ARIA—¡Aria, cuidado! —gritó Terry detrás de mí.El tronco frente a mí me golpeó de lleno en el estómago, dejándome sin aliento. Me desplomé en el suelo, tratando de recuperar la respiración. Algunos de los novatos se acercaron de inmediato para asegurarse de que estaba bien.“No puede ser… otra vez perdí la concentración.”Hoy entrenábamos con troncos grandes atados a cuerdas que oscilaban violentamente (como en Hércules). Nuestro objetivo era esquivarlos con precisión, pero parecía que yo no estaba esquivando ninguno.Frustrada, me levanté y fui a sentarme en un banco cercano. Bebí un poco de agua de mi cantimplora, intentando calmarme. Melia se acercó a mi y apretó mi brazo suavemente. "No te preocupes”, transmitió con una mirada cómplice.No necesitábamos palabras. Le devolví una sonrisa leve, agradecida por su apoyo.Por el rabillo del ojo, vi que Kael se aproximaba. Su presencia siempre irradiaba autoridad. Al llegar junto a nosotras, su tono fue directo:—¿Qué te pasa hoy? Vet
SEIKEra tarde, y mi despacho estaba en completo silencio. Llevaba horas trabajando sin descanso, revisando informes y ajustando los planes para las patrullas, cuando de pronto, el sonido de unas botas resonando sobre el suelo y una respiración agitada rompieron la tranquilidad, llamando mi atención al instante. Un guerrero llamó a la puerta y abrió rápidamente pidiendo mi permiso para entrar. Le hice un gesto con la mano y se acercó corriendo a mí. El sudor le cubría la frente, y su respiración era rápida y entrecortada. —Comandante, encontramos algo... bueno, alguien —jadeó el guerrero, inclinándose ligeramente mientras recuperaba el aliento. —¿Quién? Habla claro. —Parede ser una loba solitaria —respondió, mientras intentaba recuperar la compostura—. La encontramos cerca del río, no lejos de donde detectamos rastros de los rogues y vampiros. Está herida y… tiene los mismos síntomas que la cachorra. Sentí un nudo en el estómago al escuchar eso. No era la primera vez que enfrentá
SEIK Roberto y yo corríamos en nuestra forma de lobo hacia los límites del territorio. Mi amigo Kevin estaba por llegar y, aunque sabía que no era necesario ir personalmente a recibirlo, era exactamente lo que él quería de mí. Si no lo hago, estoy seguro que no me dejará en paz todo el tiempo que esté aquí. A los pocos minutos de haber llegado al punto de encuentro, divisamos a lo lejos un 4x4 negro que avanzaba a toda velocidad, seguido de otros dos vehículos. Sin duda, en el primero iba Kevin; seguramente él mismo iba al volante. Cuando llegaron y aparcaron junto a nosotros, Kevin bajó del coche con una sonrisa confiada. Se acercó con paso seguro, y al verme, soltó: —Vaya, vaya… ¿a quién tenemos aquí? ¡Qué honor que me reciba nada menos que el hijo del Alfa de Sombra Nocturna! —rió con ganas mientras me observaba de pies a cabeza. Luego, extendió la mano y me la estrechó con fuerza. —Bienvenido —le dije, lanzando una rápida mirada alrededor. Había traído consigo a doce homb
ARIAHoy era un día especial para mi entrenamiento. Zacarías me llevó a un bosque cercano a la zona irregular; quería que me acostumbrara a los olores que emanaban de ese territorio tan complicado. No íbamos solos, nos acompañaban varios soldados de Sombra Nocturna, ya que Seik no permitía que saliéramos sin escolta. Era demasiado peligroso. Nunca se sabe lo que puede ocurrir en un lugar así.Durante nuestra inspección, Zacarías me enseñó varios trucos para identificar rastros y pistas, habilidades esenciales para un rastreador. En esa zona, los olores eran intensos y confusos, una mezcla de aromas agrios y salvajes que parecían arremolinarse por todas partes. La tarea no era sencilla: debía aislar mi olfato para concentrarme en un único olor, enfocar mi sentido del olfato en un solo objetivo.Pasamos alrededor de cuatro horas practicando diferentes técnicas de rastreo antes de que Zacarías decidiera que era momento de regresar. Mientras corríamos a toda velocidad a través del bosque
