Mientras estuvo allí afuera, frente a la fachada del edifico, si es que en realidad se le pudiese considerar como tal, vio las miradas curiosas que le dedicaban cada una de las personas que lo veían allí de pie, era algo particular, todos lo veían, fruncían el ceño, y entonces miraban en dirección a su auto, todos hacían los mismo, aunque no en el mismo orden. Él no hacia parte de la ecuación del sitio, de eso estaba muy consiente, no encajaba en el lugar, y todas y cada una de las personas que lo veían lo sabían, y por un instante en realidad pensó en irse, durante un segundo olvido que era lo que estaba haciendo allí, se sintió perdido, totalmente fuera de lugar.
Pero entonces vio la silueta de Diana acercarse hacia él mientras se cubría del frio, y entendió que era ella, la razón de su estancia allí.
-No te vi allá adentro y pensé que te habías ido – le dijo en cuanto estuvo cerca de él.
-No sabía qué hacer, me quedé estancado aquí – Respondió – ¿Cómo esta tu madre?
-Está bien, el golpe le causo una contusión leve, nada que empeore la situación – Dijo sin ánimo – Aun no sé cómo se cayó, pero tal parece que necesita asistencia prácticamente permanente, el doctor dijo que no era bueno que estuviera sola.
-¿Y entonces que vas a hacer?
-Lo que he venido haciendo todo este tiempo, trabajar lo suficiente, y el resto de tiempo dedicárselo a ella.
-Lo entiendo – Diana prácticamente le estaba diciendo que lo que había sucedido entre ellos, no iba a repetirse, y aunque él queria decirle que aún había formas, lo cierto era que él tampoco las veía, era su madre, y contra eso no podía luchar – ¿Y que pasara ahora con ella?
-La tendrán en observación algunas horas más, el doctor quiere ver como sigue reaccionando.
-Eso quiere decir que no necesitas que las lleve a casa…?
-No, no lo necesitamos, yo me quedare esta noche aquí con ella.
-De acuerdo.
-William, a pesar de todo, esta noche la he pasado muy bien, si esto no vuelve a repetirse jamás, entonces yo me quedare con un grato recuerdo – soltó con la voz entrecortada, la situación no era nada sencilla para ella, después de todo, era una chica de solo 21 años que estaba cargando una responsabilidad sobre sus hombros que parecía mucho mayor que ella – de haberte encontrado en otro momento de mi vida, yo no habría dudado en darte esa oportunidad de la que me hablaste antes – ella sonrió con tristeza y él bajo el rostro.
-¿Entonces ya está? ¿No volveremos a vernos más?
-Por supuesto que sí, te veré en una que otra de las fiestas en las que tu madre nos contrate, pero eso es todo – ella suspiro – es lo mejor para los dos, todo mi tiempo está ocupado, y no puedo permitir que nada como esto vuelva a suceder, es mi madre, es importante para mí, es la persona que me cuido cuando yo era solo una pequeña, y es hora de retribuir todo ese trabajo.
-Bien – él soltó un bufido – creo que debo volver a la universidad.
-Dale saludos a Yale – intento bromear ella, pero la situación estaba lejos de ser graciosa, tanto ella como él, sabían que había una química palpable entre ambos, pero no era nada lo suficientemente importante como para esforzarse y entonces arriesgarse un poco. Diana tenía razón, había mil y una razón por la que involucrarse era una mala idea, él vivía en New Haven y ella en Queens, él tenía la universidad, y ella tenía el trabajo y a su madre, y aunque de haberse tratado de otra persona él sabía que era posible, con ella era diferente, y ella lo había dicho, solo que él no lo había querido ver hasta ese momento.
-Espero que tu madre este bien – le dijo, dispuesto a subirse en el auto y marcharse sin mirar atrás.
Pero antes de poder hacerlo, ella lo tomo por sorpresa, y enredo sus brazos en su cuello, juntando sus cuerpos, Diana lo abrazo con fuerza, y entonces él paso sus brazos alrededor de su cintura mientras envolvía su cuerpo con suavidad, ambos se mantuvieron un par de minutos asi, y entonces ella se apartó sollozando.
-Adiós – ella se despidió, y le dio un beso en la mejilla, enseguida se dio la vuelta, y comenzó a caminar en dirección opuesta a la de él.
Y William maldijo, por la situación, por los privilegios, por las diferencias sociales, porque ella estaba atrapada en un laberinto, y porque se había acabado una historia que ni siquiera había tenido la oportunidad de comenzar.
