Ximena odiaba a los jóvenes presumidos que se sentían superiores.A pesar de su estatura y de que montaba un scooter de color rosa, ¿cómo era posible que no la hubieran visto?Carlos simplemente se creía el mejor porque tenía algo de habilidad al volante y no tomaba en serio a quienes andaban en scooter.Pero, estando frente a Luis, no era adecuado humillar a él.Sonrió con amabilidad y sinceridad: —Señor, ¡no tiene por qué disculparse! La próxima vez usaré un scooter de un color más llamati
Ambos parecían perdidos en sus pensamientos.Miraron el cielo que se tornaba nublado a lo lejos y sus estados de ánimo se ensombrecieron, reflejando la pesadez de las nubes.Ambos intentaron hablar al mismo tiempo.—Tú habla primero —propuso Lisandro.—No, mejor tú —respondió Ximena.Justo cuando Lisandro estaba a punto de hablar, el celular de Ximena sonó. Era una llamada de Mariana.—¡Ena, creo que Diego me está siendo infiel! Hay una mujer que no para de enviarle mensajes a todas horas.
¿Qué quería decir con que no tenía corazón?¡Claro que tenía corazón! No era un ser inanimado.¿Acaso estaba insinuando que carecía de conciencia?¿Toda la situación entre ellos era su culpa?Ximena, con un respiro de determinación, salió del auto y siguió a Lisandro con paso apresurado.—¿A qué te refieres con eso?—A lo que escuchaste —respondió Lisandro con frialdad y un evidente enojo.Parecía como si en ese momento se hubieran convertido en una de esas parejas que, por conflictos de
El empleado miró a Ximena extrañado: —Señora Castillo, aunque el señor Mendoza no sea el padre biológico, como su esposo, tiene el derecho de solicitar la custodia.—Si no es su hija, ¿cómo puede pedir la custodia? ¿Es esto una broma? No escuches sus tonterías. ¡Yo me quedo con la custodia de mi hija! No quiero ni su casa ni su coche —exclamó Ximena, frustrada, mientras sus ojos empezaban a enrojecerse.El empleado observó detenidamente a Ximena de arriba abajo y recogió el acuerdo de divorcio
Ximena compartió sus sospechas con Mariana.Los ojos de Mariana se agrandaron con sorpresa, y su boca se abrió más y más. Después de un momento, agarró a Ximena, su voz temblaba de emoción.—¡Esto es justo como esas historias donde el magnate se enamora, tienen una noche juntos, ella queda embarazada y luego se casan para después enamorarse!—¡Tiene que ser él! ¡Es él, es él, es él! —Mariana cantó las últimas palabras.Ximena la miró con incredulidad: —¡No es seguro! ¿Qué tan probable es eso
—No quieres que Felicia tenga una familia unida?—Quiero que Felicia tenga una familia unida, pero ¿qué pasa con Mateo? Si mi felicidad se basa en lastimar a un niño inocente, ¿cómo podría vivir con eso?Ximena suspiró: —Además, no creo que Lisandro esté dispuesto a dejar a Elena. Por cómo lo veo, ya se acostumbró a la buena vida y a gastar dinero a manos llenas.—No quiero un esposo que juegue a dos puntas.—¡Eres muy ingenua! Podrías usar algunos trucos para ganártelo. No es que tu esposo
Después de salir del Registro Civil, Lisandro se dirigió directamente a Aurensia.Últimamente, no había viajado en avión, sino que prefería conducir.Tanto Elena como Sofía ya estaban al tanto de la existencia de Ximena. Continuar viajando en avión, tarde o temprano, atraería la atención de los miembros de su familia.Y con Elena ya tenía suficientes problemas.Si los más tradicionalistas de la familia se enteraban, quién sabía qué podrían hacerle a Ximena.Daniel conducía al frente, echand
Poco después, Ximena fue subida a una ambulancia y Sofía, con lágrimas en el rostro, la acompañó al hospital.Apenas llegaron al hospital, Dax apareció acompañado de más personas, protegiendo tanto a Sofía como a Ximena mientras se dirigían a la sala de urgencias.A las puertas de la sala, Sofía, angustiada, interrogó a Dax: —¿Dónde está mi hermano? ¿Por qué tú estás aquí y no él? ¿A dónde se fue?Dax gesticuló intentando explicar, pero Sofía no comprendió. Sin paciencia, lo abofeteó. —¿Podrí