Capítulo 0197
Ximena tuvo el impulso de acariciar la cabecita de Mateo, pero al levantar su mano, dudó y la dejó suspendida en el aire.

Lisandro jamás hubiera imaginado que Ximena y Mateo se llevarían tan bien.

Felicia, temiendo que Lisandro regañara a Mateo, corrió hacia él, levantando su pequeña carita y tomando la mano de Lisandro suplicó:

—¡Tío, por favor, perdona a mi hermano! ¡Él no se escapó, solo vino al kínder a buscarme!

—¡Fui yo quien lo trajo a casa!

—Si vas a regañar a alguien, ¡hazlo conmig
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