-¿Vas a ir asi a tu cita con Rebeca? – preguntó la madre de William mientras lo veía caminando a través del salón principal. debió haber sido más astuto, rodear el campo de guerra y no transitar alrededor de enemigo – pensó en cuanto ella lo intercepto.-Si, asi planeo asistir, ¿Por qué? – inquirió con total tranquilidad.-Pareces un macarra, William, por lo menos ponte una corbata – ella hizo un gesto de desagrado y lo miro de arriba abajo.Él no entendía cuál era todo el dilema, iba para una cita, no para un coctel de la alta elite, y tampoco era como si estuviera vestido con jeans, y una camiseta, él estaba usando unos pantalones de vestir color negro, y una camisa de botones color azul cielo, eso era todo el esfuerzo que pensaba poner en esa cita.-No me voy a poner una corbata, suficiente hago cona asist
-Hola – saludo William a Diana, que ordenaba unas cajas en el patio trasero de una de esas muchas personas con dinero a las que él conocía.-¿Qué haces aquí? – inquirió ella con un gesto de desagrado.-La última vez quedamos en que vendría a recogerte después del trabajo, ¿No es asi? – él se recostó en el capo del auto y cruzo sus brazos sobre su pecho.-Lo había olvidado, lo siento – ella musito, aun sin cambiar su actitud, entretanto hacia el intento de rodar unas cajas que se veían demasiado pesadas para que ella pudiera moverlas apiladas.-¿Te sucede algo? – le pregunto el hombre.-No, solo no puedo estar contigo esta noche – respondió pasándose una mano exasperada por la frente.-¿Me estás diciendo que conduje desde New Haven hasta acá solo para verte, y que aun a
Estar con Diana significaba todo un reto, uno de esos que a William lo emocionaban pero que al mismo tiempo lo hartaban, debía admitir que aquella no era la forma en la que él esperaba estar con ella, realmente, y en un mundo idealista en donde él no fuera más que un joven cualquiera, le habría gustado poder andar con ella por allí tomados de la mano, le habría fascinado poder llevarla a casa para sentarse a ver sus películas favoritas y escuchar de la música que a ambos les gustaba, eso habría sido lo ideal, lo que cualquier pareja podría haber tenido, menos ellos.El último mes en que habían estado saliendo, todo había sido a hurtadillas, y de alguna forma el hombre había comenzado a entender de lo que Rebeca le había hablado en el restaurante, en algún punto, el tener que huir hacia que todo fuera más difícil, la emoción se desvanec&ia
Después de haber dejado a Diana en el estacionamiento del hospital, William se dirigió a la casa de sus padres en Nueva York, esa tarde realmente él no estaba de humor como para volver a New Haven y verse obligado a asistir a una fiesta con Colin y Arthur.El conocer a Diana le había mostrado que había cosas mucho más importantes, valiosas y relevantes que las que él había conocido hasta el momento, ella le había enseñado esa parte cruda y cruel del mundo, y se lo agradecía, porque incluso aunque él no quisiera cambiar ni una sola de las comas de su pasado, en ese momento entendía, que en la vida había mucho más de lo que él había conocido hasta el momento, y que la burbuja de cristal bajo la que había crecido había sido exclusiva, y no todos tenían el privilegio de acceder a ella.Y justo en ese instante, William no deseaba estar
-¿Qué es esto? ¿Consejo de guerra? – pregunto William en cuanto entro en la casa de sus padres, se dirigió al área de comedor y los encontró a ellos dos allí posando como si los estuvieran fotografiando.Harold estaba sentado en la cabecera de la mesa con las manos cruzadas sobre ella, y su madre estaba de pie a su lado con las manos crazadas en su pecho, era terrorífica aquella imagen, sin embargo él solamente se burló de ellos y tomo una de las uvas que había en el extravagante frutero en la mesa.-Tenemos que hablar, William – soltó su padre con voz solemne.Habían pasado alrededor de seis semanas después de que el hombre había tenido su cirugía de Bypass, todo había salido perfecto, y el hombre se veía como un roble, estaba bien, nada iba a cambiar, por lo menos por ese entonces, y aunque debía permanecer en c
-William, llegaremos tarde, falta solo una hora para las 7 y aún no hemos salido de este departamento – le dijo Diana frustrado al hombre que se acicalaba en el baño.Diana estaba por completo nerviosa, esa noche en particular se sentía fuera de sus cabales, iba a conocer a los papas de William, y es que la sola idea de todo el ritual en donde la familia tenía que conocer a la pareja y viceversa le parecía fastidiosa, y anticuada, esa cena en específico resultaba algo mucho peor, porque sabía que los padres de William no solo querrían conocerla, sino que además de eso, iban a querer indagar a cerca de cada aspecto de su vida, y entonces la juzgarían, Diana no era tonta, no se estaba haciendo falsas ilusiones al respecto, por como ella veía las cosas, esa cena podía significar una de dos cosas, o los padres de William la acogían en la familia, y aceptaban lo que sea que hubiera ent
-Hemos llegado – asevero William con una expresión seria, en cuanto estuvieron frente al departamento de Diana.-Si, hemos llegado – confirmo ella, aun entumecida por lo que había sido esa noche.Se sentía como si acabara de salir de una mala película de terror, como si las cosas que conocía hasta el momento hubieran dejado de tener sentido, tenía nauseas, dolor de cabeza, y el silencio de William no hacia más si no inquietarla, porque necesitaba saber que pensaba él, queria que le dijera que lo que había pasado esa noche no se iba a repetir porque no iba a volver a ir a esa casa. Pero William no había dicho nada, y había pasado todo el trayecto en absoluto silencio, pensando sobre todo, en una cuestión en particular que no dejaba de darle vueltas en la cabeza, y era la posibilidad de que Diana realmente estuviera embarazada, después de todo, ellos nunca habían
Diana, que había estado aprovechando la soledad para leer su libro favorito sin ser interrumpida, se puso en pie, en cuanto alguien toco a la puerta de su departamento, ella no se molestó en preguntarse de quien se trataba, en ese instante realmente le daba igual quien era la persona que estaba tras ella, no le importaba si era su tía, diciendo que no podía cuidar más a su madre, no le interesaba si se trababa de William que se había arrepentido de su pelea, la chica se sentía como entumecida, casi como si estuviera esperando cualquier cosa, nada podía perturbarla, según ella se sentía.Sin embargo, en cuanto abrió, y se dio cuenta del estado del hombre frente a ella, frunció el ceño ante la imagen, William se veía desastroso, tenía la camisa fuera de sus pantalones y por completo arrugada, su cabello estaba despeinado, sus ojos se veían cansados, y parecía e