—Siempre causando conflictos y armando escándalos. La mansión de Ximena fue comprada con el dinero que ganó en la lotería, ¡no tiene nada que ver con la señorita Mendoza ni con ninguna recompensa! Esa casa es de Ximena y solo de ella, y no tiene nada que ver con nosotros ni con esta familia —añadió
Ximena rechazó a Lisandro.A pesar de sus sentimientos por él, no podía permitirse estar demasiado cerca.Aquella mezcla de amor y odio la consumía, haciéndola desear partirse en dos: una mitad que lo amara con todo su ser y la otra que lo odiara hasta el fin.Lisandro no insistió más con Ximena.Al
Tenía que acelerar la adquisición del Grupo Torres.Su plan era dejar a la familia Torres sin nada.Ximena pasó un tiempo con Valentín, pero él parecía distante.Durante su visita al orfanato, Ximena encontró a dos conocidos:José y Carlos.José había vuelto para hacer otra donación, pero esta vez t
Ximena bajó del auto, y al verla, la cara de Fernando se iluminó con una sonrisa forzada.Se acercó a ella, pero ella retrocedió al detectar el fuerte olor a alcohol que emanaba de él.—¿Cuánto has bebido, otra vez?—Un poquito, ¡sólo un poquito! —insistió Fernando.Si bien solía ser una persona con
Ximena reflexionó: —Por lo general, dejo mis tarjetas y folletos en las empresas de renovación. Incluso tengo un pequeño letrero en una de ellas, por el que pago una tarifa mensual.—Podrías expandir tu equipo, tomar más proyectos. No tienes que trabajar tanto en el campo. Podrías ser simplemente la
El arte del beso de Lisandro había mejorado notablemente con el tiempo.Aunque Ximena quería perderse en la pasión del momento, los traumas del pasado aún la atormentaban, interrumpiendo sus sentimientos.Sin embargo, decidió, al menos por esta vez, dejar a un lado esos recuerdos y concentrarse solo
—Me gusta leer sobre héroes militares en mis tiempos libres —confesó Samuel.Negando con la cabeza, Lisandro hizo señas a Ximena para que se uniera a ellos.Sabía que a ella siempre le preocupaba comer a tiempo debido a su condición.Ximena se acercó y se sentó, mirando a los dos hombres con curiosi
Marcela entró repentinamente a la habitación, claramente angustiada: —¡Xime! ¡Felicia ha desaparecido! Recorrí todo el sexto piso, ¡y no la encontré!—Fue mi culpa —admitió—. No cuidé bien de ella.—Mamá, no te preocupes. Felicia nunca se va corriendo sin avisar. Si se hubiera perdido y no pudiera e