— Me llevaré a Vladímir porque lo amo y se lo prometí — era la primera vez que le decía eso a alguien que no fuera el chico— él corre peligro, un peligro que no logras ver por el amor que tienes a ese imbécil que llamas hijo. — volvió a su posición alejándose del viejo, llevando la mano derecha al respaldo del auto, volviendo a entonar con sus dedos la misma melodía de antes.Esa que solo aparte del joven, parecía calmarlo y mantenerlo sereno, debía de estarlo. No podía perder el control por completo.Tras escuchar las palabras de Russell, pensó en una oferta que este no podría rechazar, ningún amor puede ser tan fuerte como para decirle que no a su imperio.—¿Cuándo era que los jóvenes podían beber en tu país? ¿21, cierto?— Al menos ganaría tiempo hasta que el americano se fijara en alguien más, conociéndolo, esperaba que fuera pronto — Es cuando realmente se les considera adultos allí verdad. El viejo respiró hondo y se quedó observando en silencio, luego asintió como si estuviera
Un extraño frío recorrió la espina dorsal de Vladímir al escuchar aquel gemido.Eso llamó su atención, algo no estaba bien. Nadie debería de estar ahí a esa hora, por lo que caminó con cuidado de no ser escuchado y lo que vio lo dejó todavía más frío.El corazón se le paró en el pecho y estaba seguro de que la sangre había parado de circularle por el cuerpo de un momento para otro. Lo que pasaba frente a sus ojos lo tenía en completo shock.Ahí, a unos pasos de él, se encontraba Ethan. Su Ethan, el mismo que había dicho que le amaba y que pondría el mundo a sus pies agarrando al mozo de cuadra del cabello mientras se empujaba en su interior con fuerza y lo hacía gemir.— Oh sí, Ethan... — decía el otro entre gemidos — ¿Quién me va a follar así cuando te vayas?Las palabras del estúpido mozo le ponía claro las cosas, lo que pasaba tras el marcharse, por eso la prisa en que él regresará a la mansión. Ahora todo tenía sentido.Vladímir pudo sentir el dolor de su corazón al romperse mi
—¿Desde cuándo?Preguntó Vladímir al joven trabajador de las caballerizas que seguía sin levantar la cabeza, con la mano metida en el bolsillo de su chaqueta, sujetando el arma.— Desde el primer día.Vladímir ya no podía sentir dolor, era demasiado para soportarlo, sacó la pistola, le sacó el seguro y sin ningún reparo o remordimiento disparó, en el centro justo de la frente del mozo.Russell le había dicho que debía enseñarse a disparar. Lo curioso era que él ya sabía hacerlo, ya sabía disparar, lo sabía desde muy pequeño, lo que no había tenido jamás ni creyó tener fue la suficiente sangre fría como para hacer lo que acababa de hacer. Quitarle la vida a alguien más sin tan siquiera pensarlo.Se dejó caer al suelo derrotado y se llevó el arma a la boca, «tres, dos, uno» contó en su mente y apretó el gatillo, pero el arma no se disparó y entonces el mar de lágrimas que ya eran sus ojos empezó a brotar con más fuerza.— ¿Ni siquiera puedo matarme, a gusto?—¿Desde el primer día qué? —
El mayor miedo Vladimir… Era también su mayor miedo y la peor de sus pesadilla.Una que por desgracia tenía muy presente, y que le hacía despertarse todas las mañanas con la respiración agitada y el cuerpo sudado desde la discusión con Ethan.Con la sensación de estar manchado y cubierto de sangre, sucio, mancillado por la rabia, los celos y la ira.Con todas esas emociones que lo convirtieron en un demonio años atrás. Precisamente dónde murió su inocencia y lo hizo enterrar al antiguo Vladímir.A ese que era bueno y confiado, junto al cuerpo sin vida de alguien que se le parecía, al menos físicamente, una persona que sin dudarlo en el pasado había derrumbado sus sueños y ayudado a romper su corazón, pero así como había ayudado a qué le rompieran su corazón, también había recibido su muerte de sus propias manos.Vladímir cada vez estaba más seguro de que ese día también debía haber sido el que dejara de respirar, pero el jodido destino se divertía pisoteando su corazón una y otra vez
