Como si fuera mandado por el mismísimo demonio belcebú o Astaroth, frente a Russell se encontraba la solución.Un joven reo, casi de la misma edad de Vladímir y de su misma complexión, lo estaba observando desde una de las mesas más allá de dónde él se encontraba en esos momentos.Debía ser uno de los reclusos traído de alguna otra cárcel que esa semana estaban de visita o como espectadores para las peleas que se llevaban a cabo todos los fines de semana.Russell sonrió tomando una manzana rosa, caminando hasta donde se encontraba el joven, este no dudo en devolverle la sonrisa. No tardó mucho en hacer que ese joven se mostrará interesado en él, pero sobre todo a conseguir que estuviera dispuesto a hacer lo que le pidiera. Justamente lo que estaba necesitando.Poder enfocar su frustración en otro cuerpo, en otra persona, antes de permitir que el príncipe robara su cordura por completo, además era su culpa por no darse cuenta de que no le gustaba que probara una y otra vez hasta dond
Russell se mantenía callado escuchando a Vladímir.Estaba ansioso por ver lo que haría su reina, pero lo que no espero es que lo obligará a tomar acción al ver que el joven no se levantaba.¿Quién se iría y perdería la oportunidad de poder tener el favoritismo del rey? Por supuesto que nadie lo haría. Lo que no sabía ese joven era que ya había perdido el favor del rey mucho antes de que su reina apareciera —No te dejaré abandonar nuestra mesa— murmuró al oído de su amante al sujetarlo de su muñeca y hacerlo permanecer sentado en sus piernas.—¡Largo! — se dirigió al joven con la mirada fría y oscura, haciendo caer a Vladímir en sus piernas, tomándolo de inmediato de la barbilla.—Óyeme, muy bien mi amada reina mimada. Jamás se te ocurra ceder tu lugar en nuestra mesa a menos que quieras que se arme la guerra entre nuestros hombres, de inmediato — mencionó imponiéndose sobre el joven, evitando que pudiera levantarse y alejarse.La voz de Russell era fría y cargada de peligro que corrí
No solo lo aterraba esa mirada gris tan fría como el hielo, también la forma en que el llamado príncipe Ivanov lo trato, como si su vida no valiera nada.Había escuchado los rumores de que el rey negro tenía como amante al principe mimado perteneciente a la familia Ivanov, por lo que no tuvo miedo al momento de tratar de seducir al rey.¿Que podría hacerle ese joven rico que jamás había estado del todo involucrado en los negocios de su familia?Tarde se dió cuenta de que sus suposiones sobre la fragilidad de ese joven era completamente equivocadas, ya que ahora se enfrentaba a su ira.—¿Quieres eso? Respóndeme. Por qué puedo convertirte en la p*ta de la cárcel y convertir tu breve estancia en un infierno... aunque no creo que sacara demasiado por ti… no sería un buen negocio — el joven Ivanov se sacó el colgante con la R que llevaba en su cuello mostrándoselo abiertamente, al tirar de él para acercarlo hasta la letra colgada a la cadena que portaba — ¿O tal vez quieres esto? Lo que di
— No me importa perder dinero, pero no vas a subirte en esa maldita jaula.Russell no podía permitirlo, mucho menos podía aceptarlo, no podía soportar la idea de que otra vez volviera a repetirse el pasado, que Vladímir volviera a estar en peligro por su culpa.Pero más importante, no podía permitir que alguien más descubriera su secreto, su más grande debilidad.El ceño de Vladímir se frunció, ya no era un crío, mucho menos era uno de sus hombres. Ethan no podía ordenarle o decirle qué hacer.Por su mente pasaron miles de pensamientos en segundos hasta que por fin recobró la compostura y negó.— No eres mi padre, no puedes prohibírmelo y tampoco puedes pararlo porque ya lo anuncié, fuiste tú quien dijo que debía aprender a defenderme.No permitiría que logrars asustarlo, por lo que se acercó a enfrentarlo quedando a leves milímetros de su boca con gesto desafiante.— Y si llego a perder, que… No lo haré, ni se te ocurra parar el combate, solo yo puedo decidir mi suerte.— Si llegas a
