Laura salió disparada de aquel lugar con la revista en mano. A pesar de que era imposible que todas las personas leyeran aquel artículo perverso, sentía como si todos la estuvieran mirando y juzgando. Llamó a Kevin y este sonaba tan sereno que ella se preocupó, al parecer no quería alterarla.
Por otro lado, parte de las tres familias se reunieron en la mansión de los Mars.
—¡No crean que nos van a perjudicar por cubrirse las espaldas! —el padre de Frank indicaba.
—Lo que usted llama “cubrirnos la espalda”, es la mera verdad —Kevin se dirigió a él con rabia—. No me extrañaría que todo esto fuese obra de Frank.
—¿Cómo crees que Frank va a hacer algo así?
—Señor, si él se atrevió a mancillar a Laura, de esa lacra se puede esperar cualquier cosa. —Los ojos de Kevin
Los nervios la inundaron al entrar a la mansión. Cristian la había acompañado a buscar sus cosas al motel para irse juntos a la enorme casa de los Mars. La situación era un poco incómoda para ella, pero tenía que estar con él, tenía que ayudarlo a superar ese momento amargo que estaba atravesando. Cristian ordenó a uno de los sirvientes a subir las maletas de Laura y le dijo a María que le preparara una habitación cerca de la de Kevin.—¿Cree que quiera verme? —preguntó hecha un manojo de nervios mientras subían las escaleras.—Creo que eres la única persona que quiere ver. Aunque es posible que diga lo contrario. Pero no te desanimes, él está dolido ahora. —Laura respiró para relajarse. Cuando iban por el pasillo, se encontraron con Jillian.—¿Qué hace ella aquí? —pregunt&oac
EllaLaura estaba sentada sobre su cama cuando escuchó los toques en la puerta y esa vocecilla que le robaba la paz.—Laurita, abre la puerta —llamó su tía. No entendía cómo podía hablar como si estuviera cantando. Laura abrió la puerta y esta empezó a hablar como una cotorra. —Laurita, Frank está en la sala esperando por ti. ¿No te dije que él venía a visitarte hoy?«¡Lo que le faltaba! ¡Tener que atender a ese pedante!», pensó.—Lo siento, tía. Pero me siento indispuesta.—No me vengas con excusas. Arréglate y sal a recibir a Frank —le ordenó. Laura bufó con decepción y fastidio. Cerró la puerta tras de sí y se instaló en la cama de nuevo. «Que espere», pensó.Una sensación amarga la recorri&oa
La familia Gutiérrez y Mars siempre tuvieron buenas relaciones, en especial con los negocios. Cada cierto tiempo se reunían a compartir y empezar o dar seguimiento a nuevos proyectos. Incluso tenían un club campestre. Claro, tardaban años en reencontrarse. Kevin solo asistió una vez en su adolescencia, ya que cada vez que su padre tenía esas reuniones, casualmente, él estaba con su madre en el extranjero. Y cuando ella estaba en el país, no le gustaba asistir, puesto que no se llevaba bien con esa familia, en especial con Clara Gutiérrez (la tía de Laura).Las vacaciones de verano habían llegado y los preparativos para un nuevo viaje comenzaron.—En dos díasnos reuniremos en el club con los Mars —avisó Clara mientras desayunaban—. Pasaremos las vacaciones allá. —Las hermanas Gutiérrez gritaron de la emoción.—¿
Las chicas empezaron a murmurar entre ellas y a agitarse de la emoción. Laura permanecía sin moverse, observaba a los chicos, tratando de recordar dónde los había visto antes. El ama de llaves los saludó inclinando la mirada. Estos se detuvieron reparando en las chicas.—¿Nos recuerdas? —se apresuró a preguntar Claudia, dirigiéndose directamente a Kevin, pero manteniéndose en el mismo lugar junto a sus hermanas, detrás de Laura.—Por supuesto —contestó—. Ustedes son las hermanitas Gutiérrez, recuerdo que iban a visitarnos a la casa. —Ellas asintieron. El dirigió sus ojos a Laura. Sus miradas quedaron cruzadas por unos segundos, como si trataran de recordarse—. A ti… te conozco —apuntó su dedo hacia ella y se acercó, como tratando de recordar algo.De repente, sus grandes ojos miel se abrieron agrand
Todos se habían instalados en sus aposentos y disfrutaron de un tour por todo el lugar. Laura estaba impresionada con aquella villa, sentía un cosquilleo cuando pensaba en su habitación. ¡Era hermosa! Amplia, con su propio baño, con un vestidor, un cine y un pequeño estudio. Simplemente perfecta y elegante, con un toque campestre. Estaba totalmente encantada con aquel paraíso. Siempre le gustaron las casas de campo, esos lugares que te contactan con la naturaleza y el aire fresco, lejos del bullicio y contaminación de la ciudad. Tenía una pequeña cámara con la cual eternizaba fragmentos de la villa. Durante todo el recorrido sintió como dos ojos la seguían. Trató de ignorar aquello, pero cuando todos estaban en el comedor, pudo encontrar esos ojos que se aferraban a ella. Sintió que moriría de un infarto cuando se encontró directamente con los ojos verdes de
El día fue largo y exhaustivo. Las familias tuvieron la buena idea de ejercitarse en un lugar que parecía un campo militar. «¿Que esta gente no sabe lo que son vacaciones?», reclamaba en sus pensamientos. Apenas podía arrastrarse, los músculos estaban tensos y el dolor era tan fuerte que sentía que explotaría en pedazos.—Un paso más… —murmuró alcanzando la manilla de la puerta.—¡Tú, idiota! —la voz de Claudia era demandante. Las tres hermanas la rodearon con un brillo en los ojos que le transmitía mala espina. ¡Lo que le faltaba!—Tengo nombre —respondió tratando de no sonar intimidada.—Tan insolente como siempre —dijo Jimena dejando escapar una risita malvada.—Chicas, lamento terminar esta conmovedora charla familiar, pero necesito descansar. —Abrió la puerta despu
Laura se levantó llena de energía. Quería hacer algo diferente y divertido. Pensó que sería genial salir al pueblo, pues se empezaba a sentir presa en aquel lugar. El estar rodeada de personas todo el tiempo y con una rutina predeterminada la estaba hostigando. Después de vestirse, se paró frente al espejo, notó que las marcas de los golpes que le proporcionaron sus primas habían desaparecido. Dejó su cabello suelto, eso era lo que más le gustaba de su físico o, tal vez, lo único. Estaba saliendo de la villa y aún no sabía cómo llegaría al pueblo.—¿A dónde vas, Ojos melosos? —la sorprendió esa voz varonil que tanto le molestaba y… estremecía.—No es de tu incumbencia —respondió tajante—. Y, por favor, deja de llamarme así.—No pidas, imposibles, preciosa. &mdas
La tarde había llegado y la actividad fue todo un éxito. Las familias, junto a unos invitados de negocio, disfrutaron de una fiesta folklórica, donde compartieron diferentes costumbres y tradiciones. Cuando cayó la noche, ya todos los invitados se marcharon. Los jóvenes se sentaron alrededor de una fogata que habían encendido cerca del lago.—Entonces, Frank, ¿eres hijo único al igual que Kevin? —Pablo preguntó.—Sí, soy el único heredero de los negocios de mis padres. Me he preparado bien para tomar las riendas, en todas las compañías de mi padreno hay nadie que se me compare — expresó con orgullo. Kevin y Laura pusieron los ojos en blanco.—Entonces, tú también te dedicarás al negocio de la familia, Kevin —Frank afirmó.—No —respondió con seguridad.—&iques