José fue enviado de vuelta a su casa en el campo. Arturo, temeroso de regresar a su hogar, se quedó a vivir con José. El padre de José seguía bebiendo todos los días. Como José había sido expulsado sin recibir compensación, su padre no tenía dinero para comprar alcohol y lo golpeaba con un cinturón.
—No digas tonterías. ¿No hemos sido siempre amigas? Bebe un poco de este caldo. No tiene más que hierbas medicinales y sal, quizás no sea muy sabroso, pero es nutritivo. Intenta tomar algo, —respondió Ximena con una sonrisa.Sofía, incapaz de comer, yacía en la cama, desviando la mirada mientras las
Sofía se quedó en silencio nuevamente, sin siquiera tocar la sopa. Después de que Sofía se durmiera, Ximena salió con el termo. Lisandro estaba esperando fuera. Ximena le hizo una señal negativa con la cabeza. Lisandro suspiró, pidiéndole al médico que continuara administrando nutrientes a Sofía por
Nicanor dejó una carta de despedida y murió en una noche de intensa lluvia. Paralítico y postrado en cama, utilizó la aguja de una infusión para perforar su arteria carótida, desangrándose en su lecho. Sin embargo, su rostro reflejaba paz, con una leve sonrisa en sus labios, como si finalmente hubie
Sin embargo, apenas Ximena salió, Sofía tiró las flores al suelo y las pisoteó, tirándolas a la basura. No era un acto contra Ximena, sino una muestra de su incapacidad para perdonarse y reconciliarse consigo misma.Ximena a veces quería preguntarle a Sofía sobre esa noche, si había visto claramente
La mirada de José cambió ligeramente, manteniendo una sonrisa serena y tranquila, sin mostrar alteración alguna.—Señorita Ramírez, ¡mi relación con Carlos es puramente profesional! Definitivamente no soy su subordinado.Elena tiró fuertemente de la puerta, haciendo que el candado de hierro emitiera
No tocaba la comida que José le traía. Acostumbrada a una vida de lujos desde su infancia, nunca había experimentado tal privación. Y desde que se unió a la Familia Mendoza, su vida había sido aún más opulenta, comparable a la de un palacio real.La falta de baño y lavabo en la casa era intolerable.
Elena, asustada y abrazándose a sí misma, vio a José levantarse y salir. Ella se quedó tumbada en el lavabo, sin fuerzas, respirando con dificultad. Nunca nadie se había atrevido a tratarla así. Ahora, no se atrevió a resistirse ni a volver a ser arrogante. Con esfuerzo, se arrastró fuera del lavabo