Capítulo 12
Dos almas jadeaban sin aliento. Antonio, al final, liberó mis labios rojos y lastimados justo cuando ya no podía soportarlo más.

Me apoyé en su pecho, jadeando profundo y agitado. Mis ojos brillaban con lágrimas, y el rímel en mis pestañas había perdido su brillo debido al dolor.

Mientras jugaba con la suavidad de mi pecho sin soltarlo, Antonio preguntó con voz entrecortada, —¿Qué pasa?

La decepción abrió la compuerta de mis emociones y las lágrimas comenzaron a caer. —¡Señor Morales, me estás aprovechando!— grité.

Antonio me apretó con fuerza de manera intencional, y mi cuerpo delicado tembló con sensibilidad.

—¡Haha!— sonrió maliciosamente, su aliento cálido rozando mi piel. —María, dime, ¿te gusta que te haga esto?— preguntó.

—¿Mmm?

Mi rostro se enrojeció, levanté mi rostro maquillado con timidez, le di un rápido vistazo con ojos brillantes y luego me escondí avergonzada.

Mi intención era evidente, y mi mirada lo complació. Su garganta se movió, y sus ojos oscuros se llenaron de des
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