Semanas después, Alba se encuentra en la habitación de Marcos en el penthouse mientras es maquillada por su hermana, ella le pidió a Camilo que fuese testigo de su boda y que además también quería estar acompañada de su hermana.—Muchísimas gracias por venir —dice Alba con sus ojos cerrados.—Es un gusto hermana.—¿Y cuáles son sus planes? ¿Los de Camilo y tú?—¿Por qué quieres saber?—Quiero escucharte, tener algo con que hablar con mi hermana.—¿Estás nerviosa, cierto?—Pues si, es mi segundo intento de ser feliz.—Debes calmarte Alba, se nota que Marcos te quiere y si hace esto que porque no necesita a nadie más que solo a ti, sabe que estando juntos nada lo arruinará, por eso lo ha hecho privado y además todo será aquí, en su nuevo hogar.—Aun no me he mudado del todo.—Te ayudaré si quieres.—Gracias. —Le sonríe Alba.—Y con lo que me preguntaste, bueno, Camilo se quedará por quiere estudiar, yo también quiero estudiar, diseño de modas, pero no quiero dejar a mamá sola, de verdad
—Cami, hija, ¿cómo estás? ¿Cuándo vienes? —Ya no se le escucha la voz como la Macarena fuerte y controladora. —No lo sé mamá, Alba se acaba de casar y me ofrecí ayudarle con la mudanza —responde Camila. Macarena sabía que Alba se casaría y que esta no la había invitado, sin embargo, permitió que Camila fuese. —De acuerdo. —Pero… ¿Está todo bien mamá? Es que después cuando termine, voy a empezar a estudiar aquí y bueno, también a vivir con Camilo. —Espero que alquilen con una habitación extra para que me tengan de visita. Luego de la muerte de su madre, Macarena ha estado apreciando todo lo que le gusta a Lucía, sobre todo las personas que ella quería. Y aunque no le ha dicho a su hija que acepta a Camilo, se lo hace saber sin oponerse a sus decisiones. Camila esboza una sonrisa por el otro lado del teléfono, está feliz porque su madre le muestra apoyo, aunque es triste que solo la muerte de su abuela la haya hecho reaccionar. —Será un placer tenerte de visita madre. Camila se
La nueva vida de Alba, la lleva a enfocarse en otras cosas más importantes para ella. La primera, era su embarazo y la segunda, trabajar de la mano de su padre, ahora que ella lo había perdonado. La pelicastaña no deseaba llenar su corazón de resentimientos ni rencores. Por ello y a pesar de su indignación por la conducta irresponsable tanto de Mario, como la de Macarena, las hace a un lado para mantener su tranquilidad emocional y cuidar de ese ser que lleva dentro de sus entrañas. Aunque Leandro no ha vuelto a verla, desde hace ya un par de meses que murió Lucía, no deja de pensar en ella y en todo lo que ocurrió entre ellos. Como Alba, de ser una simple asistente secundaria, pasó a ser la única mujer a quien realmente había amado, y ahora, apenas eran un par de extraños que se recordaban. En las redes sociales, Leandro puede seguir cada uno de los movimientos de Alba. Ahora que estaba casada con Marcos, su presencia en las medios era muy común. Aparecía siempre a su lado, mostr
Alba se aparta de Leandro, se arregla la blusa y el cabello, respira profundamente y contesta con voz firme: —¡Adelante! Leandro la mira con desconcierto, aplana sus labios y se dispone a salir de la oficina. Justo cuando la puerta se abre, ambos quedan frente a frente. La presencia de Leandro provoca incomodidad en Marcos, quien al verlo, no puede ocultar su molestia. —¡Vaya, tú por aquí! —comenta en tono sarcástico. —Ya se iba, el Sr Suárez ya se iba —se adelanta Alba a contestar. —Sí, ya me iba. Pretendía convencer a tu esposa de que accediera a venderme los terrenos, pero por lo visto no lo logré —se encoge de hombros, mientras Alba se ruboriza al darle un doble sentido a aquellas palabras—. Por cierto, felicidades por tu futuro hijo. —dice dando un par de palmadas a su amigo. La mirada de Marcos va directamente hacia Alba, quien trata de mantenerse tranquila y segura. —Gracias, Leandro. Igualmente para ti. No había tenido la oportunidad de decírtelo en el debido momento.
