TiaraSuena el despertador, lo escucho a lo lejos y con los ojos aún cerrados busco debajo de mi almohada. Al conseguirlo abro los ojos, los siento tan pesados y apagué la alarma. Apenas hemos dormido, nos quedamos hasta las 3:00 de la madrugada, supuestamente viendo películas y fue lo menos que hicimos. La película nos vio a nosotros, me desahogué, le conté cada detalle a mi padre y me escuchó. Fue liberador tener de mi lado a mi padre, se molestó cuando se enteró del trato que me da mi madre. Ahora quiere hablar con ella, trate de hacerle entender que sería peor y me cansé de intentar. Dejo todo en las manos de Dios, si la bomba va a explotar lo hará tarde o temprano. Me pongo a mirar la pequeña habitación, es tan reducida. Este es el estudio de mi papá, tiene una cama de una plaza, la computadora en una esquina y libros en el estante. La casa es dúplex, arriba están los dos cuartos y me levanto de la cama. Estoy sin ánimos, pero la pastilla es obligatoria y me estiré. Agarré del es
Kendrick está estacionado en la acera del otro lado al frente de la casa, me saludó y me tiró una guiñada. Mi cara debe ser un camarón, cierro la cortina al recordar mis fachas y mis petardos explotan.—Estoy aquí nena, por cierto, te ves hermosa, toda tomate —sostengo mi estómago por todo el revuelo dentro—. Esa toalla pink combina con tus mejillas.—Eres un odioso, el peor —refunfuñé y sin poder evitarlo una sonrisa lucía—. Te dejo, me vestiré y si demoro es tu culpa —desconecté la llamada y empiezo a correr hasta las escaleras.Al llegar a la habitación algo agitada, lancé la toalla a la cama y mis manos son un manojo de nervios. Mi ropa interior es un asco, pero qué importa, total no las modelaré. «¿Oh, sí?», despierta, Tiara. Tengo un panti que dice “gatita sexy” en mis pompas. No creo que las vea, definitivamente, no será hoy. Mi brasier es negro y panti blanco. Nunca he querido combinar mi ropa interior, pero ahora deseo ser más selectiva. Me visto, empiezo a mirarme en el espe
—Tengo una cita a las dos, más bien un reto, Kendrick —fingí aflicción—. Perdona, si te abandono en la tarde —batí las pestañas.Me da su dulce sonrisa, me acaricia el cabello y lo huele. —Me pondré celoso, ¿cambiaste de champú para el chico del reto? —No se le pasa nada a Ken.Niego con la cabeza, mi Ken es muy observador.—Se me quedó mi champú en casa, acuérdate, salí de prisa. ¿Te suena casa de papá una cena? —pongo los ojos en blanco, él sonríe y vuelve a oler mi cabello.—Extraño tu aroma a dulce, pero este huele a avena —es un perro en una investigación—. Al menos, mi olor será mío, no para el chico del reto.En la entrada del negocio me percaté de que mi hermano se asomó con su cara endemoniada. Me tensé, mis nervios están presentes y Ken buscó el motivo. Se quedan mirándose serios, iba a soltar su mano y Ken me aprieta más. —Nos vemos a las dos, vete ya —murmuré inquieta.—Tranquila, si estás así de nerviosa no pienso dejarte —con su mano abarcó mi barbilla y me hizo mirar
El padre continúa caminando, veo que los chicos se miran y mantienen silencio. Seguimos detrás, pasamos una hermosa sala, luego caminamos por un pasillo, las paredes relucientes nos saludan y entramos a un inmenso cuarto. El padre está de pie en el medio, mirando la enorme pantalla plana y puedo captar el motivo. Empiezan a salir imágenes de Ken golpeando a mi hermano, me muestran llorando y mi vergüenza va en aumento. Me tensé, ahora todo el mundo conoce mi vida de m****a y lo débil que soy. Seré la nueva amiga de Ken insufrible, mi primo me suelta y va hacia el mueble de cuero. Su ausencia me hace sentir frío. Fabi agarra el control y apaga la TV. Me busca, me lleva como toda una niña hacia el inmenso mueble y me dejo llevar. Mis ojos recorren la habitación, hay una mesa de billar y estante de películas. Esta habitación es un mundo de diversión. —Explícame esto Kendrick —rompió el silencio su padre y su voz es cargada de reproche—. Siempre he sabido lo que viene contigo y he estado
