Dimitry era el nombre de su contrincante, quien tenía mucho más que ganar eliminándolo que dando una pelea solo por darla. El maldito ruso se la tenía jurada, sobre todo al quedarse con algo que él deseaba más que el mismo poder dentro de la prisión.Russell sonrió pensando en lo que vendría, estaba en la ducha dejando que el agua que caía sobre su cabeza y su cuerpo se llevara los deseos de pelea que su tiempo de entrenamiento en el precario gimnasio habían despertado.Ese sábado no solo pondría en su lugar a Dimitry, ni ganaría una estratosférica suma de dinero si todo iba bien, sino que afianzaría aún más su lugar y poder sobre los demás reclusos. Porque en un sitio como ese no había nada más valioso que el poder y quien lo poseía, poseía todo.Golpear, golpear... era en todo lo que reflexionaba. Claro y también en eludir las tentaciones.Tentaciones que aparecían cuando menos las buscaba, joder que no sabían respetar que un hombre solo quisiera sacar y aumentar su frustración por
La mirada de Russell había abandonado el azul cielo para convertirse en un oscuro océano y, al mismo tiempo, era tan fría que recordaba a un maldito iceberg del que solo se puede observar una pequeña punta de las que ni siquiera te hace sospechar el enorme glaciar que oculta y no se puede observar a simple vista.En ese instante Dimitry estaba seguro de que era cierto, no dudó que la amenaza de partirle el cuello era real, pero ya era tarde para retractarse, y tampoco era que deseara hacerlo, Vladímir era suyo, tanto tiempo cuidando al mocoso merecía su recompensa. Creyendo en las palabras del padre, no solo eso... nadie podía amarlo tanto como él, dudaba que Russell pudiera hacer lo que él hizo para asegurarse estar a su lado.— No me dirás que dejarás que te diga que hacer...— Lo provocó Dimitry apelando al enorme ego que sabía que el rey tenía, haciendo que controlarse fuera muy difícil, sabía lo que el maldito estaba intentaba, se encontraba en un punto sin retorno dónde no le que
El pequeño ring donde se llevaría a cabo la pelea, estaba ya arreglado, después de las veinte horas, el tiempo pasó rápido, Las veintidós horas llegó de manera inesperada para todos, salvo para los dos hombres que ya estaban sobre el ring preparado para pelear. Todos estaban excitados, observando el intercambio de golpes de los dos hombres.Dimitry daba buena pelea, pero Ethan tenía las de ganar, no solo quería conservar lo que tenía, estaba pensado en lo que tendría más allá de esa pelea, más allá de ese ring, no tuvo oportunidad contra la furia contenida durante toda esa semana de Russell, una furia que incrementaba a medida que recordaba como este se había atrevido a tomar algo que le pertenecía por derecho y únicamente él podía tomar, Fue solo dar ese último golpe Russell directo a la mandíbula de Dimitry para que este se encontrara acabado al caer de rodillas frente a él, Ninguno de los dos hombres en el ring estaba en una pieza, sin embargo, sí que había uno de pie y ese era Rus
Vladímir se tensó por un instante, Dimitry no debía vivir, se había pasado al poner en peligro su relación con Ethan, besarlo sin su consentimiento era imperdonable y además había amenazado a Jessie, su hermano, que aunque no lo era por lazos de sangre, lo era porque él así lo había escogido, porque habían crecido juntos ayudándose y acompañándose el uno al otro y tenían muchos planes para el futuro en el que ellos lograban poner al mundo entero de rodillas. Pero todos esos planes pasaban porque jamás se descubriera nada turbio en los negocios de Jessie, era una pieza indispensable, él debía estar limpio y no podía permitir que Dimitry siguiera viviendo para ponerlos en peligro, sin duda pensaría en como terminar con él.Una vez el cuerpo del hombre de confianza del príncipe cayó. Todos los presos se alzaron excitados, muchos por las pequeñas fortunas que obtuvieron y muchos otros por quedarse sin nada.Por creer que el americano no era alguien que pelearía igual de fuerte y a la par