— Me llevaré a Vladímir porque lo amo y se lo prometí — era la primera vez que le decía eso a alguien que no fuera el chico— él corre peligro, un peligro que no logras ver por el amor que tienes a ese imbécil que llamas hijo. — volvió a su posición alejándose del viejo, llevando la mano derecha al respaldo del auto, volviendo a entonar con sus dedos la misma melodía de antes.Esa que solo aparte del joven, parecía calmarlo y mantenerlo sereno, debía de estarlo. No podía perder el control por completo.Tras escuchar las palabras de Russell, pensó en una oferta que este no podría rechazar, ningún amor puede ser tan fuerte como para decirle que no a su imperio.—¿Cuándo era que los jóvenes podían beber en tu país? ¿21, cierto?— Al menos ganaría tiempo hasta que el americano se fijara en alguien más, conociéndolo, esperaba que fuera pronto — Es cuando realmente se les considera adultos allí verdad. El viejo respiró hondo y se quedó observando en silencio, luego asintió como si estuviera
Un extraño frío recorrió la espina dorsal de Vladímir al escuchar aquel gemido.Eso llamó su atención, algo no estaba bien. Nadie debería de estar ahí a esa hora, por lo que caminó con cuidado de no ser escuchado y lo que vio lo dejó todavía más frío.El corazón se le paró en el pecho y estaba seguro de que la sangre había parado de circularle por el cuerpo de un momento para otro. Lo que pasaba frente a sus ojos lo tenía en completo shock.Ahí, a unos pasos de él, se encontraba Ethan. Su Ethan, el mismo que había dicho que le amaba y que pondría el mundo a sus pies agarrando al mozo de cuadra del cabello mientras se empujaba en su interior con fuerza y lo hacía gemir.— Oh sí, Ethan... — decía el otro entre gemidos — ¿Quién me va a follar así cuando te vayas?Las palabras del estúpido mozo le ponía claro las cosas, lo que pasaba tras el marcharse, por eso la prisa en que él regresará a la mansión. Ahora todo tenía sentido.Vladímir pudo sentir el dolor de su corazón al romperse mi
—¿Desde cuándo?Preguntó Vladímir al joven trabajador de las caballerizas que seguía sin levantar la cabeza, con la mano metida en el bolsillo de su chaqueta, sujetando el arma.— Desde el primer día.Vladímir ya no podía sentir dolor, era demasiado para soportarlo, sacó la pistola, le sacó el seguro y sin ningún reparo o remordimiento disparó, en el centro justo de la frente del mozo.Russell le había dicho que debía enseñarse a disparar. Lo curioso era que él ya sabía hacerlo, ya sabía disparar, lo sabía desde muy pequeño, lo que no había tenido jamás ni creyó tener fue la suficiente sangre fría como para hacer lo que acababa de hacer. Quitarle la vida a alguien más sin tan siquiera pensarlo.Se dejó caer al suelo derrotado y se llevó el arma a la boca, «tres, dos, uno» contó en su mente y apretó el gatillo, pero el arma no se disparó y entonces el mar de lágrimas que ya eran sus ojos empezó a brotar con más fuerza.— ¿Ni siquiera puedo matarme, a gusto?—¿Desde el primer día qué? —
El mayor miedo Vladimir… Era también su mayor miedo y la peor de sus pesadilla.Una que por desgracia tenía muy presente, y que le hacía despertarse todas las mañanas con la respiración agitada y el cuerpo sudado desde la discusión con Ethan.Con la sensación de estar manchado y cubierto de sangre, sucio, mancillado por la rabia, los celos y la ira.Con todas esas emociones que lo convirtieron en un demonio años atrás. Precisamente dónde murió su inocencia y lo hizo enterrar al antiguo Vladímir.A ese que era bueno y confiado, junto al cuerpo sin vida de alguien que se le parecía, al menos físicamente, una persona que sin dudarlo en el pasado había derrumbado sus sueños y ayudado a romper su corazón, pero así como había ayudado a qué le rompieran su corazón, también había recibido su muerte de sus propias manos.Vladímir cada vez estaba más seguro de que ese día también debía haber sido el que dejara de respirar, pero el jodido destino se divertía pisoteando su corazón una y otra vez