SEIK A pesar de estar rodeado de hombres lobo de más de metro ochenta, con cuerpos corpulentos que llenaban la sala, la vi entre la multitud. Estaba junto a los novatos y mi hermana, charlando cerca de la mesa de los licores. Terry y Jasper se le acercaban demasiado, probablemente lanzándole alguna broma, porque ella reía ligeramente. Melia, por su parte, le tocaba el brazo con afecto, mirándola con esa atención especial que siempre le dedicaba. A mi lado, Roberto tampoco apartaba la mirada de mi hermana. Cree que no me doy cuenta, pero sé perfectamente que está loco por ella. No entiendo por qué no me lo dice directamente, aunque supongo que lo mejor será darle su espacio... por ahora. Por otro lado, Gema no dejaba de intentar captar mi atención. Se pegaba a mí como una sombra, siempre encontrando alguna excusa para mantenerse cerca. Decía que, después de todo lo que había pasado, no confiaba en nadie más que en mí… porque era el líder. Como si eso justificara su insistencia. Com
ARIAEl Comandante, Roberto y un desconocido se acercaban a nuestro grupo. Seguramente se trataba de un hombre lobo de la manada Sangre Carmesí. Inmediatamente, mi cuerpo se tensó y me erguí.El desconocido era tan grande como el Comandante. Su cuerpo, aunque atlético, estaba cubierto de cicatrices, muchas más que las de Seik. Una de ellas se extendía a lo largo del lateral de su cuello, desde la oreja hasta… quién sabe dónde, ya que su ropa lo cubría. Su cabello era negro, y sus ojos, de un verde intenso, realmente hermosos. Era un hombre increíblemente atractivo. No era de extrañar que las hembras no pudieran dejar de mirarlo.Miré al Comandante y lo noté molesto, quizás por algo que el desconocido le había dicho mientras conversaban. Me quedé observando en silencio, y en ese momento, él fijó su mirada en mí. Intenté desviar la vista, pero ya era tarde.Cuando llegaron, Roberto nos saludó con entusiasmo y su mirada se dirigió rápidamente hacia Melia. Ella sonrió y desvió la mirada h
SEIK Kevin no deja de hablar con ella. Está logrando exactamente lo que quiere: provocarme. Lo peor es que funciona, aunque no quiero darle la satisfacción de que me noté alterado. Ya lo he amenazado, pero el idiota parece inmune. Lo que realmente me irrita es la hembra. ‘¿Por qué no deja de sonreírle?’ No para de reír…’¿Tan gracioso es lo que Kevin le está diciendo?.’ Quiero saber de qué hablan, pero el bullicio del salón no me deja concentrarme en esa conversación. Mi padre sigue hablando, y yo trato de seguir la conversación, pero mi atención está completamente dividida. La forma en que ella lo mira... ¿Parece nerviosa? Se toca el cabello como si no supiera qué hacer con las manos. Y Kevin, ese maldito descarado, no pierde oportunidad de recorrerla con la mirada, deteniéndose más tiempo del que debería en cada curva. Por el rabillo del ojo, veo cómo Kevin extiende su brazo hacia ella. '¿Qué demonios está haciendo?' Intento no estar pendiente de ellos pero algo en esa interac
ARIA Estoy enfadada pero....cada vez que miro al Comandante a los ojos, mi cuerpo se calienta y mi mente traicionera me lleva de vuelta a la escena de las Termas. Aún puedo sentir el peso de sus manos en mi piel y cómo su mirada se clavaba en mí, como si no existiera nadie más en el mundo. He de admitir que estoy realmente necesitada, por lo que parece… y no ayuda en absoluto tener a un macho espectacularmente ‘buenorro’ a mi lado. —Quería preguntarte si ha pasado algo con Kevin —dice finalmente, pero su tono tiene una carga que no logro descifrar del todo—. ¿Te ha molestado? ‘¿Se puede saber porque me pregunta eso? Por la Diosa luna… no entiendo a este macho.’ —¿Molestarme? —repito, desconcertada. Parpadeo y niego con la cabeza—. No, no ha pasado nada de eso. Tu amigo es muy simpático, la verdad. —Me alegra escuchar eso —dice con una neutralidad que no termina de convencerme. Seik da un paso hacia mí, acortando la distancia de forma casi imperceptible, y su mirada se f