—¡Lisandro! ¿Cómo puedes culparme por esto? —Las lágrimas de Elena rodaron, mostrándose herida—. Yo cerré la puerta con llave. ¡Fue Mateo quien salió por la ventana!—¿Por qué encerraste a Mateo en la habitación? ¿Qué estabas haciendo? ¿Así cuidas a Mateo cuando no estoy? —gritó Lisandro.—Lisandro...Con los ojos llorosos, Elena, con una expresión de angustia, llevó su mano al pecho: —Soy la madre biológica de Mateo. ¿Cómo podría hacerle daño? ¿Acaso alguien te ha estado llenando la cabeza c
—¿Crees que tu papi aún querrá estar contigo? ¡Donde hay una nueva mamá, hay un nuevo papá! ¡Él ya no te amará! ¡Amará a la hija de esa mujer y será el papi de alguien más!—¡Vas a quedarte solo, sin que nadie te quiera! ¡Nadie más te va a querer! ¡Todos pensarán que estás de más, que eres una carga!Sofía abrió la puerta de golpe y entró corriendo. Mateo estaba acurrucado en una esquina del sofá, abrazando sus rodillas y con la cabeza gacha, sin decir palabra.—¡Elena, cómo pudiste decirle e
—Lo que sea, pero yo no quiero dedicarme a los negocios. ¡Quiero ser policía! Tengo dos hermanas, y ellas son mucho mejores en los negocios que yo —dijo Enrique mientras pegaba el dibujo en la pared.—¿Y cómo va todo en la estación de policía? ¿Todavía no tienen ninguna pista de ese desquiciado? —Ximena preguntó mientras ayudaba a Enrique con el trabajo.—Si hubiera sido fácil atraparlo, no llevaríamos años tras él. ¡Ese sospechoso es muy astuto y tiene una habilidad especial para evadirnos! —
Ximena odiaba a los jóvenes presumidos que se sentían superiores.A pesar de su estatura y de que montaba un scooter de color rosa, ¿cómo era posible que no la hubieran visto?Carlos simplemente se creía el mejor porque tenía algo de habilidad al volante y no tomaba en serio a quienes andaban en scooter.Pero, estando frente a Luis, no era adecuado humillar a él.Sonrió con amabilidad y sinceridad: —Señor, ¡no tiene por qué disculparse! La próxima vez usaré un scooter de un color más llamati
Ambos parecían perdidos en sus pensamientos.Miraron el cielo que se tornaba nublado a lo lejos y sus estados de ánimo se ensombrecieron, reflejando la pesadez de las nubes.Ambos intentaron hablar al mismo tiempo.—Tú habla primero —propuso Lisandro.—No, mejor tú —respondió Ximena.Justo cuando Lisandro estaba a punto de hablar, el celular de Ximena sonó. Era una llamada de Mariana.—¡Ena, creo que Diego me está siendo infiel! Hay una mujer que no para de enviarle mensajes a todas horas.
¿Qué quería decir con que no tenía corazón?¡Claro que tenía corazón! No era un ser inanimado.¿Acaso estaba insinuando que carecía de conciencia?¿Toda la situación entre ellos era su culpa?Ximena, con un respiro de determinación, salió del auto y siguió a Lisandro con paso apresurado.—¿A qué te refieres con eso?—A lo que escuchaste —respondió Lisandro con frialdad y un evidente enojo.Parecía como si en ese momento se hubieran convertido en una de esas parejas que, por conflictos de
El empleado miró a Ximena extrañado: —Señora Castillo, aunque el señor Mendoza no sea el padre biológico, como su esposo, tiene el derecho de solicitar la custodia.—Si no es su hija, ¿cómo puede pedir la custodia? ¿Es esto una broma? No escuches sus tonterías. ¡Yo me quedo con la custodia de mi hija! No quiero ni su casa ni su coche —exclamó Ximena, frustrada, mientras sus ojos empezaban a enrojecerse.El empleado observó detenidamente a Ximena de arriba abajo y recogió el acuerdo de divorcio
Ximena compartió sus sospechas con Mariana.Los ojos de Mariana se agrandaron con sorpresa, y su boca se abrió más y más. Después de un momento, agarró a Ximena, su voz temblaba de emoción.—¡Esto es justo como esas historias donde el magnate se enamora, tienen una noche juntos, ella queda embarazada y luego se casan para después enamorarse!—¡Tiene que ser él! ¡Es él, es él, es él! —Mariana cantó las últimas palabras.Ximena la miró con incredulidad: —¡No es seguro! ¿Qué tan probable es eso