Ximena bajó del auto, y al verla, la cara de Fernando se iluminó con una sonrisa forzada.Se acercó a ella, pero ella retrocedió al detectar el fuerte olor a alcohol que emanaba de él.—¿Cuánto has bebido, otra vez?—Un poquito, ¡sólo un poquito! —insistió Fernando.Si bien solía ser una persona con
Ximena reflexionó: —Por lo general, dejo mis tarjetas y folletos en las empresas de renovación. Incluso tengo un pequeño letrero en una de ellas, por el que pago una tarifa mensual.—Podrías expandir tu equipo, tomar más proyectos. No tienes que trabajar tanto en el campo. Podrías ser simplemente la
El arte del beso de Lisandro había mejorado notablemente con el tiempo.Aunque Ximena quería perderse en la pasión del momento, los traumas del pasado aún la atormentaban, interrumpiendo sus sentimientos.Sin embargo, decidió, al menos por esta vez, dejar a un lado esos recuerdos y concentrarse solo
—Me gusta leer sobre héroes militares en mis tiempos libres —confesó Samuel.Negando con la cabeza, Lisandro hizo señas a Ximena para que se uniera a ellos.Sabía que a ella siempre le preocupaba comer a tiempo debido a su condición.Ximena se acercó y se sentó, mirando a los dos hombres con curiosi
Marcela entró repentinamente a la habitación, claramente angustiada: —¡Xime! ¡Felicia ha desaparecido! Recorrí todo el sexto piso, ¡y no la encontré!—Fue mi culpa —admitió—. No cuidé bien de ella.—Mamá, no te preocupes. Felicia nunca se va corriendo sin avisar. Si se hubiera perdido y no pudiera e
Mientras tanto, Lisandro, con una expresión severa, estaba tratando de conectar las piezas del puzzle.Si sus sospechas eran correctas, Felicia ya no estaría en el restaurante.—Ximena, iré a buscarla fuera. Quédate aquí y espera mis noticias —le dijo antes de salir rápidamente del lugar.Sin perder
—¿Juntos al infierno? ¡Perfecto! De todos modos, ya no quiero seguir vivo. Si no podemos estar juntos en vida, al menos en la muerte lo estaremos. ¡Morir el mismo día, a la misma hora! ¡Qué romántico! ¡Vamos ahora mismo!Gael, con una actitud desafiante y relajada, cruzó los brazos, se balanceó haci
Felicia, aterrada, lloraba sin consuelo.Gael se acercó a Ximena, disfrutando de su angustia:—Dime, ¿es o no es mi hija? Si admites que sí, les diré que se detengan. Si no lo es, lo que le suceda...Dejó la frase en el aire, disfrutando del tormento: —...no será mi problema.—Te juro, Gael Torres,