Kendrick Estamos aún desnudos, abrazados y pegajosos. Me acuesto en su vientre, ella acaricia mi pelo y con mi dedo índice acaricié su piel. Aún siento la conexión entre nosotros, se ha fortalecido más y nunca había sentido esto por nadie. Al estar con una chica era solo sexo, nada de caricias y sentimientos. Pero Tiara entró en mi alma, se instaló y cada latido tiene su nombre. Fue más que sexo, somos dos almas compenetradas y he confirmado que ella es mi todo. La quiero en mi vida, la necesito y la protegeré. Fue todo inolvidable, fuimos con calma y no me perdí ningún detalle de su pequeño cuerpo. Su lunar fue mi perdición, justo en su pelvis y amé cada gemido que salía de su apetitosa boca.—Fue mágico Kendrick, no me arrepiento de lo rápido que pueda ser para las personas, nuestra unión —sus dedos mimándome—. Lo congelaré por siempre, por siempre. Me volteé, nuestras miradas conectadas y su sonrisa plena.—Fue en el momento ideal, Sirena —susurré poniendo la barbilla en mis mano
—No quiero que elija entre nosotros —caminé por el cuarto frustrado—. Eso sería horrible para Tiara.—Es difícil, pero no cederé a embustes de Rodrigo, sé quién eres Kendrick —mi papá no se retractará, lo sé—. Jamás, has sido un golpeador, si pasó ese incidente fue justificado. Acepto la fama de rebelde, fiestas, chicas y adrenalina, pero falsos en tu contra no están a discusión. Hablaré con Tiara, es triste su caso, pero no te hundirás a su lado. En cambio, lucharás por sacarla de ese ciclo vicioso llamado maltrato. Las palabras de mi papá son determinantes, tiene razón, pero el amor por mi nena y por protegerla me hace lanzarme hacia el abismo. Tan solo por verla feliz, permito que me hundan y así no tendría que echar lodo a sus familiares. —Podemos usar el vídeo que tienes, Ken, solo basta con que los asustes. Ellos al ver las evidencias se echarán para atrás —comenta Oscar y quiero golpearlo por sacar a colación ese tema. —¿Qué vídeo Oscar? —dice mi papá y nos mira a ambos.—Zu
Sus comentarios son únicos. La risa era tanta que rodé en la cama con ella y se quedó arriba de mí. Ella me hace reír a lágrima, Tiara me golpeó el pecho y se unió a la pavera.—Len… gua… —no puedo por la risa terminar de hablar. Tiara se iba a bajar de mi cuerpo y la sostengo de la cintura. —Eres desagradable —se puso seria mi chica—. Sí, guardo tus fotos desde mucho antes de hablar contigo —logré su confesión y sonrojo—. Eres mi imán, ver cada foto tuya era mi felicidad, pero te debo los corazones, egocéntrico. Empieza a mirar hacia el lado avergonzada y empiezo hacerle cosquillas. Se revuelca en la cama, la inmovilicé y saqué un mechón de su rostro. —No te avergüences conmigo, nena —tracé con mi dedo su mejilla—. Es bonito saber que hiciste eso, pero debo admitir que me desilusionó saber que me debes los corazones —hice pucheros y la besé.Ella responde y acaricia mi cabello. Nuestros besos son la prueba de que vale la pena luchar por nosotros. —Tal vez, pueda tranzar en los c
Bajamos juntos de la patineta, la abrazo y saqué fotos de nosotros. Tiré varias cuando practicaba y estas son las últimas.—Tenemos que comer algo, nena.—Afirmativo —su mano se dirigió a su vientre y la llevé de la mano.Ha pasado la prueba mi nena. Son las 4:30 de la tarde, al entrar a la cocina veo a mi mamá y nos sonríe. —Llegaron justo a tiempo —se limpió la mano con papel secante—. He preparado arroz blanco, habichuelas y carne frita —se me hizo agua la boca—. Esperen en el comedor, tu padre está allí. Tiara se sonroja, siento su tensión y suelto las cosas en la mesa que hay en la cocina.—Mamá, huele delicioso —dije aspirando como perro—. Solo nos lavamos las manos y los acompañamos.La llevé hasta el fregadero, nos limpiamos las manos y le doy papel de toalla. En silencio fuimos hacia el comedor. Mi padre está en la cabeza de la mesa, muevo la silla para Tiara y luego que se acomoda me siento. Quedé al lado de mi papá y nos sonrió. —¡Qué bueno que nos acompañes, Tiara! —Mi