Vladímir dio una respiración profunda y decidió no hablar, tenía un nudo en la garganta y otro en el estómago que parecían agrandarse y casi podía sentir como los hilos de ambos nudos se enredaban y hasta inundaban lentamente todo su cuerpo, todo él era un nudo de tristeza mezclada con rabia, de odio lleno de amor, de contradicciones y añoranza.— La vida aquí empezó a dejar de ser fácil desde el día que te encerraste en el gimnasio — fue lo único que mencionó el hombre de Russell.Dejando que el joven fuera consciente de todo a su alrededor antes de seguir guiándolo hacia el lugar donde tenía que llevarlo.No esperaba que el joven hablara, no necesitaba hacerlo, es más, prefería que no lo hiciera. Tenía cierta aversión por el joven, una que ni el mismo podría explicar, pero no importaba lo que él sintiera, por lo que no paro sus pasos hasta llegar justo al inicio de unas escaleras, lo empujándolo para que subiera hasta el final de estas.Llegando hasta una puerta metálica gris, las c
Vio como su hombre soltaba a reír tratando de levantarse tras el golpe que deformaba su atractivo rostro, camino hacia donde se encontraba para ayudarlo a levantarse.Sin embargo, pese a no querer sonreír, él también lo hacía al contagiarse de la risa de Bradley.— Será mejor que borres esa maldita sonrisa a menos que quieras que haga que tu rostro quedé peor —le hizo notar Russell al señalar su propia cara, señalando el lugar exacto donde se le notaba ya un morado y un tono rojo, la zona lastimada.Bradley llevo su mano hacia su rostro notando la hinchazón que empezaba a aparecer sobre su pómulo izquierdo.— Lo perderás, si no me dices lo que me acabas de decir. Por qué ese maldito crío ha perdido todo el deseo de pelear. No hay nada que lo motive y si sale así lo único que hará será ser una presa fácil.— No sé qué hacer...— Es curioso como puedes tener solución a casi todo, pero no saber qué hablar con él. Siempre logras voltear la tortilla o la situación ante todos tus enemigos,
El joven Vladímir se mantenía aferrado a su cuerpo, abrazándolo con fuerza mientras dejaba que las lágrimas fluyeran por su rostro, tenía que sacar todo eso que había arrastrado durante días y pese a eso Feliz por escuchar de palabras de ese hombre aquello que siempre habla querido escuchar y saber.— Lo siento, siento ponerme en peligro— menciono con sus ojos cerrados.Sobre todo cuando sus labios fueron rozados con la suavidad de los labios de su amante.Fue sentirlo cerca y no poder resistirse más tiempo, por qué era demasiado tiempo, demasiados días sin verlo ni tenerlo cerca y por eso su lengua se coló entre esos labios para saborear el interior de su boca con necesidad insana, con hambre, con sed, con un único pensamiento, Russell. Ese hombre ocupaba absolutamente todos sus pensamientos.— Mi mayor miedo es ... Maté a ese chico, el que trabajaba con los caballos de mi abuelo….No quiso confesarle lo que había hecho después de eso, odiarías que él supiera lo que sucedió luego, mu
El oponente de Vladímir los observó por un momento y entró dubitativo, su destino no quedaba tan claro, es más, empezaba a verse de un rojo carmesí. Sabía que no tenía muchas opciones, si perdía moriría, tal vez se le perdonaría la vida, pero la humillación lo perseguiría para siempre y no le esperaba nada bueno al volver a su propia cárcel. Si ganaba, estaba seguro de que no le permitirían vivir, eso era lo que todos le habían dicho. El rey negro tomaría venganza por su reina. Ninguna de las opciones era buena para él, estaba condenado, hiciera lo que hiciera, así que como no tenía nada que perder, le haría pagar sin dudarlo, arreglaría todas las cuentas que Vladímir y él tenían pendientes. — Espero que ya estés recuperado.—Le dijo el príncipe Ivanov al joven con una sonrisa socarrona— no podría enorgullecerme de mi victoria si no estás en condiciones.— Muero de ganas por borrar esa estúpida sonrisa de tu boca... para siempre— le respondió el joven a Vladímir tomado todo el valor