Había un dolor en el cuerpo de Russell que no era producto de la pelea, uno que estaba en su entrepierna, la cual exigía ser recompensada después de toda la semana de celibato, se escabulló con Vladímir hasta la sala de baile y solo allí lo soltó.Lo observaba como un maldito gato o animal cazando a su presa de manera sigilosa y rápida, ahora en la intimidad, no dudó en lanzarse contra él, reclamar sus labios mientras su mano recorría el cuerpo deseoso del ruso.— Vlad... Vlad...— murmuró su nombre, saboreando el aliento de ambos, uniéndose, dispuesto a disfrutarlo por esa noche, una en que por fin lo había reclamado como suyo, afianzando su relación.Sus dedos no dudaron en marcarse en la piel del joven, mientras le rompían el uniforme y sus labios gustaban ahora de romper los ajenos bajando de esa manera hacia la piel de su cuello, mezclando el sabor salitre de esta con el cobre de su sangre.– Ethan... Ethan fóllame...– exigió envolviendo su cadera con las piernas y empujándolo con
— Si, una donde podemos estar los dos juntos— Ethan no dudó en tomarlo entre sus brazos y sostenerlo de esa manera mientras se dirigían al interior de la finca, abriendo la puerta, colocándose de lado, sin ninguna intención de bajarlo, dejando que el chico le besara el cuello y saboreando sus labios cada vez que le buscaba la boca.Aun así, pese a encontrarse feliz por estar a su lado. Tenía que recordarse que era un menor de edad y que no lo tocaría.No hasta que el chico estuviera seguro de lo que sentía y no se arrepentirá de estar con él, porque tenía claro de que si cruzaba esa barrera no sería capaz de volver atrás y tampoco a él le dejaría hacerlo.Aunque no quería marcharse de Rusia, tenía que hacerlo, era por eso que se permitió idear la forma de pasar esa última noche con el chico y, aun así, no tocarlo, al menos no del modo que deseaba.Era una empresa por demás difícil, no con las ganas y él. Deseo que el nieto de Yuri le provocaban, le era difícil no estar al pendiente de
Por supuesto que no estaba en él todavía decidir o prohibir algo al joven.Aún no podía ni siquiera tomarlo, pero una cosa era decir esas palabras y otras lo que realmente estaba sintiendo en esos momentos, más allá de la fingida calma aparente que parecía tener. Sobre todo, cuando podía simplemente asegurarse que nadie más se le acercara. El simple hecho de imaginar que alguien más podía acercarse al joven y besarlo. Lo enfermaba, sobre todo si era consciente que esa otra persona probaría los labios del príncipe de la misma manera que él lo hacía en esos momentos.No, definitivamente, no podía permitirlo. Pese a que una parte de su cerebro le decía que era lo correcto, sus labios se movieron sobre los del joven en un beso que pretendía ser suave, pero que terminó convirtiéndose en una muestra de posesividad salvaje que llego a su fin con los labios de Vladímir hinchados y la respiración de ambos agitada. Aun así, no había podido saciar las ganas que tenía del joven y mucho menos el
— Entonces no importa sí… —Vladímir calló de pronto conteniéndose para no salir de encima del Americano.Se había prometido así mismo que sin importar que no le dijera algo que no le gustara, no se enojaría.Pero le resultaba imposible no querer salir huyendo. Russell era su primera relación, su primer contacto con alguien que le gustaba.Se encontraba en esa etapa de su vida en la que ya no podía comportarse como un niño y todavía le faltaba un poco para decir que era un adulto o mejor dicho para que ese hombre frente a él pudiera considerarlo un igual. Era alguien inexperto, contra un veterano activo.Estaba por mostrarle ese punto entre ellos cuando el mismo Russell lo hizo reír al darse cuenta de que no le era indiferente.—Mataré a todo aquel se acerque a ti… — esas habían sido las palabras que hicieron al corazón de Vladímir latir más rápido.Cualquier otra persona se habría escandalizado con la idea de que alguien confesara que terminaría con las personas que se le acercaran, p