—Sí, Alba soy yo. Era la única manera de verte sin que nos vea tu esposo o los paparazzi.—¿A qué has venido? Pensé que no querrías estar en este lugar mucho menos cuando tus intenciones con este terreno eran otras.—Debería estar enojado contigo por esto, pero no puedo. No hago otra cosa que recriminarme a mí mismo por no haberte valorado como debía.—Es un poco tarde para eso, Leandro. ¿No lo crees? Él la observa de pie a cabeza, y sabe que ella tiene razón. Que aquel hijo que espera es de otro hombre y que nunca volverá a tenerla junto a él.—Lo sé. Asumo que mi mayor estupidez fue no tomar la decisión que debía hace meses atrás, pero créeme que no es tan sencillo como parece.—No creo que haya razones más poderosas que las de nuestro propio deseo de estar con quien amamos. Y la verdad, es que no me importa hablar del pasado. Cada uno de nosotros eligió lo que prefería tener consigo y yo, yo estoy siendo responsable de mis decisiones, y deberías hacer lo mismo, Leandro.—Por favor
—Amor, respira —apoya Marcos.—¡¿Y que demonios crees que hago?! —le responde de mal humor por los dolores—. Lo siento amor, seguramente estás tan nervioso como yo.—Lo entiendo amor, tranquila.Marcos la comprende y posa su mano en su espalda para sobarla y ayudarla como han estado practicando. Ayuda a Alba a caminar, quien va despacio.Ellos salen del baño y caminan por el pasillo, no hay otra salida de la fundación que evite pasar por los invitados. En lo que van caminando juntos, son el centro de atención de la familia de Alba, inmediatamente Mario y Macarena se acercan a ellos.—¿Qué está sucediendo? —pregunta preocupado siguiéndolos.—Alba entró en labor, hay que llevarla a la clínica rápido —resume Marcos.—No puedo dejar a estos invitados —dice Alba aguantando el dolor.—Nosotros nos encargaremos hija, tu ocúpate de traer esa criatura al mundo —apoya Macarena.—Gracias mamá, los espero allá cuando todo acabe —concluye Alba antes de irse.Llegan a la salida y Marcos le pide al
El silencio domina el ambiente por un rato, pero luego Estela responde.—Pues yo lo hice hijo y fue porque me enamoré, muchas veces, ese fue mi error, me dejé llevar por el enamoramiento, un sentimiento momentáneo que te llena de mucha adrenalina, es como drogarse.—¿Y si te digo que me siento así todo el tiempo pero también siento paz con una persona?—Diría que es el amor de tu vida … y supongo que esa persona no es Ester. Él niega con la cabeza.—Lo siento, no quise decepcionarte…Estela lleva su mano a la mejilla de Leandro y se la acaricia.—Ay cariño, tu no me decepcionas nada, ¿Vale? Yo siempre te apoyaré y te apoyé con Ester porque pensé que eso era lo que querías, pero ahora me doy cuenta de que no.—Necesito a Ester, más no la quiero madre.—Y ahora ella te necesita a ti, hijo.—Lo sé.Leandro suspira y vuelve a guardar su carta, tal parece que no tendrá el valor de dársela. Estela ha notado el movimiento y le causa intriga aquel papel. Él entra a la habitación y se propone
Aunque pasé el tiempo, Marcos siempre estará para ella, pero eso no implica que le sea infiel a Alba, él decidió estar con ella y así será. —Felicidades —se acerca lentamente y sonríe. —Gracias —le devuelve la sonrisa—, ¿Solo viniste a felicitarme? Algo dentro de ella tiene esperanzas de que él aún la siga queriendo. —Sí. —A tú esposa no le debe agradar nada que la hayas dejado el día de su inauguración para felicitarme. Ella se siente victoriosa. —De hecho, está a unas cuantas habitaciones de la tuya, nuestro bebé también nació hoy. Esa información la hace enojar, Leandro no le dijo nada, y claro, ¿Cómo le va a decir? Si él solo quería evitar discutir, más Ester estaba muy demandante. Gracias al irá que lleva dentro por escuchar eso, Ester no soporta la idea de que Marcos tenga una familia feliz con Alba, esa debería ser ella, estar con él formando su familia. —¿Su bebé? —pregunta en tono irónico. —No empieces —Marcos la conoce perfectamente. —Ese bebé no es tuyo Marcos, s